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CARLOS SOLCHAGA, EX MINISTRO DE ECONOMIA DE ESPAÑA
“En este mundo la oscuridad cada vez paga menos”

Ministro con Felipe González y sin duda uno de los mejores conocedores de la Argentina en España, Solchaga pidió no ser tomado como un ingenuo cuando explicó a Página/12 por qué la corrupción está dejando de ser negocio para las multinacionales.

Por M.G.

t.gif (862 bytes)  Antes de contestar, pregunta. Por Fernando de la Rúa, por Carlos Chacho Alvarez, por Fernando de Santibañes, por el nuevo gabinete, por el humor social. Está acostumbrado a ser un curioso sistemático este socialista que ahora es el principal asesor estratégico del Grupo Prisa, que edita entre otras publicaciones el diario “El País”. Y no tiene problemas en responder bien concreto: conoce a cada protagonista de la Argentina, a cada español que invierte en el país. Por eso es interesante saber qué opina Carlos Solchaga de la economía y la corrupción.
–Los españoles son hoy el segundo inversor de la Argentina, después de los Estados Unidos. ¿Se irán?
–La Argentina sigue siendo interesante como destino de las inversiones, sobre todo si se compara con Brasil, que es la Francia del Mercosur.
–¿Por qué Francia?
–Si el Estado no quiere que entres, pues no entras. La Argentina, además, tiene un buen mercado de clase media y una formación profesional que produce gente muy capacitada. Es una buena base para cualquier empresa internacional, y en el caso de las españolas se agrega la comodidad de idiosincrasia y de idioma. Por otra parte, vosotros no recibís a los españoles como nuevos conquistadores.
–Depende.
–Es que polémicas hay siempre, y uno debe estar acostumbrado a ellas cuando presta servicios directos al usuario. También es natural un grado mayor de susceptibilidad a la politización de los negocios, y ni hablemos de si media una concesión administrativa por parte del Estado. En mercados regulados, además, la tensión puede ser permanente, y es natural que así sea, pero vamos, no veo que la acogida argentina a los españoles sea hostil.
–¿Qué es lo malo de la Argentina para un inversor español?
–Una moral pública y privada por debajo de lo que necesita el desarrollo transparente de los negocios. Yo no sé si es verdad o no que se pagaron coimas a senadores, pero el solo hecho de que exista la duda ya es una limitación. Ese clima es malo.
–¿No es una ventaja que una empresa extranjera pueda comprar a un funcionario?
–Aunque suene ingenuo, no. En este mundo de economía global y mercados de valores con información internacional on line, todo se sabe al instante, y las sospechas en la Argentina pueden ser perjudiciales para una empresa en la bolsa de Francfort. Hoy, las multinacionales no pueden tener zonas pasibles de persecución penal. Antes o después, eso será un problema. Cada vez paga menos la oscuridad en este mundo globalizado, cada vez es menos rentable. Pero ése no es el único problema de la Argentina. Yo veo allí una gran deficiencia del sector público. Vosotros sacasteis la gestión pública de las empresas, que por cierto no era ejemplar, estaba corporativizada y no seducía con sus precios a los usuarios, y ahora la Argentina debe fortalecer las regulaciones. Es clave evitar la elusión y la evasión fiscal y, a la vez, fortalecer el Estado frente a los lobbies privados.
–En esas condiciones, ¿la inversión española crecerá o se achicará?
–Todavía hay mucho por explorar. Pienso en las nuevas tecnologías de comunicación y en los medios. En el último caso, creo que ha llegado el momento de las asociaciones entre empresas de ambos países, para aprovechar la magnífica tradición de empresas editoriales de la Argentina. Y en cuanto a la tecnología de punta, deberíamos juntar mucha gente para ir facilitando la discusión.
–¿Cómo imagina la búsqueda española de socios?
–La imagino no solo en los medios. También en la pequeña y mediana empresa. Las grandes compañías españolas están acostumbradas a unos suministradores determinados. Si quieren seguir con los suministros de aquí, acabarán importando productos españoles desde la Argentina. Tal vez el camino alternativo, a mi juicio muy interesante, es que empresas pequeñas y medianas de la Argentina se asocien con suministradores españoles de las grandes multinacionales. De paso, pueden pensar no solo en abastecer las necesidades en la Argentina sino, por ejemplo, en Chile y Perú. La pyme española necesita un socio porque de otro modo no competirá en un mercado que desconoce.
