Por
M.G.
Antes de contestar, pregunta. Por Fernando de la Rúa, por Carlos
Chacho Alvarez, por Fernando de Santibañes, por el nuevo gabinete,
por el humor social. Está acostumbrado a ser un curioso sistemático
este socialista que ahora es el principal asesor estratégico del
Grupo Prisa, que edita entre otras publicaciones el diario El País.
Y no tiene problemas en responder bien concreto: conoce a cada protagonista
de la Argentina, a cada español que invierte en el país.
Por eso es interesante saber qué opina Carlos Solchaga de la economía
y la corrupción.
Los españoles son hoy el segundo inversor de la Argentina,
después de los Estados Unidos. ¿Se irán?
La Argentina sigue siendo interesante como destino de las inversiones,
sobre todo si se compara con Brasil, que es la Francia del Mercosur.
¿Por qué Francia?
Si el Estado no quiere que entres, pues no entras. La Argentina,
además, tiene un buen mercado de clase media y una formación
profesional que produce gente muy capacitada. Es una buena base para cualquier
empresa internacional, y en el caso de las españolas se agrega
la comodidad de idiosincrasia y de idioma. Por otra parte, vosotros no
recibís a los españoles como nuevos conquistadores.
Depende.
Es que polémicas hay siempre, y uno debe estar acostumbrado
a ellas cuando presta servicios directos al usuario. También es
natural un grado mayor de susceptibilidad a la politización de
los negocios, y ni hablemos de si media una concesión administrativa
por parte del Estado. En mercados regulados, además, la tensión
puede ser permanente, y es natural que así sea, pero vamos, no
veo que la acogida argentina a los españoles sea hostil.
¿Qué es lo malo de la Argentina para un inversor español?
Una moral pública y privada por debajo de lo que necesita
el desarrollo transparente de los negocios. Yo no sé si es verdad
o no que se pagaron coimas a senadores, pero el solo hecho de que exista
la duda ya es una limitación. Ese clima es malo.
¿No es una ventaja que una empresa extranjera pueda comprar
a un funcionario?
Aunque suene ingenuo, no. En este mundo de economía global
y mercados de valores con información internacional on line, todo
se sabe al instante, y las sospechas en la Argentina pueden ser perjudiciales
para una empresa en la bolsa de Francfort. Hoy, las multinacionales no
pueden tener zonas pasibles de persecución penal. Antes o después,
eso será un problema. Cada vez paga menos la oscuridad en este
mundo globalizado, cada vez es menos rentable. Pero ése no es el
único problema de la Argentina. Yo veo allí una gran deficiencia
del sector público. Vosotros sacasteis la gestión pública
de las empresas, que por cierto no era ejemplar, estaba corporativizada
y no seducía con sus precios a los usuarios, y ahora la Argentina
debe fortalecer las regulaciones. Es clave evitar la elusión y
la evasión fiscal y, a la vez, fortalecer el Estado frente a los
lobbies privados.
En esas condiciones, ¿la inversión española
crecerá o se achicará?
Todavía hay mucho por explorar. Pienso en las nuevas tecnologías
de comunicación y en los medios. En el último caso, creo
que ha llegado el momento de las asociaciones entre empresas de ambos
países, para aprovechar la magnífica tradición de
empresas editoriales de la Argentina. Y en cuanto a la tecnología
de punta, deberíamos juntar mucha gente para ir facilitando la
discusión.
¿Cómo imagina la búsqueda española de
socios?
La imagino no solo en los medios. También en la pequeña
y mediana empresa. Las grandes compañías españolas
están acostumbradas a unos suministradores determinados. Si quieren
seguir con los suministros de aquí, acabarán importando
productos españoles desde la Argentina. Tal vez el camino alternativo,
a mi juicio muy interesante, es que empresas pequeñas y medianas
de la Argentina se asocien con suministradores españoles de las
grandes multinacionales. De paso, pueden pensar no solo en abastecer las
necesidades en la Argentina sino, por ejemplo, en Chile y Perú.
La pyme española necesita un socio porque de otro modo no competirá
en un mercado que desconoce.
¿Hay entusiasmo hoy por invertir en la Argentina?
