| Por Facundo Martínez
 El fútbol italiano incorporó durante la temporada 1999/2000 a unos 5500 menores de todo el mundo. Según estiman los profesionales, menos del uno por ciento de esa cantidad logra pasar las pruebas de selección y consigue seguir en carrera. Los niños extranjeros llegan empujados por las promesas de prosperidad que los dirigentes hacen a sus padres, quienes, generalmente, los arrancan de sus respectivos clubes utilizando el derecho de patria potestad. Según un informe preparado por Fernando Bianculli y Marcos González Cézer para la agencia Télam, un total de 200 niños y adolescentes argentinos atraviesan actualmente esta situación en Italia. Los clubes locales no saben cómo frenar la huida; los dirigentes de la AFA piden por una legislación que proteja a las instituciones formadoras de talentos, mientras que, por otro lado, varios diputados, entre los que se encuentra Alfredo Bravo, presentaron a principios del año un proyecto para regular el tráfico de menores futbolistas por considerar que se trata de una actividad que �lesiona seriamente los derechos humanos�.
El éxodo de menores al fútbol europeo se ha extendido demasiado rápido. Para el medio local, son los padres de los chicos los que, �abusando� de sus derechos civiles, se los llevan al Viejo Continente a probar suerte. Así lo hicieron el ex juvenil de Boca y de las selecciones de Pekerman Fabricio Coloccini, quien aconsejado por su padre �Osvaldo Coloccini, ex jugador y ex entrenador de las inferiores de Boca� abandonó el club para jugar en el Milan; también el delantero Adrián Guillermo intentó en su momento dejar Boca para quedarse en el Badajoz, donde había sido cedido a préstamo, pero tras una larga pelea regresó al país. O el caso excepcional �pero ya no tanto� de Leandro Depetris (ver aparte), quien con sólo once años pasó de Almirante Brown, Santa Fe, también al Milan.
Estos fueron casos emblemáticos, pero son muchos los ignotos que se van del país, tentados los padres por empresarios que les prometen el estrellato. Sin embargo, el titular de la Federación de Futbolistas italianos (FIGC), Sergio Campana, advirtió que estos chicos que juegan en la inferiores de su país atraviesan una situación �social y moralmente grave�. Según Campana, estos chicos reciben un trato diferencial cuando llegan a Italia pero �comienzan a ser abandonados y su destino es incierto si no demuestran sus cualidades�.
�Hay aproximadamente 200 argentinos en todas las divisiones menores de los clubes italianos, a partir de los 12 años. Los niños no viven una situación ideal porque abandonan su familia y llegan a Italia, donde los dirigentes no se preocupan por su educación y crecimiento�, reconoció Campana, quien acusa a los dirigentes italianos de tener �la exclusiva responsabilidad� sobre este fenómeno especulativo.
En el informe de la agencia Télam, Campana señala: �Este es un fenómeno que se da en todo el fútbol italiano. El mercado internacional de fútbol ha influido también en esta preocupante situación. Ya no sólo lo hacen los grandes clubes, sino también las instituciones chicas�. El ejemplo: el Udinese, donde juegan los argentinos Roberto Sosa, Christian Díaz y Mauricio Pineda, cuenta con 30 niños de Argentina, Italia y Africa. El gobierno italiano y la Federación Italiana de Fútbol (FIF), desde septiembre pasado manifestaron su preocupación al respecto aunque aún no se han pronunciado sobre este conflicto en forma directa. Lo que sin duda preocupa a los funcionarios no parece ser necesariamente el mercadeo de menores. �Tenemos que evitar que el que llegue a Italia soñando con ser un millonario, se transforme en un marginado�, afirmó Luciano Nizzola, presidente de la FIF.
| Depetris y Cía.
 Con sólo once años, en enero pasado, Leandro Depetris se fue a Italia para jugar en las inferiores del Milan. Leandro, que mide 1,32, pesa 33 kilos y calza 33, fue descubierto por el presidente de la firma International Sport Management (ISM), Sebastián Braun, quien se dedica a la representación de futbolistas.
En diciembre pasado, seis chicos tucumanos de 13 y 14 años se sumaron al club Arezzo, de la serie C1 del fútbol italiano. Los chicos fueron instalados en un convento y consumían el tiempo entre el colegio �sólo les enseñaban a leer y escribir en italiano� y los entrenamientos. Los domingos el club los utilizaba como alcanzapelotas.
El volante Cristian Ledesma, de las inferiores de Boca, desapareció de la pensión que el club tiene en Casa Amarilla, ante la sorpresa de los dirigentes y la gente del fútbol amateur. Más tarde su supo que Ledesma había sido llevado por un intermediario al Lecce de Italia.
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Una legislación que proteja
Por F. M.
El abogado de la AFA, Santiago Agricol de Biachetti, fue uno de los primeros en manifestar la necesidad que tenía el fútbol argentino de una legislación que regule sobre este problema. Lo hizo en el marco de una denuncia presentada por Argentinos Juniors con respecto a la situación de dos chicos de la octava división, Juan Manuel Seijo y Cristian Bonilla, quienes abandonaron el club para emigrar al fútbol portugués. �Muchas veces las instituciones se ven avasalladas en función del recurso de la patria potestad ejercido por los padres, por eso se impone una legislación que contemple los derechos de las entidades�, dijo el letrado.
A su vez, a principios de año, los diputados Alfredo Bravo y Jorge Rivas, del (PSD), enviaron una nota al embajador argentino en Italia indicándole que �empresarios inescrupulosos se dedican al tráfico de menores futbolistas�. Los diputados, quienes plantearon el asunto en el Ministerio de Justicia y pidieron que desde el Poder Ejecutivo se encare �una profunda investigación�, manifestaron que este tráfico �es una actividad que lesiona seriamente los derechos humanos y vulnera la Declaración Universal de los Derechos del Niño�.
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