Por
Ariel Greco
¡Qué agrande, Lobo! Sin mucho juego, pero con un corazón
enorme, Gimnasia le ganó un partido espectacular a Huracán
y quedó como único escolta de Boca. Y como en cada uno de
los campeonatos en los que Carlos Griguol estuvo a cargo del club, el
pueblo tripero se ilusiona con la posibilidad de conseguir el postergado
título. Por ahora, los argumentos futbolísticos no son demasiados
como para aspirar tan alto, pero como los números dan...
Gimnasia arrancó decidido a llevarse por delante a su rival, más
con empuje y con ganas que con buen juego. Además, un doble error
en el fondo de Huracán le posibilitó ponerse en ventaja
con un nuevo gol de Marcelo Gómez desde afuera del área.
Pero cuando aparentemente el mayor problema ya estaba resuelto, Gimnasia
comenzó con la complicaciones. El equipo de Carlos Griguol dejó
en claro que defensivamente está muy lejos de aquellos casi invulnerables
que dirigía antes de su excursión por España. Con
los tres goles recibidos ayer ya suma 17 tantos en contra, y apenas está
por debajo de Los Andes y de Central. De mitad de cancha hacia atrás,
el conjunto platense sufre cuando lo atacan por los costados y cuando
los volantes rivales le manejan la pelota.
Precisamente allí estuvo la mayor virtud de Huracán. Con
un mediocampo muy livianito, pero con jugadores de mucha dinámica
y manejo, los de Parque Patricios se adueñaron del trámite.
El juvenil Padra fue conductor en el juego, pero sobre todo por asociación.
Al compás de lo que producía el chiquitín, el resto
de sus compañeros se sumaba para generar fútbol. Así,
por derecha aparecía Luis González, Soto bajaba para colaborar
y Brandán era una alternativa por izquierda. Con esa convicción,
Huracán comenzó a crear situaciones y fue justo que diera
vuelta el marcador, en especial por la joyita de Padra en el final.
Gimnasia se mostraba confundido. La línea de tres improvisada por
Griguol no era la solución, porque los visitantes seguían
siendo más peligrosos. Cuando ya la gente local estaba impaciente
y en parte tomaba conciencia de las limitaciones de su equipo, Gimnasia
sacó su chapa y mostró sus virtudes. Que no
son muchas, aunque sí efectivas. Cada vez que encara, Enría
consigue desbordar. Ante cada centro aéreo, Sava demuestra su poderío,
ya sea para cabecear al arco como para habilitar compañeros. Y
cuando se ilumina, Messera se torna desequilibrante. Con esos argumentos,
más un estado físico envidiable, Gimnasia aprovechó
para arrollar a Huracán, que ya sin Padra reemplazado
y con Carrizo expulsado, poco pudo hacer para sostener el resultado.
Allí reapareció la ilusión, más alimentada
por las estadísticas que por el juego. Un equipo que no puede ganarle
a Belgrano en su cancha, que sufre horrores para vencer a Almagro y que
por momentos es superado por Huracán, no parece que se pueda sostener
en la pelea. Pero qué importa. Si Gimnasia hace diez partidos que
no pierde, es el único escolta con seis puntos y un partido menos
que Boca, y ya pasó a River en la tabla. Demasiadas cosas como
para no ilusionarse.
Gol
y amor propio
- Gimnasia tuvo un inicio
arrollador, pero el gol de arranque lo adormeció. Allí
apareció el mejor fútbol de Huracán, que de
manera muy merecida dio vuelta el marcador ante un rival confundido.
- Sava en el primer tiempo
y Luis González en el segundo difícilmente puedan
olvidarse de los goles que se perdieron. Con el arco vacío
y Ríos en el piso, el Colorado se anticipó a Dueña
a un metro de la línea y la tiró afuera. González
la quiso cruzar ante Noce y la tiró a los carteles.
- La expulsión
de Carrizo fue clave. Con la salida de su capitán, Huracán
perdió presencia y lo terminó pagando caro. No le
quedó resto para sostener el resultado.
- Gimnasia puso todo
su amor propio para darlo vuelta. Con eso, y no mucho más,
le alcanzó para mantenerse
segundo.
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