Por Fernando
Cibeira
El presidente Fernando de la Rúa no quiso repetir amargas experiencias
y resolvió los temas que le quedaban pendientes antes de iniciar,
hoy a la tarde, su gira por España. En la decisión más
importante, anticipada por Página/12 el sábado, le aceptó
la renuncia a su amigo Fernando de Santibañes y designó
como jefe de la SIDE al secretario general de la Presidencia, Carlos Becerra.
En el lugar de Becerra, nombró al diputado Horacio Jaunarena, quien
también había sonado como candidato para la SIDE. Ambos
jurarán hoy a las 11, junto a los dos primeros frepasistas que
se integrarán al Ejecutivo luego de la renuncia del ex vicepresidente
Carlos Chacho Alvarez: la viceministra de Interior, Nilda
Garré, y el secretario de Coordinación de la Jefatura de
Gabinete, Marcos Makón. No es todo, también quedó
confirmado el nombramiento del legislador porteño Enrique Olivera
como presidente del Banco Nación. Este fue el resultado de una
larga jornada en Olivos que marcó un giro en la toma de decisiones
del Presidente, acorde con los nuevos tiempos de la Alianza.
Por Olivos no sólo pasaron los designados. También estuvieron
el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo; el presidente provisional del
Senado y presidente interino a partir de hoy, Mario Losada, y el jefe
del bloque de diputados de la Alianza, Darío Alessandro. Estas
presencias en un día de decisiones sobre todo la de Alessandro,
quien desde el alejamiento de Alvarez se convirtió en el negociador
del Frepaso con el Ejecutivo indican diferencias con el estilo que
De la Rúa había mostrado desde que llegó a la presidencia.
Desde el Frepaso, y también en sectores radicales, se quejaban
porque en esas circunstancias solía encerrarse en el consejo de
un círculo íntimo, ajeno a la coalición, del cual
formaban parte su hijo Antonio de la Rúa, De Santibañes
y el operador Enrique Coti Nosiglia.
Ayer, por lo que se supo, no estuvieron ninguno de los tres. Las otras
señales que indican la toma de una dirección más
aliancista y más acorde con las aspiraciones de la
UCR y el Frepaso se pueden encontrar en las propias designaciones.
u Carlos Becerra: aunque mantiene una relación de amistad con Nosiglia,
Becerra es también un dirigente radical ex Coordinadora
con años de militancia y buena relación con Raúl
Alfonsín. En su mandato también ocupó la Secretaría
General de la Presidencia.
u Horacio Jaunarena: esta tendencia es aún más clara en
el caso de Jaunarena, quien fue ministro de Defensa durante el alfonsinismo.
El flamante secretario general es dirigente en la provincia en alianza
con Federico Storani, Leopoldo Moreau y Juan Manuel Casella, quienes ayer
festejaban la asunción de su amigo en un cargo clave por la cercanía
con el Presidente y la relación que debe cultivar con el arco político.
u Nilda Garré y Marcos Makón: si bien Garré fue militante
peronista y luego bordonista, hoy se distingue por su alineamiento con
Chacho Alvarez. Makón es un ex cavallista que volvió a la
función pública de la mano del ex vice que lo llevó
al Senado. Ambos, entonces, no sólo deben considerarse frepasistas
sino, más que nada, chachistas.
Es que Alvarez ya había adelantado que consideraba que la crisis
política iniciada con los cambios de gabinete realizados por De
la Rúa se cerraba con la renuncia de De Santibañes. Y el
ex vice empezó a hacer gestos concretos de esa nueva etapa, como
los que se verán hoy con la presencia de dirigentes frepasistas
en el lanzamiento de la reforma política (ver página 4)
y, una hora después, cuando dos de los suyos asuman importantes
posiciones en el Poder Ejecutivo.
En las cercanías de De la Rúa esperan que el compromiso
de Alvarez se afiance aún más con las próximas designaciones.
Cuando el Presidente vuelva de España, estarán los candidatos
del Frepaso a ocupar los casilleros aún libres, a saber: una secretaría
en el Ministerio de Justicia, otra en Economía, más algún
lugar en la SIDE y en la SecretaríaGeneral de la Presidencia. Y,
por ejemplo, el candidato de Alvarez para el Viceministerio de Justicia
es Víctor Vanini, un hombre sin antecedentes políticos de
peso, pero que goza de su más absoluta confianza. Alvarez ya lo
llevó al Senado, en donde Vanini actuó como prosecretario
administrativo.