A ver, francamente los españoles están un poco frustrados
porque esperaban un crecimiento del cuatro o cuatro y medio por ciento
y no es ésa la cifra actual. Así que, primero, vamos a ver
si se alegra el mercado. También juega en contra el clima de crisis
de gobierno. Lo digo en este sentido: los argentinos, ¿están
realmente decididos a acompañar al gobierno si la travesía
por el desierto se prolonga? Hay que tener en cuenta que los tiempos del
mercado siempre van detrás que los de la macroeconomía.
Primero hace falta el incremento de la demanda interna, pero después
lleva tiempo restaurar la confianza del consumidor, temeroso por la falta
de trabajo.
¿Qué otros elementos alegrarían el mercado,
para usar sus palabras?
Normalmente, el Estado o la pequeña y mediana empresa. El
problema argentino es que a menos que el Estado realice alguna forma de
contabilidad creativa con ayuda del Fondo Monetario, no dispondrá
de dinero para obras de infraestructura, y entonces las obras públicas
no serán el motor. Y las pymes no tienen ni fondos propios ni son
solventes para capturar fondos ajenos. En el camino también creo
que los empresarios españoles todavía no saben cómo
manejarse con la nueva administración. Tienen claro que el nuevo
Gobierno es más transparente, pero ignoran con quién hablar,
cómo, qué poder de decisión tiene el interlocutor
y si representa al Presidente.
¿La discusión de las regulaciones puede perjudicar
las intenciones españolas?
Bueno, cuando hay una revisión profunda de tarifas el inversor
dice: Me detengo y miro. Pero normalmente se las aguanta.
En la Argentina la sociedad tiene que levantar su autoestima para que
lo políticamente posible no sea contradictorio con la economía
y la administración precisa cierta cintura y nuevas reglas. La
Argentina nunca será un país moderno con tanta evasión
fiscal. Esa autoestima, que es en realidad una clave política y
no psicológica, es la que llevará a los argentinos a atarse
al palo mayor mientras dure la tormenta. Cuando se hacen reformas siempre
hay remezones, porque se pisa los callos de intereses muy bien organizados,
pero el gobierno debe permanecer en la virtud.
En el exterior, ¿no se ve como una rareza que la Argentina
sea el único país del mundo que no devaluó, acompañado
solo por Hong Kong?
No deja de ser una verdad, pero como vuestra inflación es
cero o tenéis deflación, los costos internos no se han elevado
como en otros países. Brasil devaluó pero por la suba de
precios después perdió parte de su competitividad.
¿Brasil es interesante para España?
Es una especie de continente, pero no necesariamente constituye
la mejor base de operaciones.
¿Y México?
Las inversiones españolas crecen allí, aprovechando
una economía que se desarrolla al 6.5 por ciento anual, pero México
no tiene las clases medias argentinas, con sus posibilidades de alto consumo
y sus empleados de alto nivel. Claro que la Argentina tiene un problema
con susprofesionales. Tengo la impresión de que el ajuste lo pagaron
los más pobres y que la Argentina aumentó su desigualdad.
Y ese cuadro, además de las cuestiones morales, genera un problema
de competitividad. Aunque algún amigo argentino se acuerde de mis
muertos al leer esto, la desigualdad es mala en el mercado mundial.
¿Los Estados Unidos son un fantasma para España?
Son una perplejidad. No sabemos hasta qué punto y hasta cuándo
los Estados Unidos dejarán espacio libre a los intereses españoles.
Aquí se espera la respuesta estratégica.
Me quedé pensando en su idea de que la oscuridad no paga.
¿Puedo ser escéptico?
Sí, siempre que al mismo tiempo considere que las empresas,
ante un Estado más musculoso, tenderán a resignarse. Se
lo tomarán deportivamente. Pelearán, como es normal, pero
sabrán que estarán sujetas a la fortaleza del regulador
igual que en Chile o en Italia. En este tema, ni hay que crear regulaciones
a medida de un inversor, para atraerlo, ni hay que cambiar las reglas
permanentemente.
Pero tras el Gobierno anterior, este Gobierno decidió discutir
parte de la relación con los prestadores de servicios. ¿Entonces?
Existe un Estado, existe una regulación, existen unas leyes,
existen unos tribunales, puede existir incluso el reclamo de indemnizaciones.
Es así en todo el mundo.
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