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LA JURA DE LOS NUEVOS INTEGRANTES DEL GABINETE
Sin Chacho pero con Alianza

Fue la contracara del acto que precipitó la renuncia de Chacho, que ayer no estuvo. Hubo una multitud de radicales y frepasistas. Los nuevos funcionarios (y Alfonsín) fueron ovacionados por la concurrencia.

Por Eduardo Tagliaferro

t.gif (862 bytes)  “Se terminó la crisis política”, era la opinión de los principales dirigentes aliancistas durante el acto en el que los nuevos funcionarios del gabinete de Fernando de la Rúa realizaron su juramento de rigor. La asunción de Carlos Becerra al frente de la SIDE, de Horacio Jaunarena como secretario general de la Presidencia, de Nilda Garré como viceministra del Interior y de Marcos Makón como secretario de Coordinación de la Jefatura de Gabinete determinó el retorno a la Casa Rosada de importantes dirigentes radicales y una nada desdeñable troupe de frepasistas. “Volvió la Alianza”, fue la frase que para sintetizar el acto, deslizó a Página/12 un destacado miembro de la coalición gobernante. Entre tantas presencias, por ausencia brilló el ex vicepresidente, Carlos Alvarez.
La Casa de Gobierno tuvo ayer espectáculo continuado. Primero fue la presentación de la reforma política (ver páginas 4 y 5). Sin solución de continuidad vino la jura de los nuevos funcionarios, lo que produjo alguna escena llamativa. Por ejemplo, cuando el ex ministro del Interior Carlos Corach y la jueza federal Servini de Cubría que salían del primer acto se cruzaron con los frepasistas Marcela Bordenave y Juan Pablo Cafiero que concurrían a la jura. Los dos diputados oficialistas miraban de reojo al ex ministro menemista y a la jueza vinculada a él, como preguntándose qué hacían en lo que se imaginaban era una especie de “relanzamiento” del gobierno aliancista.
No sólo hubo distinta asistencia, también distintos climas. En el de reforma política primó la formalidad, en la jura primó el fervor partidario. Un símbolo: el más aplaudido fue el ex presidente Raúl Alfonsín. También movieron el aplausómetro el flamante jefe de los espías, Carlos Becerra y la vice de Interior, Nilda Garré. Todo un dato que aludía a la presencia de nutridas hinchadas radicales y frepasistas.
En verdad, para todos los concurrentes el acto resultó la contracara de la memorable jura del 5 de octubre, aquella en la cual el Presidente “delarruizó” su gabinete, confirmando al jefe de la SIDE Fernando de Santibañes y ascendiendo a secretario general a Alberto Flamarique. En ese entonces, lo más destacado de la ceremonia fue la bronca de Chacho Alvarez y la falta total de entusiasmo de los radicales.
Flamarique no estuvo esta vez. De Santibañes sí. Con su típico aire entre distraído y decontracté fue el último en ingresar al Salón e hizo todo lo posible por pasar inadvertido. Salvo por un detalle: su corbata dorada podía ser divisada desde la city porteña. Ubicado bajo un busto de San Martín y cerca de la puerta, la sombra del “detective millonario” desapareció antes de que ningún periodista pudiera pedirle una opinión. “Yo estoy con el Presidente”, fue lo único que dijo De Santibañes mientras bajaba sonriente, del brazo de dos mujeres, las escalinatas de la Casa de Gobierno.
La tradición dice que el secretario general de la Presidencia suele ser el hombre de mayor confianza del Presidente. Con su jura, Horacio Jaunarena se convirtió ayer en el tercer secretario que tiene De la Rúa en los últimos 19 días, después del paso efímero por el cargo de Alberto Flamarique y de Carlos Becerra, que ayer cambió su destino por el de secretario de Inteligencia.
Jaunarena juró primero, por “Dios, la Patria y los Santos Evangelios”. Becerra, Makón y Garré lo hicieron sólo “por la Patria”. Detrás del Presidente se ubicó la totalidad del gabinete, incluida Graciela Fernández Meijide, la única ministra del Frepaso cuya presencia en estos actos es buscada –y luego destacada– entusiastamente por todo el entorno del Presidente, como prueba de la unidad de la coalición gobernante. A la izquierda de los ministros estaba el titular de la Cámara de Diputados, Rafael Pascual y a su derecha el “autovotado” presidente de la Corte Suprema, Julio Nazareno. Con una corbata de fuerte tono amarillo, cuasifluorescente, estilo Versace, digna competidora de la de De Santibañes; Nazareno acompañó el acto con seriedad imperturbable.
El rostro serio y algo contraído del Presidente contrastó con el ánimo casi festivo de la mayoría de los radicales y frepasistas. No lucía tan enojado como Alvarez el 5 de octubre pero tampoco tan alegre como casi todos los asistentes.

 

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