Por
Fernando Cibeira
Si hubo un problema político, el problema político
se ha superado, fue lo último que dijo el presidente Fernando
de la Rúa antes de embarcarse rumbo a España. La frase marcó
el ánimo con que el Presidente encaró la hiperactiva jornada
de ayer, en la que intentó un remedo de aquel relanzamiento
de su gestión con el que amenazó a la vuelta de su anterior
viaje al exterior. Con la salida de Fernando de Santibañes, las
nuevas designaciones, la reforma política y el paquete de medidas
pro reactivación, De la Rúa buscó cerrar de una vez
la crisis política iniciada con el último cambio de gabinete.
Esto era más o menos lo que esperábamos, decía
ayer un importante dirigente frepasista en el Salón Blanco de la
Casa Rosada. Es cierto, el ex vice Carlos Chacho Alvarez no
estuvo, pero sí muchos de sus colaboradores pisaron nuevamente
los pasillos de Gobierno. Y, en lo que en términos de la política
doméstica podría considerarse una vuelta a la normalidad,
radicales y frepasistas volvieron a unirse para atacar el golpismo
oculto que anida en el PJ (ver asimismo página 9).
Donde mejor pudo apreciarse el retoño de entendimiento que ahora
procura crecer dentro de la Alianza fue durante el acto en que se lanzó
la reforma política. Tanto en el discurso de De la Rúa como
en el del ministro del Interior, Federico Storani, resaltaron que Chacho
Alvarez había trabajado en el proyecto. En el sector de invitados
estaba el frepasista Franco Castiglione junto un grupo de jóvenes
técnicos que durante estos meses habían desarrollado la
iniciativa de reforma estatal.
Incluso, a algunos les sorprendió que, ante un auditorio en el
que había dirigentes de la oposición como el ex ministro
Carlos Corach, el Presidente se entusiasmara hablando con el compromiso
de la fuerza política con que llego a este gobierno, el compromiso
de la Alianza, al hablar del combate contra la corrupción.
El Presidente jugó todas las fichas a la recomposición de
la coalición como camino para salir de la crisis y mostrarse de
nuevo con el manejo de las riendas de un gobierno que intenta despegar
de la encrucijada planteada por la persistencia de las internas políticas
combinada con la recesión económica.
Una estrategia que inició el sábado con el duro discurso
con el que entusiasmó a los jóvenes radicales que lo fueron
a visitar a Olivos, en el que atacó a quienes alientan un golpismo
oculto. El domingo, el Presidente convocó al jefe de Gabinete,
Chrystian Colombo, y al jefe del bloque de diputados de la Alianza, el
chachista Darío Alessandro, para resolver los nuevos nombres que
se incorporarían al gabinete. La mejor propuesta para la gente
de Alvarez era que De Santibañes se fuera de una vez de la SIDE,
condición indispensable para que su gente se incorporara a las
vacantes disponibles en el Ejecutivo. Esta vez, para la toma de decisiones,
De la Rúa no se refugió en el consejo de su amigo millonario,
ni el de su hijo Antonio, ni en el del Enrique Coti Nosiglia,
sino que se abrió a sus funcionarios y hasta a los hombres de Alvarez.
Ayer, el Presidente se diagramó un día sin descanso, cuestión
de dejar la imagen de una gestión en marcha antes de subirse al
Tango 01. En su primera actividad, en el acto por la reforma política,
De la Rúa aprovechó para hacer un discurso que excedió
largamente las razones de la convocatoria. Recordó que hoy se cumple
un año de su triunfo electoral, por lo que reafirmaba el compromiso
de combatir la corrupción, crecer con justicia, brindar más
educación y mejor salud, enfrentar la pobreza.
Casi al mismo tiempo, el ministro de Economía, José Luis
Machinea, presentaba una serie de medidas destinadas a sacar los índices
económicos de su letargo, un dato que tampoco fue soslayado por
el Presidente. He dado instrucciones al ministro de Economía,
que tiene todo mi respaldo, para que presente esta mañana al pueblo
de la Nación un programa de medidas para el crecimiento,
apuntó. De paso, también mencionó el plan de infraestructura,
la desregulación telefónica y del sector de salud, los programas
de empleo y hasta del portal educativo Educ.ar. Es decir, todostemas que
nada tenían que ver con la ocasión, pero sí con el
día de despegue imaginado por el Presidente.
Luego vino la ceremonia de jura de los nuevos funcionarios, que De la
Rúa colocó en el único horario que ayer le quedaba
libre (ver página 5). Símbolo del nuevo clima de distensión,
los frepasistas Alessandro y el diputado Rodolfo Rodil se quedaron conversando
largo rato en el Salón Blanco, mientras los invitados especiales
buscaban la salida. Se ha dado un paso importantísimo para
superar la crisis. La Alianza salió fortalecida a partir de estas
designaciones, opinó Alessandro, quien todavía le
debe a De la Rúa algunos nombres para los espacios que el Frepaso
aún tiene a su disposición en el Ejecutivo. Lo de crisis
superada unificó a la dirigencia aliancista. Había
ciertas dificultades que han sido superadas, resumió el presidente
de la UCR, Raúl Alfonsín.
El Presidente retomó esta idea antes de emprender vuelo. Dio la
crisis por superada y exigió hechos a sus colaboradores.
Estamos hartos de palabras, dijo, utilizando un curioso plural.
Se
desmayo un granadero cuando hablaba el presidente
El día
que De la Rúa pidió un médico ahí
Un médico ahí, pidió el presidente Fernando
de la Rúa parafraseando la muletilla de Raúl Alfonsín
cuando convocaba multitudes. Promediaba el discurso con el que ayer presentó
la reforma política y uno de los granaderos que custodiaba el acto
se desmayó por culpa del calor. Fue el único contratiempo
de una ceremonia que, en un principio, se había determinado que
se realizaría en un teatro céntrico con la presencia de
importantes personalidades. La crisis política obligó al
Gobierno a moderar sus pretensiones y utilizar el mismo salón de
la Casa Rosada de siempre. El mejor clima interno de la Alianza no alcanzó
como para que el ex vice Carlos Chacho Alvarez apareciera,
pero sí hubo un grupo de legisladores justicialistas encabezados
por el ex ministro Carlos Corach que expresaron su apoyo aunque con reparos.
En su último diálogo telefónico, el ministro del
Interior, Federico Storani, ya se había enterado por boca de Chacho
que no participaría del acto. Pero sí habían acordado
que compartirían el copyright de la reforma, una iniciativa
en el que el Gobierno entienden que mejorará el humor de la gente
en relación con la dirigencia política debido a que apunta
a transparentar y reducir el costo de las campañas electorales
(ver aparte). Este proyecto no sería posible sin el amplio
consenso que tiene, remarcó Storani, quien durante meses
negoció con el PJ el proyecto que ayer se envió al Congreso.
Entre los invitados que sufrieron el calor de la ceremonia estuvieron
el presidente de la UCR, Raúl Alfonsín, y la dupla de la
jefatura del gobierno de la ciudad, Aníbal Ibarra y Cecilia Felgueras.
Por el lado del justicialismo, Corach llegó junto a los diputados
Javier Mouriño y Miguel Angel Pichetto. El Presidente aprovechó
el lanzamiento para recordar su promesa de que el ajuste lo haría
la clase política. Y dedicó más de un párrafo
a recordar su compromiso en la lucha contra la corrupción, una
bandera de campaña que le gustaría retener y no dejar en
manos de Chacho Alvarez.
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