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Jorge Olivera tiene permiso para hurgar en archivos de la Conadep

 

Una jueza decidió que el Ministerio de Justicia le muestre al represor la documentación que lo vincula con la desaparición de Marie Anne Erize.

 

Por Victoria Ginzberg

t.gif (862 bytes)  La jueza en lo contencioso administrativo federal Emilia Marta García dispuso que el Ministerio de Justicia abra los archivos de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas (Conadep) para el represor Jorge Olivera. Así, el secuestrador y torturador de la ciudadana francesa Marie Anne Erize Tisseau podrá acceder a un privilegio que no tuvo su defendido, el represor Carlos Guillermo “Pajarito” Suárez Mason. Como la Subsecretaría de Derechos Humanos rechazó una solicitud del secuestrador de la ciudadana francesa Marie Anne Erize para indagar en los legajos con las denuncias de sus víctimas, el mayor retirado presentó un recurso de hábeas corpus ante la Justicia, que le dio curso.
La jueza libró un oficio al Ministerio de Justicia en el que se reclamó que “dentro del término de cinco días informe todos los datos que contengan sus archivos tanto públicos como confidenciales y de la ex Conadep respecto de María Ana Erize en relación con su desaparición y cualquier elemento de cargo que vincule al actor con el hecho”. En la Subsecretaría de Derechos Humanos están evaluando la contestación que se le dará a la Justicia.
En su presentación ante la magistrada García, el represor había solicitado conocer además, “documentos relacionados con el fallecimiento, desaparición o ausencia por presunción de fallecimiento” de María Ana Erize y el expediente iniciado por los familiares de la joven para poder cobrar la indemnización que otorga el Estado a los herederos de las víctimas del terrorismo de Estado. Como fue establecido por el gobierno nacional y el de la Ciudad de Buenos Aires, el “fallecimiento” de la desaparecida Erize no está acreditado en ningún organismo oficial. Eso fue comprobado luego de que los abogados del represor presentaran ante la Justicia italiana una adulterada solicitud de partida de defunción de Erize que fue utilizada para dejar en libertad a Olivera.
Un mes después de que el mayor retirado del Ejército fuera detenido en el aeropuerto romano de Fiumiccino por orden del juez francés Roger le Loire, sus socios Jorge Humberto Appiani y Jorge González Pagnanelli solicitaron a la subsecretaria de Derechos Humanos, Diana Conti, acceder al los archivos de la Conadep. Pero el reclamo no tuvo respuesta. El mismo represor se quejó de este hecho en la presentación judicial formulada el 26 de septiembre. “El día 25/9/00 mis letrados volvieron a la Subsecretaría de Derechos Humanos buscando una respuesta y en razón de que, si bien había recuperado mi libertad y retornado al país continuaba el proceso en Italia (en realidad es en Francia) se les respondió verbalmente que el suscripto carecía de interés legítimo para acceder a la información”, mencionó Olivera.
En la subsecretaría le habían contestado verbalmente a los representantes del represor que el archivo de Conadep, de acuerdo con una resolución del ex ministro Antonio Tróccoli, era de “carácter reservado” y que una disposición de 1989, dictada por el ex subsecretario Guillermo Frugoni Rey, limita el acceso a los legajos a personas que tengan “interés legítimos o derechos subjetivos que defender”.
En el recurso de hábeas data, Olivera expresó su bronca porque varias agrupaciones querellantes en los juicios contra militares argentinos en el exterior poseían los documentos que él reclamaba: “No acierto a explicarme cuáles son los intereses legítimos que oportunamente invocaron las autoridades judiciales francesas para reunirse con la documentación de la Subsecretaría de Derechos Humanos y que acompañaron para sustentar el pedido de extradición en mi contra, o cuáles son los intereses legítimos que invocan la Unión Progresista de Fiscales de España, la coalición española Izquierda Unida, la Asociación Libre de Abogados Españoles, la Asociación Argentina Pro Derechos Humanos y la Organización No Gubernamental Solidaria para Asia, Africa y América Latina, quienes actúan como querellantes contra militares argentinos y acompañaron y ofrecieronal instructor español Baltasar Garzón declaraciones y testimonios extraídos del archivo de la ex Conadep”.

Los intentos fallidos

En 1997 Suárez Mason también invocó la ley de hábeas data para entrar en los archivos donde constan las acusaciones en su contra hechas por sus víctimas. En esa oportunidad no se abrió una causa judicial y la subsecretaria de entonces, Alicia Pierini, rechazó el planteo. “La metodología criminal desatada a partir del 24 de marzo de 1976, de la cual usted participó y que ha mantenido hasta la fecha oculta la verdad, es la causa por la cual la Conadep debió reconstruir un tenebroso rompecabezas después de muchos años de producidos los hechos, cuando se han borrados deliberadamente todos los rastros, se ha quemado documentación y hasta se han demolido edificios”, le respondió a “Pajarito”, entre otras cosas, Pierini. Por ese gesto, los abogados de Suárez Mason –entre los que estaba Olivera– denunciaron sin éxito a la actual legisladora porteña. Durante la gestión de Inés Pérez Suárez en Derechos Humanos otro represor reclamó conocer sus antecedentes de la Conadep. Fue Víctor Hugo Dinamarca, un ex oficial del servicio penitenciario vinculado a las empresas de seguridad del fallecido empresario Alfredo Yabrán. Dinamarca pedía además que se suprimiera una denuncia. El legajo no fue rectificado y se le entregaron al juzgado otros documentos en los que se ratificaba que Dinamarca había participado de grupos de tareas. Al hombre le preocupaba un proyecto de ley que establecía la inhabilitación de represores para participar en el negocio de la seguridad privada en la provincia de Buenos Aires.

 

 

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