El ministro de Economía, José Luis Machinea, empezará
a rendir hoy un examen clave a los ojos de los mercados. Después
de una semana en la que la crisis política se mezcló con la
económica y la que abundaron las versiones sobre su renuncia, el
ministro buscará retomar la iniciativa con la misión casi
imposible de revertir la tendencia creciente del riesgo país, que
no hace más que profundizar la recesión. Sin embargo, y pese
a que durante el fin de semana desde el propio equipo económico se
dejó entrever que se preparaba un paquete de medidas, Machinea no
tiene en carpeta nada que no haya anunciado ya. Y su aplicación concreta
dependerá de la marcha de las discusiones sobre el Presupuesto 2001,
que Economía elaboró en base a una pauta demasiado optimista
y que, en consecuencia, si quiere cumplir con el FMI, no deja margen para
aflojar el ajuste. Ese es el drama de Machinea: si anuncia más bajas
de impuestos que el bálsamo previsto en el Presupuesto, los mercados
lo castigarán. Si, en cambio, no toma medidas audaces, la mishiadura
de consumidores y empresarios locales seguirá prolongando la recesión.
Y entonces los mercados también le bajarán el pulgar. El sábado por la tarde, Machinea se reunió en Olivos con el presidente De la Rúa, según la agenda oficial, para cerrar los detalles de la visita oficial que emprenderán hoy a España y evaluar los próximos pasos a seguir en el debate por el Presupuesto 2001 en el Congreso. Sin embargo, el encuentro sirvió para que el Presidente confirmara su respaldo al ministro de Economía, que en los últimos días fue vapuleado por la diferentes versiones sobre su renuncia que corrieron por la city. En la misma línea debe interpretarse la singular mención que dedicó en su carta de renuncia como jefe de la SIDE, Fernando de Santibañes, cuando dijo que fuera del Gobierno seguirá prestando su colaboración a mi amigo el ministro de Economía. La semana pasada, la bolsa acumuló una caída superior al 10 por ciento y el riesgo país la sobretasa de interés que debe pagar el Estado argentino para endeudarse en relación a lo que paga el Tesoro norteamericano aumentó más de un punto porcentual, alcanzando el viernes un nivel record para el año. Más aún, que el riesgo país supere hoy los 8 puntos porcentuales, en relación a lo que paga el gobierno estadounidense, significa que todo el esfuerzo que se hizo con el impuestazo primero y el ajuste salarial después, con la esperanza de bajar precisamente el riesgo país, quedó en la nada. Y que el Estado pague más caro para endeudarse le pone un piso a la tasa de interés de los préstamos del sector privado, lo cual juega en contra de la recuperación de la economía. Así, el equipo económico quiere dar la imagen de que está más activo que nunca para a la hora de tomar medidas para salir de la recesión. Pero, en este aspecto, no es mucho lo que Machinea puede hacer, en especial si pretende ser consistente con cómo jugó sus cartas hasta ahora. En Economía prometen, por ejemplo, acelerar la baja de impuestos que afectan la producción: el impuesto a los intereses que abonan las empresas por sus préstamos y el impuesto a la renta presunta, que hoy hace que una empresa con pérdidas tenga que pagar igualmente como si tuviera ganancias al fisco. Sin embargo, difícilmente puedan avanzar más allá de la leve reducción anunciada cuando enviaron el proyecto de Presupuesto al Congreso el 15 de setiembre. Sobre todo, porque ese presupuesto está siendo cuestionado desde diversos ángulos. Por un lado, gobernadores y legisladores justicialistas se resisten a conceder el recorte en los subsidios a los combustibles patagónicos y al Fondo del Tabaco. Pero además, las cuentas del Presupuesto están elaboradas sobre una pauta de crecimiento (del 3,7 por ciento), que ningún economista se atreve a suscribir. Si, como ocurre este año, se crece menos, entonces habría menos recaudación y habría que aplicar otro ajuste fiscal para cumplir con la meta de reducir el déficit acordada con el FMI. Como dice el último informe de la consultora Ecolatina, ese pronóstico de crecimiento sólo se alcanzaría si se lograra en los próximos meses un shock positivo en el consumo interno. Pero ese shock sólo podría conseguir con una rebaja de impuestos al consumo (IVA) o una mejora salarial, para recomponer el disminuido poder de compra en el mercado interno. Ese es el dilema de Machinea: no avanzará en esa dirección porque teme que haya un golpe de mercado si no logra mantener en caja las cuentas fiscales. Pero si la recesión continúa, el Presupuesto 2001 será otra ilusión, y entonces los mercados también lo castigarán.
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