Maddin, un tesoro oculto del mejor cine canadiense A partir del martes, se verá una muestra de su obra en la sala �Leopoldo Lugones�: hay drama, comedia y un toque bien kitsch. |
Un crítico norteamericano escribió que en un extremo
del espectro está la comedia, en el otro extremo está el drama
y, en alguna parte entre los dos, el kitsch. Mi cine está en los
tres lugares al mismo tiempo. Estas palabras corren por cuenta de
Guy Maddin, el director canadiense que a pesar de compartir junto
a David Cronenberg y Atom Egoyan la primera línea del cine de su
país es completamente desconocido en la Argentina. Hasta ahora.
El Teatro San Martín y la Fundación Cinemateca Argentina han
organizado la muestra Guy Maddin: un cine del deseo, que se
llevará a cabo del martes 17 al domingo 22 de octubre, en la Sala
Leopoldo Lugones. El ciclo estará integrado por seis films dirigidos
por este cineasta celebrado en los festivales de Toronto, Berlín
y Nueva York, más un documental sobre su obra, con narración
a cargo de Tom Waits y testimonios de Shelley Duvall y Frank Gorshin, entre
otros personajes de su obra. Nacido en Winnipeg, Manitoba, Canadá, el 28 de febrero de 1956, Guy Maddin se inició en el cortometraje como integrante del Winnipeg Film Group, una agrupación de cine independiente que aún integra. La fama internacional de Maddin es reciente, pero hace ya más de una década que este realizador extremadamente personal está llamando la atención en su propio país, donde ha llegado a adquirir una aureola de autor de culto. Sus films, muchas veces inspirados en la estética del cine mudo, ofrecen -en palabras de Rubén Guzmán, curador de este ciclo una combinación extraña, pero rica de las cualidades expresivas del Goya negro con una noción densa del surrealismo. El ciclo arranca el martes 17 con Guy Maddin: esperando el crepúsculo (1998), de Noam Gonick, un documental sobre el propio Maddin, con testimonios de algunos de sus colaboradores y fragmentos de sus films. El programa del día se completa con dos cortos de Maddin:Odilon Redon (1995) y El padre muerto (1985). El miércoles 18 se verá su primer largo, Relatos del Hospital de Gimli (1988), de una estética de lo cual lo menos que se puede decir es que es bizarra. Mientras dos niños cuidan en el hospital a su madre gravemente enferma, su abuela islandesa evoca historias inquietantes y fantásticas. Un film sorprendente, que interrumpe de pronto el discurrir narrativo con un toque surrealista. Dijo Maddin: Disfruté de muchos accidentes felices en esta película. Estoy seguro de que lo mismo les sucedió a los Sex Pistols: Sid Vicious no tenía la menor idea de cómo tocar una guitarra, pero las cosas le funcionaron bien. Mi cámara era como una guitarra desafinada, algo que definió mi estilo. Para el jueves 19 está programada Arcángel (1990), un melodrama cómico en blanco y negro que no puede ser comparado con nada. Es Rusia durante la Gran Guerra y los comienzos de la Revolución, donde se mezclan alemanes, rusos blancos y rojos y una estética absolutamente excéntrica. El viernes 20 llega una culminación en su obra, Cuidadoso (1992), una historia de pasiones en un marco de cine de montaña como el que los alemanes practicaron en la década del 20. También, un experimento con el color y la banda de sonido, imperfecta a la manera de una radio con estática. Finalmente, el sábado 21 y domingo 22 se verá Crepúsculo de las ninfas del hielo (1997), con Pascale Bussières, Shelley Duvall y Frank Gorshin. Una suntuosa historia de pasión, obsesión y amor no correspondido, en la mítica tierra de Mandrágora, un lugar de ilusión con cielos naranjas, negros y ominosos acantilados, y un sol que nunca se pone.
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