Por Diego Fischerman
La escena muestra dos grupos claramente diferenciados. En el hall, gente bien vestida que en todos los casos pagó 150 pesos su entrada y cuyos planes incluían, seguramente, la cena en algún restaurante lujoso luego de la función que nunca llegaría a hacerse. Sobre el escenario, casi como en una película soviética, personas con overoles y megáfonos. Cualquiera mínimamente sensible sabría inmediatamente de qué lado ponerse. Ninguna escena podría coincidir tanto con todos los prejuicios que circulan acerca del ambiente de la ópera en Buenos Aires como la que se produjo el miércoles a la noche cuando los delegados de la comisión intercuerpos del Colón (que nuclea a los trabajadores de las distintas secciones del teatro) anunciaron desde el escenario que Il Trovatore no subiría a escena. Pero la realidad es, por supuesto, mucho más compleja.
La situación viene de lejos y tiene que ver con algunos de los vicios administrativos con que los gobiernos escapan de la supuesta prohibición de hacer nuevos nombramientos en el Estado. Ahí es donde entran en juego los famosos �contratos basura� de los que hablan los trabajadores y que funcionan como nombramientos encubiertos. Los empleados contratados en el Colón argumentan con justicia que sus tareas no son las de personal eventual y que la pertenencia a la planta estable debe estar reconocida legalmente. Ante esto, el Gobierno de la Ciudad opina que la manera correcta de llevar adelante esta efectivización es por concurso. Y el secretario de Cultura, Jorge Telerman, propuso (aunque la intercuerpos asegura que la propuesta no fue oficial sino oficiosa) que los contratos sean nuevamente renovados de manera automática hasta que la situación tenga resolución definitiva. No debería haber habido conflictos. Pero los hubo.
Máximo Parpagnoli, delegado de la intercuerpos, declaró a Página/12 que �la gente está esperando todavía una respuesta oficial de la Secretaría de Cultura. No hay ninguna intención de ir hacia el conflicto por el conflicto mismo. Aquí las medidas se endurecerán o se ablandarán de acuerdo con la reacción que tengan del otro lado. Por ahora no se suspenderán más funciones. Mi opinión, y la de la intercuerpos, es que para destrabar este conflicto hace falta un gesto político que finalmente efectivice a los 299 contratados�. Ante la pregunta de qué pasaría con una solución que no implicara la efectivización automática de todos los contratados, Parpagnoli insistió con la exigencia de que �los 299 queden adentro�. La intercuerpos sostiene que los concursos deben ser cerrados. Es decir que solamente puedan presentarse a ellos los ya contratados. Y el Gobierno de la Ciudad cree que esta solución no sólo no es viable desde el punto de vista legal (efectivamente en ese caso no se trataría de concursos) sino que posibilitaría la eternización de algunas situaciones graves de corrupción. Cuando los delegados dicen �nosotros ya concursamos todas las noches cuando se abre el telón�, el gobierno entiende que, como en toda verdad, hay una buena parte de mentira y que el �nosotros� del caso no incluye a todos. �Si hay alguno de ellos que no merece estar, que se demuestre a posteriori�, argumenta Parpagnoli. �Porque hubo autoridades antes que ahora y si ellos se equivocaron y mantuvieron a alguien que no servía, ese costo debe ser asumido por la Secretaría de Cultura. No por nosotros.�
Los mecanismos que se barajan en la Secretaría de Cultura para que los concursos garanticen el reconocimiento de los años en que los trabajadores aguantaron una situación laboral injusta son varios, entre ellos el de asignar un puntaje a la antigüedad que permita que sea ésta la que decida en situaciones en que las oposiciones sean similares. Pero esto no es el único problema. Frente a un rojo de casi 4.000.000 de pesos dejado por la administración anterior, en el que más de la cuarta parte corresponde al pago de horas extras, el gobierno decidió hacer valer algunos reglamentos. Las autoridades produjeron un comunicado interno �al que la intercuerpos consideró �digno del Proceso�� en el que se prohíbe cualquier actividad sindical que comprometa lugares o momentos críticos para la programación. El director esceno-técnico del Colón, José Luis Fiorruccio, explicó que �si se quisiera hacer la función suspendida de Il Trovatore no habría más remedio que programarla fuera del período que estaba previsto. Habría que suspender el armado de El Cascanueces y éste debería ser realizado en una velada (cuando los técnicos trabajan durante toda la noche). El costo en horas extras sería de aproximadamente $10.000. La paradoja es que por una función que no se realiza debido a una medida de fuerza, los trabajadores no sólo no reciben ningún descuento sino que terminan cobrando más dinero�. Fiorruccio dice no entender, además, el porqué de la resistencia a los concursos: �Cualquier integrante de los cuerpos técnicos ganaría seguro. La experiencia hecha en este teatro es verdaderamente irreemplazable. Además aquí siempre se entró por concurso; yo entré por concurso (como iluminador) y legalmente no hay otra manera de entrar�. Las novedades respecto de las manifestaciones anteriores de este ya histórico conflicto tienen que ver, por un lado, con el hecho de que las autoridades dejaron saber que no aceptarían más extorsiones y que no tendrían problema en adelantar el cierre de la temporada. Y, por otro, con la posible fractura del frente interno. Muchos de los trabajadores del Colón dicen que no sólo no tienen ningún problema con los concursos sino que no quieren ser metidos en la misma bolsa que aquellos que los rechazan. Fuentes del teatro revelaron a este diario que está circulando un petitorio que ya cuenta con 400 firmas y en el que se pide al secretario de Cultura �la intervención para evitar las presiones de una intercuerpos que no nos representa�.
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