Domingo Cavallo obtuvo
apenas el 10 por ciento de los votos en las elecciones presidenciales
de hace un año, perdió ante Aníbal Ibarra la
puja por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires con un bochornoso
discurso para un perdedor y para muchos es el padre del modelo menemista
de exclusión social. José Luis Machinea no se reunió
con él por esa escasa representatividad electoral o por esa
poco estimulante cualidad paterna. Lo que buscó es el apoyo
de Cavallo para evitar el voto en contra de los mercados, respaldo
que consiguió pero a costa de quedar en una posición
de aplicado aprendiz al recibir la bendición de que va
en el buen camino. En ese tránsito que bendijo Cavallo,
Machinea jugó su ¿última? carta para inducir
la reactivación económica apuntando a cambiar las
expectativas de inversores y empresarios con una serie de medidas
impositivas. La salida del pozo recesivo quedó así
en manos de la respuesta del sector privado a esos incentivos, que
por cierto son medidos para no hacer peligrar la obsesión
de Machinea de la solvencia fiscal. En esa línea,
poco y nada aporta a mejorar el humor de la gente, excepto un tímido
sistema de seguro de desempleo voluntario para los tomadores de
créditos hipotecarios. Alentar el consumo quedó subordinado,
entonces, al objetivo de motorizar la inversión privada,
con un incierto resultado. Si se trató de dar señales
para ganar confianza y precipitar un proceso de crecimiento económico,
el único aplauso tributado a Machinea reveló para
dónde se dirigieron esos indicios. El auditorio convocado
al Nación, escenario que solía utilizar Cavallo para
encolumnar al establishment detrás de su política,
saludó la eliminación de las acciones cotizantes en
la Bolsa en la base de cálculo para el pago de Bienes Personales.
Esta insólita medida que, según Machinea, propone
revitalizar el mercado de capitales no resiste la prueba de progresividad
tributaria. Sólo tiene el objetivo de dar un nuevo guiño
a los insaciables financistas, que, a esta altura el ministro debiera
saberlo, igualmente consideraran que ese paquete será insuficiente.
En su discurso Machinea apeló a que las políticas
de crecimiento requieren honestidad, trabajo duro, ejemplo
y creatividad. Muchos le reconocen algunas de esas cualidades,
pero también piensan que para estos momentos lo que se necesita
es audacia, ya que mucho tiempo no le queda para que maduren sus
iniciativas. Esa audacia la podría demostrar por ejemplo
en la eliminación de la exención en el pago del Impuesto
a la Ganancia de los intereses de títulos públicos,
que le reportaría al fisco 1553,5 millones de pesos anuales.
Dinero que serviría para apuntalar la solvencia fiscal y
para que el ajuste no recaiga en los mismos de siempre.
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