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EL TODOS CONTRA TODOS EN LAS FUERZAS DE SEGURIDAD
La interna de los uniformes

La Federal, la Bonaerense, la Gendarmería y el Ejército: en las últimas dos semanas, sus peleas son cada vez más fuertes y abiertas. Se disputan espacios estratégicos y negocios oscuros.

Por Raúl Kollmann

t.gif (862 bytes)  La Bonaerense contra la Gendarmería y la Gendarmería contra la Bonaerense. La Federal contra la Bonaerense, ésta contra la Federal y contra el Ejército. La Gendarmería contra el Ejército. En las últimas dos semanas se han disparado las internas entre las fuerzas de seguridad: se disputan espacios estratégicos, pero también oscuros negocios. Unos acusan a otros de encubrir contrabandos, piratas del asfalto, robo de armas, fomentar asaltos a bancos y hasta darles cobijo a quienes se escaparon de su lugar de detención. En verdad, las internas se fomentan en un momento en que el gobierno nacional tiene la firme decisión de integrar los esfuerzos para combatir el delito: el ministro del Interior, Federico Storani, está convencido de que, si no se coordinan las frecuencias de comunicaciones, las bases de datos y los informes de inteligencia, se pierde gran parte de la efectividad en materia de seguridad. Al mismo tiempo, hay un beneficio adicional: mucha coordinación entre las fuerzas también significa que unos entorpecen los negocios de otros. Por esta última razón, aparecen en las propias fuerzas los que boicotean todo, profundizando las internas.
Hace dos semanas, el ministro de Seguridad bonaerense, Ramón Verón, sostuvo que las armas largas de los delincuentes salen de los cuarteles. Es decir que hombres verde-oliva las roban y las trafican. El Ejército contestó que no hay faltantes en sus depósitos y, en privado, los oficiales dejaron entrever que es la propia Bonaerense la que pone en el mercado negro las armas que les va quitando a los delincuentes.
La semana pasada, otra vez Verón dijo que los delincuentes actúan impulsados por la droga que la Gendarmería deja pasar por las fronteras y que también las armas vienen del Paraguay. La Gendarmería alega que no hay tráfico de fusiles ni de pistolas 9 milímetros desde Paraguay y que, en verdad, esas armas vienen de la propia Bonaerense o del Ejército.
En la Gendarmería dicen, además, que tienen unos 4000 autos robados que fueron secuestrados en la frontera. La mayoría provienen de la provincia de Buenos Aires, pero no los reclaman porque –según afirman– hay negocios entre la Bonaerense y las empresas de recuperación de vehículos. La policía no los devuelve ni se da por enterada de que los autos ya están ubicados y las empresas cobran su comisión por recuperarlos. La Bonaerense niega ese negocio y le devuelve la acusación a la Gendarmería.
En la Federal, por su parte, sugieren que se ha producido un hecho extraño: ya no hay tantos robos de blindados en el Gran Buenos Aires, sino que ahora ocurren en la Capital, como sucedió en los casos de Aguas Argentinas y la Boca. Lo mismo razonan sobre los asaltos a bancos: hay menos que antes en territorio provincial y más en suelo porteño. En privado, los hombres de la Federal aseguran que hay un pacto de sectores de la Bonaerense con las grandes bandas: les dan vía libre, pero para actuar dentro del territorio demarcado por la avenida General Paz. Es más, hay oficiales de la Federal que juran y perjuran que la Bonaerense no colabora en nada para ubicar al Tractorcito Cabrera y a los dos paraguayos que se fugaron del Departamento Central de la Federal. Por supuesto, los hombres de la Bonaerense insisten en que el crecimiento de los robos y la fuga tienen que ver con problemas de ineficacia de la Federal.
A todas estas acusaciones y réplicas hay que agregar que ninguna fuerza quiere tener a la otra en su territorio. Por ejemplo, la Gendarmería custodia algunos peajes y el Mercado Central en territorio bonaerense, provocando la furia policial que insiste en que la Gendarmería se ocupe de las fronteras, donde pasa buena parte de la droga. La Gendarmería contesta que nunca se secuestró tanta droga en la frontera como ahora, pero que los estupefacientes también van en camiones por las rutas y que la verdadera razón por la que quieren sacar a la Gendarmería del medio es por el acuerdo que hay entre policías y piratas del asfalto.
Como se ve, las confrontaciones no tienen que ver con la mayor o menor eficacia para combatir el delito. Justamente, el ministro del Interior quiere poner el acento en que de una vez por todas debe terminarse la guerra entre las fuerzas, como única manera de ganar en materia de seguridad. Por primera vez en la historia, el miércoles pasado, hubo una reunión de las cúpulas completas de la Federal y la Bonaerense, con la venia tanto de Storani como del gobernador Carlos Ruckauf. El encuentro, en la escuela Juan Vucetich, fue “para romper el hielo”. A partir de ese momento, los centros de información de ambas fuerzas empezaron a utilizar la misma frecuencia de radio, permitiendo una coordinación en algunos operativos contra delincuentes que roban en Capital y cruzan la General Paz. Fue el primer paso. Pero es evidente que la competencia entre las fuerzas y, sobre todo los negocios, son un durísimo obstáculo a vencer.

 

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