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Los porteños y los provincianos

�Camellos� toma una clásica oposición argentina para realizar un ensayo sobre el racismo y el temor a la diferencia.

Por Cecilia Hopkins

t.gif (862 bytes)  Las rencillas y rencores motivados por el horror a la diferencia y el miedo a lo desconocido se imponen en Camellos, pieza de Luis Sáez, con la necesidad de señalar un estado de cosas que debe ser modificado con urgencia. En consonancia con esta intención .-lo cual incluye también un llamado a la conciencia de los espectadores–, el director de la puesta, Julio Ordano, apuesta a reforzar las ideas centrales de la obra con su discurso escénico. Mono, un boxeador nacido en Lugano, recibe al nuevo compañero de pensión llegado de Córdoba, con la convicción de que tendrá el derecho a menospreciarlo y maltratarlo por la simple razón de haber llegado primero.
En ese ejercicio de crueldad, el recelo característico del porteño hacia el provinciano se va espesando hasta dejar en su lugar una serie de arranques de manifiesto racismo. Es cierto que la pensión, regenteada por un travesti buscapleitos que aparece en los momentos menos pensados, es un lugar muy poco acogedor. No obstante, resulta incomparablemente menos hostil que el mundo exterior, que se presenta incapaz de conceder a estos seres la menor oportunidad de progresar en lo suyo. En la estrechez de la habitación, el boxeador y el travesti (delineado con poética ambigüedad y variedad de matices por Enrique Iturralde) sueñan con recuperar un cierto esplendor perdido. Y aunque ya se encuentre a punto de dejarse ganar por el cinismo desesperanzado, es el recién llegado quien muestra las claves para un cambio posible. Los preceptos básicos heredados de su padre le dan a Rubén (interpretado por Pablo Iemma) la fuerza para resistir la crueldad del boxeador (un personaje que podría mostrarse menos enfático, a cargo de Julio Feld). Precisamente una de esas normas (“la piedad nos diferencia de las bestias”) resume la intención fuertemente moralizante de la pieza.


“FRACTAL, UNA ESPECULACION CIENTIFICA”
El caos sobre la escena

Por C.H.

Autor de la premiada La modestia –obra que acaba de reestrenarse en El Callejón de los Deseos–, Rafael Spregelburd coordina el taller de dramaturgia y actuación del Centro Cultural Ricardo Rojas. Con los actores participantes de ese seminario, los sábados de octubre presenta Fractal, una especulación científica, un trabajo de creación colectiva que ya ofreció algunas funciones cuando aún estaba en el proceso de construcción definitiva. Según explica el director, la obra partió de la base de la Teoría del Caos, aparte de otras fuentes. Así es como llegaron a tomar como punto de partida el fractal –figura geométrica de infinitos vértices– para usarlo a modo de elemento inspirador.
Según la lógica del caos, los sistemas desordenados pueden crear en su propio seno estructuras que se asemejan a sí mismas. Fiel a este principio, el espectáculo ofrece una línea argumental que encadena a los mismos personajes en situaciones que se abren incesantemente hacia otros rumbos. Creadas por los catorce actores intervinientes, todas las escenas están cruzadas por comportamientos impredecibles, en consonancia con los sistemas que estudia la teoría de marras. Fractal... gira en torno a la idea de la interpretación de una realidad dominada por un sinfín de códigos que plantean a sus personajes igual número de mundos por descubrir. De este modo, a partir de situaciones extrañas, pero con visos de cotidianeidad, se impone una terminología especializada –desde tratados de biología y gramáticas de idioma guaraní hasta reglamentos policiales, con sus intrincadas normas de procedimientos– que amaga con imponerse, tomando dimensiones irracionales. En ese mundo, también los aparatos (el beeper, la plancha, el televisor, el proyector de diapositivas, la videocámara) tienen un lugar predominante. En medio de su urgencia por cerrar algunos ciclos de la vida para iniciar otros, los personajes encuentran que el tiempo es asombrosamente relativo. Y para complicarlo todo, un hombre del Siglo de las Luces irrumpe constantemente para compartir con los demás sus vaticinios.

 

 

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