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el Kiosco de Página/12

 

LÍDER
Por Antonio Dal Masetto

En el bar alguien lanzó estas preguntas: ¿un líder nace o se hace?, ¿cuándo se manifiestan las condiciones para el mando?, ¿esa capacidad viene con los genes?, ¿cómo se llega a la cúspide?, ¿es una cuestión de azar?, ¿es una combinación de ingenio y fortuna? 
La respuesta de los parroquianos es unánime: cuando nace un futuro líder hay anuncios en el firmamento, se enciende una nueva estrella que echa luz sobre su mollerita. A los grandes predestinados se les nota la voluntad de liderazgo hasta en la manera de tomar la teta. Hay ejemplos y testimonios: Alejandro Magno, Julio César, Napoleón, Lincoln, Bismark, Mao Tse-tung, Nasser, De Gaulle, Golda Meir y tantos otros. Desde la cuna todos dieron señales inconfundibles que anunciaban su destino de estadistas y de líderes. Todos le daban a la teta con un entusiasmo y una potencia que causaba pavura.
Esta noche nos visita un hombre del interior. 
�¿Será realmente así? �nos dice�. Porque yo tengo una experiencia. En mi pueblo hubo un niño que reunía todas las señales de un predestinado. La primera revelación ocurrió cuando todavía era un angelito que acababa de aprender sus primeras palabras. Durante una fiesta de casamiento, donde dos familias numerosas se agarraron a las piñas, Estebancito, con su traje de marinerito, se subió a la mesa de las tortas y gritó: �Unidad, unidad, unidad�. Todos quedaron paralizados por la sorpresa. Estebancito rompió a llorar y volvió a gritar: �Grandeza de espíritu, solidaridad, consenso, empeño en la tarea común, fraternidad�. Los presentes lo besaron conmocionados, lloraron también ellos y reinó la paz.
Sólo mencionaré algunos de los hitos más importantes en su meteórica carrera. Cuando tenía doce años se desató una pelotera en el colegio. Alumnos, profesores, comisión de padres, la cooperadora, todos contra todos. El jovencito Esteban se subió a un pupitre y gritó: �Unidad. Estos son los momentos en que con fe y consenso debemos apelar al espíritu fraterno que nos lleve a la grandeza de un destino común y solidario�. Se acabó la pelotera. Todos lo abrazaron, fue elegido abanderado y su foto fue colocada en la galería junto a los benefactores del colegio. 
Cuando cumplió 18 años, durante una final de fútbol entre dos clubes del pueblo, las hinchadas invadieron el campo y se armó una carnicería. Esteban se trepó a un arco y habló parado sobre el travesaño: �Unidad. Nos hermana el consenso del mismo destino fraterno y nuestra fe y grandeza de espíritu nos llevarán a forjar un futuro de dignidad�.
La gente dejó de acogotarse y vitoreó a Esteban, que fue nombrado socio vitalicio de ambos clubes y ejecutor del puntapié inicial de todos los partidos de finales de campeonatos. 
A los 25 años se armó un tremendo despelote porque el pueblo estaba dividido por la colocación de la luz de mercurio. Las peleas en los bares se extendieron a las calles y a las casas. Esta vez Esteban se trepó a un molino de viento y desde allá gritó: �Unidad. Unicamente el consenso, la tarea común y la fraternidad solidaria permitirán trazar el rumbo hacia la grandeza de nuestro empeño�. En esta oportunidad no sólo se ganó el agradecimiento de la gente sino también el amor de Karina, reina provincial del maní y orgullo del pueblo.
Cuando cumplió los 30, la construcción del puente sobre las vías del ferrocarril volvió a dividirnos. Los ánimos estaban muy caldeados y todos andábamos a las piñas y a los garrotazos. Guerra civil. Hubo tiros. Esteban se subió al techo de un silo y con un megáfono gritó: �Unidad. No sólo necesitamos grandeza y consenso en el empeño sino también fraterna y solidaria fe en el destino de la tarea común�. 
Acá se metió en el bolsillo definitivamente el corazón de todos los habitantes y al cumplir los 32 años fue postulado como candidato a intendente y ganó por mayoría absoluta. Para que se den una idea, los rivales retiraron su candidatura. Desde el balcón de la intendencia, con el pueblo entero en la plaza, nos dijo: �Mi programa consiste en unidad, unidad, unidad. Mi gobierno trabajará con empeño, solidaridad y fe en el futuro, para que juntos, en el consenso y el amor de hermanos, podamos alcanzar el destino de grandeza que soñamos�. 
Un viajante de ferretería que estaba presente en el acto de asunción, justo a mi lado, dijo: �Qué cosa extraordinaria este pueblo, hace veinte años que lo visito y siempre está el mismo tipo rodeado de todo el mundo repitiendo las mismas idioteces�. El comentario del viajante circuló rápidamente por la plaza, se produjo un murmullo general y luego un gran silencio. Fue así como de golpe nos desayunamos de que era cierto, que Esteban hacía veinte años que decía las mismas boludeces, que era un nabo y para colmo de la desgracia nosotros también.


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