Por
Adrián De Benedictis
Así como el gobierno de la Alianza se encuentra sumergido bajo
una crisis que desemboca en una renuncia a cada semana, River también
parece haber encontrado su momento de desconcierto. Y alcanzó su
punto culminante ayer en el estadio de Ferro, porque además de
convertirse en un equipo sin ideas, volvió a sufrir la pérdida
de jugadores clave. Primero, ante Boca, Ariel Ortega dejó la cancha
antes de tiempo, y ayer, Pablo Aimar y Claudio Husaín fueron los
que entraron en estado de desesperación y sólo alcanzaron
a jugar la mitad del partido. Con ese panorama, nadie imaginaba que sobre
el final estuvo cerca de llevarse un triunfo que hubiera alcanzado el
calificativo de histórico.
Pero los problemas de River no son nuevos. Las dificultades tomaron forma
en la semana previa al superclásico. Por esos días, el técnico
Américo Gallego cambió su habitual serenidad, y tuvo reacciones
que no cayeron bien entre los jugadores. Las recriminaciones que les hizo
el entrenador a los futbolistas en las prácticas previas a recibir
a Boca, fueron recibidas con mucho malestar. Y en la cancha, Gallego continuó
transmitiendo nerviosismo. Durante el primer tiempo, el único que
estuvo en la cancha porque el árbitro Ruscio lo expulsó
al finalizar la etapa, el técnico realizó gestos de protesta
contra los propios jugadores de River, ante cada error que cometían,
que fueron muchos. Gallego abría los brazos e insultaba de espalda
a la cancha, haciendo más evidente la equivocación de los
jugadores. De esa manera, el entrenador trasladó su repertorio
a la tribuna, e inmediatamente los hinchas de River reprobaban su desempeño.
Por los pasillos del Monumental cuentan que la relación entre Gallego
y los jugadores parece haber sufrido un quiebre. Además, la pérdida
constante de puntos hace seis partidos que River no gana, entre
campeonato y Copa Mercosur, agrava aún más la convivencia.
Para colmo, la determinación de Gallego de trasladar al equipo
a concentrar en la localidad de Pilar, antes de jugar con Boca, tampoco
fue bien vista por algunos directivos.
En la cancha, River sigue peleado con el buen juego, y ya parecen muy
lejanos aquellos días en donde el Dream Team y Los
cuatro magníficos, eran sinónimos del conjunto de
Núñez. Como le viene sucediendo últimamente, River
no logra tener la iniciativa del partido, y sólo se adueña
del encuentro de a ratos. Esta vez, Argentinos fue el que más arriesgó
y tuvo su premio en la primera parte: se fue al descanso ganando 2-0 con
goles de Pena y Schiavi de penal, y con dos jugadores más por las
correctas expulsiones de Aimar y Husaín.
En primer lugar, el juego de los dirigidos por Mac Allister se basó
en cortarle los circuitos a Aimar, y así River no tuvo un conductor.
Los locales se apoderaron del mediocampo y las visitas a Bonano fueron
permanentes. Por eso, el fastidio de Aimar era tan grande que la impotencia
lo llevó a pegar dos patadas que le merecieron la amarilla. Por
protestar esa expulsión, Husaín siguió a su compañero.
Bonano tapó tres mano a mano y cuando parecía que la goleada
llegaba rápidamente, Argentinos se confió de su superioridad
numérica y se olvidó de ganar el partido. Trotta, de tiro
libre, y Placente, después de un rebote, igualaron las cosas para
la sorpresa de todos. Pero faltaba lo mejor. En una jugada maradoniana,
Saviola eludió a cuatro de Argentinos con túnel incluido
y estuvo cerca de convertir el gol de la victoria, pero chocó con
un seguro Siboldi.
River perdió el rumbo. El objetivo del tricampeonato se aleja cada
vez más, y la crisis puede desembocar en un triste final.
Saviola,
el mejor
- Una vez más,
Javier Saviola volvió a ser el jugador más peligroso
de River en ataque. Con Aimar afuera y un Angel perdido en la cancha,
el juvenil tuvo la personalidad suficiente para empujar a su equipo
hacia adelante.
- Argentinos cumplió
a la perfección la marca sobre el estratega de River: Aimar.
Tanto Herrón como Pérez Castro se encargaron de cerrarle
todos los caminos al número diez.
- La defensa de River
fue otro de los factores claves. Ayer, Yepes y Lombardi cometieron
errores que podrían haber terminado en gol de su rival.
- Argentinos pudo haberse
llevado los tres puntos, pero la displicencia de algunos jugadores
en el segundo tiempo no le permitieron concretar las situaciones
que crearon.
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LAMENTOS Y REPROCHES
EN EL VESTUARIO
No
podemos seguir dejando puntos así
Pese a que el empate en los diez últimos minutos puede sonar
a heroico, los jugadores de River admitieron en el vestuario su malestar
por haber perdido dos puntos respecto de Boca, el líder del Apertura.
Pero el técnico Américo Gallego fue más allá
e hizo reproches a sus jugadores, antes de asegurar que su equipo quedó
muy lejos de la punta y que la victoria de Boca complicaba
más las chances de ganar el título. Algunos
pusieron al árbitro Roberto Ruscio en la mira, y el capitán
Roberto Trotta eligió al técnico de Argentinos, Carlos
Mac Allister, como destinatario de sus dardos.
El equipo estuvo desconocido, porque puso más garra que
juego aseguró Roberto Bonano. El empate nos permite
seguir en la pelea, pero si seguimos dejando puntos en el camino, debemos
empezar a pensar en otra cosa. Trotta fue un poco más allá:
En el primer tiempo jugamos muy mal y en el segundo pusimos muchas
ganas y vergüenza, pero no nos sirve quedar como un equipo heroico
si estamos tan lejos del puntero, reconoció.
El autor del tanto del empate, Diego Placente, quien no lo gritó
por respeto a su ex equipo, aseguró algo parecido. River
jugó mal. Y cuando nos hacen un gol, bajamos el rendimiento,
admitió.
Pero el mea culpa no los salvó de los palos de Gallego: Hasta
por televisión he hablado sobre los errores que hacemos dentro
de la cancha y los jugadores no comprenden. Seguiré hablando
para solucionar todo lo que hacemos mal.
El técnico se lamentó porque a los 45 minutos, River
se quedó con dos hombres menos cuando había sido falta
a Saviola y Ruscio no la cobró. Por eso vinieron las expulsiones.
Lo que me preocupa es que continuamos cometiendo errores defensivos
en el juego aéreo, insistió.
Contra Ruscio también disparó Trotta: Se notó
que dirigió condicionado. En el primer tiempo estaba muy nervioso
y las consecuencias las pagó Aimar. La expulsión fue injusta
porque a Pablo le pegan mil patadas por partido y no pasa nada,
se quejó.
Luego cambió de blanco, y le disparó munición gruesa
a Carlos Mac Allister, de quien dijo que no es un hombre de bien.
No hay que hablar antes de los partidos como hizo el Colorado.
Pero gracias a él y al planteo mezquino que hizo en el segundo
tiempo, pudimos empatar y casi ganar el partido, aseguró
el defensor. River se fue muy caliente de Caballito.
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