Por
Julián Gorodischer
Una charla en profundidad es una forma posible de transgresión,
cuando de televisión argentina se traga. Las palabras del entrevistado
de La Nota (por Canal á, los viernes a las 21.30) cuentan
una historia de la música que poco tiene que ver con los rankings,
los hits y las discográficas. Son voces que dicen otras cosas:
hablan del proyecto propio, la voluntad de innovar, el desconocimiento
de las leyes del marketing. Los nuestros no son personajes mediáticos
.-señala Marina Céspedes, realizadora del ciclo junto con
el productor Andrés Ingoglia pero porque no quisieron serlo.
Su actitud fue `no transar.
Por La Nota han pasado este año músicos de los
más diversos géneros: Juan Falú, Rubén Goldín,
Jorge Navarro, Juan Rodó, Carlos García López, Ulises
Butrón. No es un obstáculo que provengan de distintas disciplinas;
todos ellos aportan energías similares, las que pueden circular
en un pub, una peña, un café, un circuito alternativo. Esas
charlas íntimas .-a las que se agregan opiniones críticas
de otros músicos y periodistas recorren una vida. La música
acompaña, de fondo, apoyando el racconto. No queremos solamente
contar la historia de un personaje: es el retrato de un tiempo, nuestra
historia, dice Céspedes.
¿Se puede pensar la entrevista en extenso como una forma
transgresora en el contexto actual de la televisión?
AI: En lo personal, estoy agotado de la velocidad del medio televisivo,
que no permite procesar lo que uno está mirando. Cuando se termina
de ver un programa, es imposible acordarse de algo. Desde La Nota,
quisimos entrevistar a alguien para transmitir un mensaje, decir algo.
Para eso, se necesitan tiempos largos. Estamos recorriendo una vida: eso
no se resuelve en un minuto. Necesita un marco de elaboración.
MC: El programa intenta reflejar la esencia de una charla en un bar, de
ésas en las que uno se cuelga por horas.
¿Cuál es el criterio de selección de los personajes?
MC: Hay una cantidad de músicos que también son parte de
nuestra historia a pesar de ser prácticamente desconocidos o cultivar
un perfil más bajo. Muchas veces, escuchamos temas, pero no sabemos
de quiénes son. Hablar de esta gente es referir también
a nuestro pasado, a la historia de un país que encumbró
a unos y ocultó a otros. AI: Contar la historia de Black Amaya
es también hacer presente la de muchos otros músicos del
mismo palo que no están en los medios. Todos tienen una vocación
que los unifica a pesar de las diferencias de géneros y estilos
musicales: recorrieron diversas corrientes, pero fueron hacia un solo
lugar que no se modificó según las reglas del mercado. Fijaron
un objetivo y dijeron: Aunque no dé, yo me la banco.
Ustedes están empezando en la TV y proponen un formato de
entrevistas en profundidad, alejado de las reglas del rating masivo, ¿no
encuentran resistencias?
MC: Hace ocho años que trabajo en el medio, como productora y movilera,
y estaba descreída de que esto fuera lo que quería seguir
haciendo en mi vida. Hacía notas cortas, que nunca me dejaban profundizar.
Tener un proyecto propio me hizo recuperar el entusiasmo. Estar feliz
con un producto terminado, sentir a un trabajo casi como si fuera un hijo.
AI: A pesar de las dificultades, sobre todo del tipo económico,
lo que queda es la satisfacción de hacer algo digno.
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