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COMO ES EL PLAN ISRAELI PARA CERCAR PALESTINA
La política del alambre de púa

 

Israel ya se prepara a un eventual fracaso de la paz con los palestinos. Ya tiene planificado un apartheid complejo y costoso.

 

Por Suzanne Goldenberg *
Desde Jerusalén

t.gif (862 bytes)  Una autopista elevada entre las dos partes del territorio palestino atravesaría sin ninguna bajada 45 kilómetros de Israel, y alambres de púa electrificados que marquen el límite entre las piedras de las colinas de Cisjordania. Son visiones de la paz ahogada en ríos de sangre. Pero corresponden a cómo el premier israelí Ehud Barak dibuja el nuevo mapa del Medio Oriente, que incluye elementos futuristas, pero que fundamentalmente es un regreso a los años de la Europa de la Guerra Fría, con sus puestos de control y sus altos muros de cemento.
Después de dar su espalda a las negociaciones de paz, Barak está reviviendo un plan que cambiará la entera arquitectura del Medio Oriente. Quiere levantar alambrados, no construir puentes. De esta manera, Israel se limitaría a imponer sus fronteras a una entidad palestina, sin admitir regateos sobre los porcentajes de Cisjordania. En su versión más extrema, el concepto de “separación unilateral”, debatido en círculos israelíes, consistiría en sellar herméticamente Gaza y Cisjordania con un elaborado sistema de rutas, túneles y retenes, semejantes a los de los límites internacionales.
Este es el peor escenario para Israel, y también para los palestinos. Se haría realidad si el líder palestino Yasser Arafat declara un Estado independiente el 15 de noviembre. Israel ya se prepara a retribuirlo. El nuevo mapa del Medio Oriente diseñado por Barak separaría a 110 mil palestinos de sus puestos de trabajo en territorio israelí, cortaría sistemas de telecomunicaciones, electricidad y agua que están ya profundamente vinculados, e interrumpiría violentamente los sueños de los economistas que imaginaban las bodas felices entre la alta tecnología israelí y la mano de obra barata de los palestinos.
La semana pasada, el ministro de Información palestino, Yasser Abd Rabbo, lo denunció como un apartheid. “El apartheid significa antes que nada que se ha hecho pedazos un sueño que ya estaba muerto”, decía un editorial en el diario de centroizquierda Haaretz. Pero a pesar de la oposición de los progresistas y de 200 mil colonos judíos en Cisjordania, que se verían forzados a abandonar enclaves aislados y a amalgamarse con los asentamientos vecinos a Jerusalén, la idea de la separación cobra cada día más fuerza.
Hace unos días, Barak encargó al viceministro de Defensa, Efraim Sneh, que estudiara el plan. Y los ministerios de Comercio y de Industria recibieron instrucciones de preparar la lista de las implicaciones económicas. “Si se vuelve obvio que un acuerdo entre Israel y los palestinos no es viable, tenemos que pensar una nueva dirección”, dijo ayer Sneh.
A pesar de dedicar meses a las negociaciones de paz, Barak ha sido desde siempre un verdadero creyente en la idea de separar a Israel de los palestinos, física, económica y políticamente. “Buenas cercas hacen buenos vecinos” es uno de sus axiomas favoritos. Este ideal goza de un inmenso atractivo psicológico para muchos israelíes, que con mucho gusto se lavarían las manos del destino de los palestinos y ven al plan como una solución para el terror de perder la fuerza demográfica en Israel.
De acuerdo con una idea que está en discusión desde el año pasado, Israel construiría una autopista elevada desde Gaza, sin salidas, que permitiría a los palestinos viajar a Cisjordania sin poner un pie sobre el suelo israelí. El concepto es el mismo que el de la autopista que en los años de la Guerra Fría permitía a los germano-occidentales, mientras eran vigilados desde torres de control, viajar a través de Alemania Oriental hasta llegar a Berlín. Esta sola autopista costaría 250 millones de dólares.
Pero la frontera entre Cisjordania e Israel es extremadamente porosa y requeriría soluciones radicales. Barak ya dio a entender que está preparado. Hay propuestas de excavar un túnel por debajo del Monte de losOlivos y de erigir altas alambradas a lo largo de la divisoria que separa Jerusalén occidental, judía, de la parte árabe y oriental, ocupada por Israel desde 1967. Esto saldría más caro: se estiman unos mil millones de dólares.
* De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

 

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