El Frepaso también colocará a un economista en la vicepresidencia
primera del Banco Nación, cuyo presidente, ayer quedó confirmado,
será Enrique Olivera. Hasta anoche estaba en duda que Olivera jurara
hoy con el resto de los nuevos funcionarios, justamente, debido a que
todavía no estaban designadas el resto de las autoridades del banco.
Pese a que las determinaciones se esperaban desde hacía días,
a media tarde de ayer, todavía se decía que el Presidente
recién tendría los nombres a la vuelta de su viaje a España.
Con la excusa de la crisis de Medio Oriente y la posibilidad de que Buenos
Aires se convirtiera otra vez en blanco de atentados terroristas, De la
Rúa amenazaba estirar unos días más la larga agonía
de De Santibañes en la SIDE.
Sin embargo, un par de datos lo llevaron a abandonar sus dudas. El Presidente
temió que como le pasó en su anterior gira por Estados
Unidos, Canadá y China un viaje armado pensando en la económico,
como es el que emprende hoy, termine fagocitado por las peleas domésticas.
El otro punto fue el llamativo perfil adoptado por De Santibañes
desde que presentó su renuncia, cuando comenzó a hacer público
el mal concepto que tiene del Frepaso, de la Alianza y de la corporación
política en general. De la Rúa entendió que
cada salida de su amigo millonario le significaba un nuevo costo político
y decidió cortar por lo sano. En su puesto designó a Becerra
que cambiará de despacho por tercera vez en diez días. No
es el único record: Jaunarena será el cuarto secretario
general en funciones en lo que va del mes.
Claves
Decidido a no repetir la experiencia de su viaje a Estados Unidos
y China, cuando la crisis interna opacó los objetivos económicos
de la gira, De la Rúa dio por cerrado el capítulo De
Santibañes.
En su lugar colocó
a Carlos Becerra, quien arrastra una larga historia con Nosiglia,
pero también con Alfonsín. El desembarco de Jaunarena
en la Secretaría General implica otro gesto al radicalismo
bonaerense.
También se decidió
la incorporación en dos viceministerios de dos frepasistas
íntimos de Chacho Alvarez quien, en otro gesto de deshielo,
no puso reparos a sus nombramientos.
En una muestra del clima
aliancista que intenta recrear, De la Rúa tomó las decisiones
en presencia de su nuevo jefe de Gabinete y también del frepasista
Darío Alessandro, que goza de toda la confianza de Alvarez. |
Tres
figuras que ya son conocidas
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Carlos
Becerra.
Record de mudanzas
A
esta altura, Carlos Becerra se debe haber acostumbrado al vértigo
de las mudanzas. Hace apenas doce días dejó el cargo
de viceministro del Interior para reemplazar a Alberto Flamarique,
el más fugaz de los secretarios generales de la Presidencia
de la historia argentina. Ahora deberá abandonar el despacho
en el que todavía no terminó de acomodarse para suceder
a otros de los salpicados por las denuncias del pago de sobornos
en el Senado. El designado titular de la SIDE y reemplazante de
Fernando de Santibañes es un alfonsinista histórico.
Becerra fue parte de la vieja Junta Coordinadora de Córdoba.
Integró el gabinete de Raúl Alfonsín. Está
catalogado como uno de los dirigentes de mejor relación con
el operador Enrique Coti Nosiglia. Desde el mismo momento
en que se comenzó a barajar la salida de De Santibañes
de la SIDE, el nombre Becerra se instaló como el de su seguro
sucesor. Cordobés e hijo de un radical amigo de Alfonsín,
el nuevo jefe de los espías tiene una larga militancia dentro
de la UCR. Ingresó en la Franja Morada en 1968 y participó
del Cordobazo. Se convirtió en una figura de peso dentro
de la Juventud Radical de su provincia. En 1986, cuando ya era diputado
nacional, Alfonsín lo sumó a su equipo de gobierno.
Fue un nombramiento sorpresivo para todos, empezando por el propio
Becerra, que tenía la valija lista para viajar a Nicaragua
en representación de su partido y terminó marchando
a la Casa Rosada. Asumió como secretario general de la Presidencia.
Todavía estaba allí cuando los militantes del MTP
coparon el cuartel de La Tablada. Por aquellos días avaló
la posibilidad de que las Fuerzas Armadas fueran convocadas a participar
en tareas de inteligencia sobre las agrupaciones políticas
a las que el entonces presidente denominaba ultraizquierdistas.
