Por Angeles Espinosa * Desde Sharm el Sheij Siete hombres, un objetivo y poco tiempo. El presidente egipcio Hosni Mubarak, el norteamericano Bill Clinton, el premier israelí Ehud Barak, el líder palestino Yasser Arafat, el rey Abdalá II de Jordania, el representante europeo Javier Solana y el secretario general Kofi Annan se quedaron a cenar juntos en el centro de conferencias de Sharm el Sheij y continuarán con las negociaciones, luego de un día en el que no llegó el compromiso para poner fin a 18 días de violencia. Es más: el tono de todos los participantes, sobre todo del lado árabe, fue particularmente ofensivo. Barak y Arafat se miraron con caras duras. No se dirigieron la palabra, aunque algunos funcionarios señalaron que �se dieron la mano�. Mubarak, Annan y Clinton multiplicaron sus charlas personales con ambos. Las reuniones paralelas entre ministros de Relaciones Exteriores tampoco dieron resultado. El ministro de Turismo israelí, Amnon Lipkin-Shahak, quiso aflojar un poco la tensión diciendo que �ha habido algún progreso en las discusiones, así como también grandes dificultades�. �No podemos fallar�, había dicho significativamente Clinton al inaugurar la cumbre convocada de urgencia en este enclave del mar Rojo egipcio para evitar el espectro de la guerra. En ese preciso momento, todos ellos volvían a reunirse por segunda vez en la jornada después de que los ministros de Asuntos Exteriores fracasaran en la redacción de una declaración conjunta, según informó un portavoz egipcio. Los funcionarios israelíes dijeron que el encuentro había estado lleno de pesimismo, frases hirientes y amargura. �Ustedes nos hablan con las armas�, le dijo el jefe de negociadores palestinos, Saeb Erekat, al canciller interino israelí Shlomo Ben Ami. �Guárdese esas palabras para la CNN�, le replicó Ben Ami. El canciller israelí sólo volvió a la mesa en compañía de la secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright. Los mediadores tuvieron muchísimo trabajo. Las sensibilidades de israelíes y palestinos obligaban a verdaderos ejercicios semánticos. Convencidos de la necesidad de un acuerdo, pero atenazados por el peso de sus respectivas opiniones públicas, los dirigentes luchaban contra las palabras. La palabra �withdrawal� (�retirada� en inglés, la lengua de trabajo de la cumbre) resultaba demasiado dura para los israelíes. ¿Cómo expresar entonces la necesidad de volver a la situación de antes del pasado 28 de septiembre, tal como exigían los palestinos? Pero el verdadero �hueso� seguía siendo, como en los días previos a la cumbre, la investigación internacional sobre lo sucedido que exigían los palestinos. �Unos quieren una misión investigadora amplia, los otros aceptarían como mucho un proceso de esclarecimiento con participantes limitados�, explicaba a este diario una fuente cercana a las negociaciones. Se trataba entonces de encontrar una redacción aceptable por todos y que permitiera tanto a Barak como a Arafat salvar la ropa ante sus respectivas opiniones públicas. El anfitrión, el presidente egipcio Hosni Mubarak, recibió por separado a cada uno de los otros participantes antes de convocarlos a todos a su despacho, al filo de la una de la tarde. Era la primera vez, desde hace días, que Arafat y Barak se veían cara a cara. �El más tenso de todos era, sin duda, Barak�, relató un funcionario que presenció el momento. Había motivos para ello. Incluso en la distribución física de los espacios, debía sentirse un poco aislado. Su oficina, al lado de la de Clinton, quedaba en el otro extremo del patio interior en donde se hallaba el despacho de Arafat, flanqueado éste por el rey Abdalá de Jordania, Kofi Annan y Javier Solana. En medio de las dos alas, el presidente egipcio. La apertura formal de la cumbre estuvo desprovista de cualquier asomo de euforia. Sólo dos discursos, los de Clinton y Mubarak. Los copatrocinadores fueron al grano. El �rais� (dirigente islámico), en un discurso muy duro, dirigido sobre todo a la opinión pública árabe, subrayó que se había visto obligado a convocar la reunión a la vista de las �difíciles circunstancias que vive la región� desde que se inició la revuelta palestina. No eludió referirse a la polémica visita a la Explanada de las Mezquitas del líder conservador israelí, Ariel Sharon, admitida como desencadenante de la violencia. Mubarak la calificó de suceso �provocador�. El presidente egipcio arriesga en esta cumbre su prestigio personal, ya que sus conciudadanos le reclaman que apoye la causa palestina. Un fracaso podría colocarle en una difícil situación en su propia casa. Más tarde, el portavoz de la Casa Blanca, P.J. Crowley, aclaró que no había sido avisada del tono del discurso de Mubarak. Clinton, conciliador pero firme, advirtió que �el futuro del proceso de paz y la estabilidad en la región estaban en juego�. El presidente norteamericano pidió a israelíes y palestinos que dejen de culparse unos a otros por la violencia. �Para tener éxito hay que ir más allá de quién es el culpable�, dijo. �Tenemos que centrarnos en el día de mañana, y en el día siguiente y en el día siguiente�, añadió. Horas después, ese optimismo no se había traducido aún en hechos, pero todos parecían decididos a no dejar escapar la ocasión. �Una reunión como ésta no se organiza para nada�, insistían los portavoces de las distintas delegaciones. Sin embargo, la distancia entre las posturas sigue pareciendo insalvable. * El País de Madrid. Especial para Página/12.
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