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La polémica se llama Barenboim
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La orquesta de la Opera Estatal de Berlín le dio ayer una espaldarazo
a su director musical general, el argentino Daniel Barenboim, al elegirlo
simbólicamente director jefe vitalicio, en momentos en
que está inmerso en una dura controversia con las autoridades culturales
de la ciudad. La presidencia de la orquesta precisó que la elección
se produjo en una reunión extraordinaria de la orquesta, de una gira
por Alemania. Honramos así al músico y colega Daniel Barenboim, que ha impulsado el proceso de la reunificación cultural de Alemania con visión y empeño extraordinarios, puntualizó la orquesta, tomando partido en medio de una de las controversias culturales más grandes desde la unificación alemana. La polémica eclipsó ayer la recupercusión de la entrega de los premios de la industria discográfica alemana en Berlín, que otorgó a Barenboim el premio al mejor director del año. Entre los 50 galardonados está también el tenor argentino Marcelo Alvarez. La orquesta califica a Barenboim como un excelente embajador de la cultura alemana, que actúa en el mundo entero en favor de la convivencia pacífica de pueblos y culturas. Barenboim, que nació en la Argentina y es ciudadano de Israel, es desde 1992 director artístico y director musical general de la Opera Estatal de Berlín. Su contrato, que expira en 2002, no fue renovado porque Barenboim está enfrentado con las autoridades que intentan fusionar a la Opera Estatal con la Deutsche Oper, por problemas presupuestarios. La Deutsche Oper surgió a causa de la división de Berlín, ya que la tradicional Staatsoper quedaba en el sector comunista. La polémica incorporó la semana pasada la presunta existencia de conductras antisemitas. El ex ministro de Cultura de la ciudad Ulrich Roloff-Momin denunció en el diario Frankfurter Allgemeine Zeitung que una persona de peso de Berlín, que no identificó, había asegurado que con la eventual partida de Barenboim se acaba el poder judío. Lo que me asombra es que dos personas me llamaron al día siguiente para defenderse y negarlo. Eso sí me da que pensar, dijo Barenboim, que hizo hincapié en señalar que nunca había sentido personalmente antisemitismo en Alemania.Ahora, empiezo a dudar sobre ciertos aspectos de la democracia en Alemania, sobre todo por las presiones que se intentan ejercer a través de la prensa, concluyó.
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