–¿Hay entusiasmo hoy por invertir en la Argentina?
–A ver, francamente los españoles están un poco frustrados porque esperaban un crecimiento del cuatro o cuatro y medio por ciento y no es ésa la cifra actual. Así que, primero, vamos a ver si se alegra el mercado. También juega en contra el clima de crisis de gobierno. Lo digo en este sentido: los argentinos, ¿están realmente decididos a acompañar al gobierno si la travesía por el desierto se prolonga? Hay que tener en cuenta que los tiempos del mercado siempre van detrás que los de la macroeconomía. Primero hace falta el incremento de la demanda interna, pero después lleva tiempo restaurar la confianza del consumidor, temeroso por la falta de trabajo.
–¿Qué otros elementos alegrarían el mercado, para usar sus palabras?
–Normalmente, el Estado o la pequeña y mediana empresa. El problema argentino es que a menos que el Estado realice alguna forma de contabilidad creativa con ayuda del Fondo Monetario, no dispondrá de dinero para obras de infraestructura, y entonces las obras públicas no serán el motor. Y las pymes no tienen ni fondos propios ni son solventes para capturar fondos ajenos. En el camino también creo que los empresarios españoles todavía no saben cómo manejarse con la nueva administración. Tienen claro que el nuevo Gobierno es más transparente, pero ignoran con quién hablar, cómo, qué poder de decisión tiene el interlocutor y si representa al Presidente.
–¿La discusión de las regulaciones puede perjudicar las intenciones españolas?
–Bueno, cuando hay una revisión profunda de tarifas el inversor dice: “Me detengo y miro”. Pero normalmente se las aguanta. En la Argentina la sociedad tiene que levantar su autoestima para que lo políticamente posible no sea contradictorio con la economía y la administración precisa cierta cintura y nuevas reglas. La Argentina nunca será un país moderno con tanta evasión fiscal. Esa autoestima, que es en realidad una clave política y no psicológica, es la que llevará a los argentinos a atarse al palo mayor mientras dure la tormenta. Cuando se hacen reformas siempre hay remezones, porque se pisa los callos de intereses muy bien organizados, pero el gobierno debe permanecer en la virtud.
–En el exterior, ¿no se ve como una rareza que la Argentina sea el único país del mundo que no devaluó, acompañado solo por Hong Kong?
–No deja de ser una verdad, pero como vuestra inflación es cero o tenéis deflación, los costos internos no se han elevado como en otros países. Brasil devaluó pero por la suba de precios después perdió parte de su competitividad.
–¿Brasil es interesante para España?
–Es una especie de continente, pero no necesariamente constituye la mejor base de operaciones.
–¿Y México?
–Las inversiones españolas crecen allí, aprovechando una economía que se desarrolla al 6.5 por ciento anual, pero México no tiene las clases medias argentinas, con sus posibilidades de alto consumo y sus empleados de alto nivel. Claro que la Argentina tiene un problema con susprofesionales. Tengo la impresión de que el ajuste lo pagaron los más pobres y que la Argentina aumentó su desigualdad. Y ese cuadro, además de las cuestiones morales, genera un problema de competitividad. Aunque algún amigo argentino se acuerde de mis muertos al leer esto, la desigualdad es mala en el mercado mundial.
–¿Los Estados Unidos son un fantasma para España?
–Son una perplejidad. No sabemos hasta qué punto y hasta cuándo los Estados Unidos dejarán espacio libre a los intereses españoles. Aquí se espera la respuesta estratégica.
–Me quedé pensando en su idea de que la oscuridad no paga. ¿Puedo ser escéptico?
–Sí, siempre que al mismo tiempo considere que las empresas, ante un Estado más musculoso, tenderán a resignarse. Se lo tomarán deportivamente. Pelearán, como es normal, pero sabrán que estarán sujetas a la fortaleza del regulador igual que en Chile o en Italia. En este tema, ni hay que crear regulaciones a medida de un inversor, para atraerlo, ni hay que cambiar las reglas permanentemente.
–Pero tras el Gobierno anterior, este Gobierno decidió discutir parte de la relación con los prestadores de servicios. ¿Entonces?
–Existe un Estado, existe una regulación, existen unas leyes, existen unos tribunales, puede existir incluso el reclamo de indemnizaciones. Es así en todo el mundo.

 

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