Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira

KIOSCO12

OPINIóN
Dos golpes a la esperanza
 Por Guillermo Francos *

Apenas un año atrás los argentinos confiaron mayoritariamente en la Alianza al elegir la fórmula presidencial De la Rúa-Alvarez. Tan sólo diez meses de gobierno bastaron para fulminar las expectativas que se habían generado con el cambio de gobierno que ponía fin a una década menemista signada por logros importantes como la estabilidad y el crecimiento económico, contradicciones como la creciente desigualdad, y viciada por la corrupción y la baja calidad institucional.
De la Rúa y Alvarez asumieron el poder político de la Nación prometiendo crecimiento económico y transparencia en los actos de gobierno. Fueron capaces de generar esperanza en un pueblo hastiado de sufrir en carne propia lo que ellos mismos denominaron como �una fiesta para pocos�.
La esperanza de una economía próspera fue traicionada casi al inicio cuando la impericia condujo a un impuestazo primero, y a una poda salarial después, que pusieron un corset de acero al crecimiento y la reactivación. Las culpas a la herencia recibida no alcanzaron para restañar la primera herida a la credibilidad del nuevo gobierno.
Pocos meses después, Carlos Alvarez fue empujado a renunciar a la vicepresidencia por decisiones del Presidente y actitudes disolventes de dirigentes de la propia coalición gobernante. Mucho se ha hablado sobre si hubo impericia o maquiavelismo en la decisión de conformar un gabinete inconsulto y agraviante. Prefiero pensar que fue una vez más la impericia la que impidió advertir que una afrenta semejante, a quien se batía a capa y espada en la lucha por la transparencia política, en lugar de fortalecer la imagen presidencial, terminaría generando una situación de debilidad política e institucional inimaginable días atrás.
Pero mientras la política debate sobre la crisis, el pueblo siente que fue traicionado también en su esperanza de obtener mayor transparencia en el Gobierno.
La renuncia de Carlos Alvarez ha sido un hecho inusual, de enorme contenido ético. Y desde ese punto de vista debe ser valorado. Pero la crisis pudo, y debió, evitarse. Uno y otro fallaron en la búsqueda de los consensos imprescindibles para generar una verdadera transformación en la vida política argentina y en la salud de sus instituciones. Las promesas están incumplidas, la tarea aún pendiente, y la fiesta sigue siendo para pocos. 

* Acción por la República.


 

PRINCIPAL