Por
Cecilia Hopkins
Desde Córdoba
La impactante Electra del grupo sevillano Atalaya y la festiva La
Negra Ester, del conjunto chileno Gran Circo Teatro, fueron las propuestas
más sólidas que ofreció el Festival de Teatro del
Mercosur a lo largo de sus dos primeras jornadas. Y a juzgar por la cantidad
de espectadores que colmaron las salas del Teatro Comedia y el Club Hindú,
fueron también las favoritas del público al momento de elegir
obra, dentro de una vasta programación, que continuará hasta
el domingo que viene. La apuesta de Córdoba, especie de recuperación
de su mítico Festival Internacional, discontinuado hace un lustro
por problemas económicos, apunta a convertirse en la más
importante de las del ramo en toda la Argentina, de acuerdo con lo visto.
Lo del Mercosur es apenas un problema de nombre: en rigor, este es un
Festival Internacional.
En el caso del aplaudido espectáculo español, la historia
de la hija de Agamenón que trama vengar su muerte descargando su
furia contra su madre se articula mediante una selección de fragmentos
de Esquilo, Sófocles y Heiner Müller. El director, Ricardo
Iniesta, consigue un montaje rítmico y potente al coordinar el
discurso verbal con el movimiento, la danza y los cantos de los siete
integrantes del grupo. A modo de contrapunto, un actor por vez toma el
rol de solista frente a las acciones conjuntas del resto del elenco. Sobre
el escenario vacío, seis bañeras metálicas en diferentes
posiciones contienen a cada personaje. A partir de su manipulación
surgen imágenes de valor simbólico según parezcan
ataúdes, cunas o pedestales, además de servir a modo de
instrumentos de percusión.
La Negra... por su parte es el resultado de la visión teatral del
director Andrés Pérez Araya (ver recuadro) sobre el poema
autobiográfico de Roberto Parra, hermano menor de Violeta, fallecido
en 1995. Las décimas cuentan la historia de amor de un cantante
popular y una prostituta ingenua y querendona. La puesta en escena organiza
el relato en una serie desbocada de episodios en tono callejero con un
trasfondo nítidamente marginal. Acompaña las alternativas
del romance una orquesta de acordeones, banjo y trompeta que inicia la
función con los primeros acordes del Himno Nacional Chileno, que
interrumpen con brusquedad para seguir otros rumbos.
En calidad de grupo anfitrión, la Comedia Cordobesa repuso Sacco
y Vanzetti, con dirección de Omar Viale, estrenada en la temporada
pasada. Escrita por Mauricio Kartum, la obra da cuenta del largo proceso
judicial que tuvo por víctimas a dos inmigrantes un zapatero
y un pescador, ambos italianos y anarquistas en Estados Unidos,
durante la década del 20. De espíritu marcadamente didáctico,
la pieza presenta un mundo claramente dividido entre los corruptos y los
codiciosos del poder y aquellos hombres contrarios a todo aquello
que violente la libertad. No obstante el formato convencional de
la puesta, el público manifestó con un prolongado aplauso
su adhesión tras el encendido alegato de uno de los prisioneros,
víctimas de las componendas entre jueces y fiscales.
El abuso del poder también fue el asunto central de Purolope, espectáculo
del grupo cordobés Cirulaxia Contra-Ataca (uno de los baluartes
del off local) que, a diferencia de la compañía anterior,
se caracteriza por el acento renovador y experimental de sus propuestas,
usualmente basadas en textos clásicos. En la sala que el grupo
tiene cercana al río Suquía, esta insólita relectura
de Fuenteovejuna, de Lope de Vega, situó la acción en el
interior de un panal de abejas, justo después del ajusticiamiento
popular contra el arbitrario Comendador del pueblo, núcleo de la
trama original. Es entonces cuando las abejas obreras se ven envueltas
en las promesas del zángano que las anima a trabajar sin descanso
para construir una nueva colmena, la más grande y más
justa sinsospechar que se avecina una nueva situación de
sometimiento.
En este caso, la intención aleccionadora de la puesta potenció
un juego actoral desbordante, basado en el original dispositivo de escena
y en la caracterización de los personajes, obra de Javier y Elena
Cerrada.
La
universalidad chilena
Andrés Pérez Araya llevó a Buenos Aires el
mismo espectáculo que presentó en este festival cuando
formó parte de la comitiva cultural que acompañó
al presidente chileno Ricardo Lagos en su primera visita a la Argentina.
En conversación con Página/12, el director explica
el fervor que despierta La Negra Ester: Pasada la dictadura
militar en Chile, esta obra tuvo la intención de tomar al
sector marginal como el poseedor de una identidad latinoamericana
fuerte, en contraposición a la ideología dominante
que pone su atención a todo lo que viene de afuera. A tres
meses de su estreno recorrimos con ella 30 países. Cuando
Tolstoi aseguraba que reflejando la propia aldea se está
pintando al mundo entero, estaba en lo cierto: La Negra... es tan
chilena que se vuelve universal, con la musicalidad del acento popular,
su música en vivo, su código callejero explícito.
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