Tras el cambio de gobierno, Becerra volvió al Congreso como
diputado. Hasta el año pasado, cuando el triunfo de la Alianza
lo devolvió a los despachos del poder.
Enrique
Olivera.
El amigo que vuelve
El
presidente de la Nación y el flamante presidente del Banco
Nación tienen una amistad vieja, sólida y ramificada
en sus familias. Enrique Olivera se afilió al radicalismo
de la mano de Fernando de la Rúa, la misma mano que, en alianza
estrecha, lo llevó de cargo en cargo. Graduado en Harvard,
jugador de rugby fue campeón en la primera del Alumni,
socio de clubes de primera agua como el Jockey y el de Armas, abogado,
directivo por largos años de la Fiat y del Banco Francés,
miembro de las cámaras de fabricantes de automotores y de
los banqueros, asesor de empresas, Olivera es un hombre de múltiples
contactos en el mundo privado y en el político. Le viene
de familia: su bisabuelo Domingo fue amiguísimo del primer
presidente, Bernardino Rivadavia, y el casco de su estancia estaba
en plena ciudad. Es el viejo Parque Olivera, hoy conocido como Parque
Avellaneda. Que el bisnieto repitiera el modelo en materia de amigos
se debe en parte a la relación de siempre que
une a su mujer, María Carbó, con la primera dama,
Inés Pertiné. En política, Olivera nunca terminó
de ser tanto un hombre del partido como de De la Rúa. Fue
director del holding de empresas públicas de Raúl
Alfonsín y después fue su secretario de Turismo. Diputado
nacional entre 1991 y 1995, acompañó al ahora presidente
en la fórmula que ganó la Jefatura de Gobierno de
la Ciudad Autónoma. Heredó el puesto, brevemente,
el día antes que De la Rúa asumiera en la Casa Rosada.
Dejó en marcha proyectos de gestión como
la extensión del subte, dejó pendiente el muy anunciado
traspaso de la policía a la ciudad. Con la elección
de Aníbal Ibarra, pasó al más modesto puesto
de legislador porteño, aunque encabezando la lista y con
protagonismo en la campaña. Fue apenas un banco
hasta que lo llamaran de vuelta al ámbito nacional: siempre
fue visto como una figura de recambio, el incondicional de un Presidente
que sólo confía en muy pocos.
Horacio
Jaunarena.
El ex de Alfonsín
La
pasión por la política lo llevó desde una banca
de concejal en la ciudad de Pergamino, en 1973, hasta las amplias
oficinas de la Casa Rosada, donde a partir de hoy ocupará
la Secretaría General de la Presidencia por la que pasaron,
en sólo veinte días, Jorge de la Rúa, Alberto
Flamarique y Carlos Becerra. José Horacio Jaunarena (57),
abogado, ex diputado, hasta hoy asesor del Presidente, difícilmente
vuelva a vivir tiempos tan agitados como los tres años que
pasó al frente del Ministerio de Defensa, de junio de 1986
hasta fines de 1989. Fue en pleno gobierno de Raúl Alfonsín,
cuando tuvo que lidiar con los sucesivos alzamientos carapintadas.
También fue uno de los impulsores de las controvertidas leyes
de Obediencia Debida y Punto Final. Esos tres años le dejaron
una excelente relación con los mandos de las Fuerzas Armadas.
Relación que hoy, a más de diez años de aquellos
hechos, todavía pone en evidencia cuando, bastante a menudo,
opina públicamente sobre cuestiones militares. Hace dos meses,
por ejemplo, alzó la voz para admitir que la detención
en Italia del mayor retirado Jorge Olivera había producido
cierta inquietud en las Fuerzas Armadas. Y el año
pasado, a través del diario español El País,
criticó al juez Baltasar Garzón, de quien aseguró
que no tiene ninguna competencia para avanzar por el camino
que está avanzando. Aunque para algunos su cercanía
con el mundo castrense viene de mucho antes. En aquel lejano 1986,
el entonces titular del bloque peronista en Diputados, José
Luis Manzano, lo había bautizado como el vocero de
la corporación. En los años del menemismo, se
dedicó a dar cursos y escribir columnas sobre la redefinición
de las Fuerzas Armadas. Se enfrentó con el ex ministro
de Trabajo, Antonio Erman González, por la venta ilegal de
armas a Ecuador y Croacia. A pesar de que, como De la Rúa,
se opuso con fuerza al Pacto de Olivos, en setiembre de 1996 la
suerte le tendió una mala jugada: su nombre apareció
un una solicitada trucha de apoyo a Carlos Menem.
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