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OPINION

El gabinete del miedo

Por Martín Granovsky

El gabinete que Fernando de la Rúa terminó de elegir anoche es fruto del miedo. Un sentimiento que, por primera vez en lo que va del Gobierno, tiene tres caras:
- El miedo a que el Presidente quede estigmatizado como moroso o inoperante.
- El miedo a que la Alianza estalle y nunca más pueda recomponerse una fuerza capaz de derrotar al peronismo.
- El miedo a que, como Raúl Alfonsín en el ‘89, la Alianza viva lo que queda de mandato hasta el 2003 en medio de una feroz crisis económica y repita una salida desordenada del poder.
Las tres caras golpean directamente sobre De la Rúa, pero en los últimos días Carlos “Chacho” Alvarez parecía cada vez más preocupado ante la chance de que la economía siguiera su camino de freezer y él, con su renuncia, resultara estampillado como el gran culpable.
Las críticas más y más abiertas de Carlos Ruckauf no son una forma de golpismo encubierto, disimulado u oculto, categorías que por cierto no existen, sino la expresión del maravilloso olfato de los dirigentes más perspicaces del PJ para detectar cuándo las fisuras políticas del contrincante deben ser profundizadas.
Con el gabinete del miedo, De la Rúa pareció buscar varios equilibrios al mismo tiempo.
Carlos Becerra, que ocupará la Secretaría de Informaciones del Estado, tiene juego propio. En 1987 fue el primer miembro de la Junta Coordinadora Nacional que llegó a un rango de ministro –fue secretario general de la Presidencia– y, pese a que los radicales que bordean los 50 aún lo llaman “Carlitos”, ya no es un chico de treinta años. Pero es amigo de Enrique Nosiglia y sigue manteniendo una relación directa con el antiguo jefe de los coordinadores porteños. Con eso, más la red de contactos de Coti en la SIDE, basta para que su designación sea leída dentro de la Alianza como un avance de Nosiglia.

La designación de José Horacio Jaunarena en la Secretaría General aparece, entonces, como el contrapeso simbólico del avance –tanto real como imaginario– del monje negro del radicalismo. Jaunarena responde al trío que conduce el radicalismo de la provincia de Buenos Aires, integrado por el ministro del Interior, Federico Storani; el embajador en Uruguay, Juan Manuel Casella, y el senador Leopoldo Moreau. Fue, además, ministro de Defensa de Raúl Alfonsín, que le tiene confianza y ahora podría sentir que su designación compensa la salida de Ricardo Gil Lavedra del gabinete. Jaunarena es lo que los radicales llaman “un gesto hacia el partido”. Otro gesto es la inclusión de Moreau en el Tango 01 que mañana llegará a Madrid. Moreau fue el primer crítico de Fernando de Santibañes, tiene una relación más que fría con De la Rúa y, por si fuera poco, odia los aviones.
Al contrario de la UCR, el Frepaso no retuvo el puesto que perdió con el doble distanciamiento de Alberto Flamarique. Primero quedó políticamente lejos de Alvarez y después físicamente fuera del Gobierno. Por eso, aunque nada en política es sólo un viaje de ida, los puestos que irán a frepasistas deben ser interpretados más como una concesión de Alvarez que como una decisión generosa de De la Rúa:
u Marcos Makón será el segundo de Chrystian Colombo en la Jefatura de Gabinete. Ex cavallista con fama de funcionario eficiente y bien dotado técnicamente, Makón irá a otro sitio que según el imaginario de la Alianza pertenece a Nosiglia, es decir al dirigente de la UCR más criticado por Alvarez. Si esto es así, o Alvarez no cree que Colombo sea Nosiglia, o el Efecto Susto es tan grande que el realismo se impuso una vez más. De paso, un experto en presupuesto como Makón quedará en el sector que ahora supervisa a la Administración Federal de Ingresos Públicos. Su designación es un modo de promover a un cuadro que pueda ir acercándose hacia laprimera línea de los economistas que no son ortodoxos y al mismo tiempo pueden ser “bien vistos por el mercado”, una combinación que desvela al ex vice. Un dato de peso: ningún frepasista de los que suelen escuchar diariamente a Alvarez recuerda que éste haya desplegado su crítica corrosiva hablando de Makón.
- La presencia de Nilda Garré como segunda en Interior representa otro compromiso directo de Alvarez. En una fuerza inorgánica como el Frepaso, Garré integra el grupo de no más de diez personas cercanas al jefe. Tiene, además, buena relación histórica con Storani desde cuando el ministro era el jefe de los diputados radicales, y ambos podrían formar una cúpula de Interior más homogénea que la de Storani-Becerra. También está la seguridad, claro, pero salvo casos de represión o fuga ése es un feudo del delarruista Enrique Mathov.
- Si Víctor Vanini termina recalando en Justicia, se habrá completado un trío de funcionarios fieles a Chacho. Vanini trabajó en la Legislatura y luego Alvarez lo designó como prosecretario en el Senado, por debajo de su hombre de confianza Ricardo Mitre. Abogado, Vanini fue el encargado de difundir las declaraciones de bienes de los senadores. Designarlo en Justicia supondría dar una señal de que la cuestión del Senado de verdad le interesa al Poder Ejecutivo. Hasta ahora los mensajes van hacia el lado contrario: para reemplazar a Mitre en el Senado Mario Losada nombró, como se sabe, al ex miembro del Concejo Deliberante José “Chiche” Canata.
En cuanto a Enrique Olivera en el Banco Nación, en el equilibrio interno representa a los amigos de De la Rúa, que se desprendió en 15 días de De Santibañes y de Nicolás Gallo. Como en el caso de Makón, y quizás, si se confirma, como en el de Enrique Martínez en Economía, la designación de Olivera sugiere una línea de búsqueda de nuevas figuras para el área decisiva.
Como en una ecuación, todas las movidas de ayer despejan con nitidez la incógnita de la crisis económica. Si los bolsillos siguen tan lánguidos como el humor popular, el nuevo gabinete sólo habrá sido un espejismo; la estrategia de De la Rúa quedará como un abrazo del oso al Frepaso y para Alvarez será cada vez más difícil tomar distancia del terremoto.
El gabinete suena a desafío. En política no es malo tener miedo: a veces, hasta puede ser cierto que el miedo no es zonzo.


 

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