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EL REGRESO DE MONTESINOS OBLIGO A FUJIMORI A NEGOCIAR CON LAS FF.AA.
Un presidente de paseo por los cuarteles

El súbito e inesperado regreso del ex asesor de inteligencia Vladimiro Montesinos provocó una crisis política en Perú: el vicepresidente Francisco Tudela renunció, la oposición salió a las calles, y Alberto Fujimori pasó el día dialogando con los militares.
Página/12
en Perú

Por Benito Portocarrero
Desde Lima

t.gif (862 bytes)  Exactamente un mes después que huyera al filo de la medianoche con destino a Panamá, en la madrugada del lunes 23 de octubre el ex asesor de inteligencia de la fujicracia Vladimiro Montesinos estaba de retorno en el Perú. Realmente nadie lo esperaba. Tan es así que el jet de la empresa panameña Aerolap que lo traía, si bien debió aterrizar a las 3 de la mañana en el aeropuerto de Lima, terminó haciéndolo 2 horas después en un terminal aéreo castrense en Pisco, a unos 250 kilómetros al sur de la capital peruana. La mera presencia de Montesinos desencadenó rumores de golpe de Estado, motivó la renuncia del vicepresidente Francisco Tudela, inspiró violencia en el centro de Lima, despertó malestar nacional e internacional y creó un clima de excitación y desconcierto que apenas comenzaba a ceder con el paso de las horas.
El fin de semana el país había sido conmovido después de que las Fuerzas Armadas consiguieran –a través de sus representantes en la Mesa de Diálogo de la OEA– que el gobierno del presidente Alberto Fujimori sometiera a condicionas la continuación de las conversaciones sobre la transición, y por ende la realización de las elecciones adelantadas. Estas condiciones equivalían en la práctica a la ampliación de una amnistía, convertida en un dispositivo constitucional que según la oposición garantizaría la impunidad de los delitos cometidos por los militares tanto en el ámbito de los derechos Humanos como aun en los de narcotráfico.
A última hora del domingo, el ministro de Justicia Alberto Bustamante, confirmando lo que era un secreto a voces, presentó un proyecto de acuerdo político en el que a la “ampliación, actualización y ubicación a nivel constitucional” de la llamada Ley de Amnistía se sumaba la extensión de dichos beneficios “a los casos de delitos cometidos en el contexto de la lucha emprendida contra el narcotráfico”. Fue precisamente en este marco de crispación política que Vladimiro Montesinos aterrizó en Perú, acompañado de tres personas.
El efecto primero y casi inmediato de su llegada fue la renuncia del vicepresidente primero, Francisco Tudela, quien a la vez se alejó de la alianza oficialista en el Congreso. En su carta de renuncia, Tudela, una de las figuras más notables del fujimorismo, además de tomar distancia de la propuesta de amnistía planteada por el gobierno (la que no le habría sido consultada) y los pronunciamientos políticos de los ministros de Guerra y del Interior, dice: .no puedo dejar de ver una trágica vinculación entre ambos eventos, así como una relación con la llegada esta madrugada del Dr. Vladimiro Montesinos, quien ofendió a la conciencia moral del Perú, provocando el acortamiento del mandato presidencial.. Para muchos es obvio que si Francisco Tudela sostiene que estos tres hechos tienen vinculación, ésta es la de el control que el ex hombre fuerte del SIN (Servicio de Inteligencia) continúa ejerciendo sobre los cuarteles peruanos.
Despertados los peruanos con el ex asesor en casa y un vicepresidente renunciante, los rumores de golpe de estado no se hicieron esperar. En Palacio de gobierno las actividades oficiales –pues el ministro de Economía, Carlos Boloña, estuvo muy temprano por la Casa de Pizarro–, se iniciaron recién a 11 de la mañana con una reunión del Consejo de Ministros que se extendió hasta la 1 de la tarde que culminó sin ninguna declaración a la prensa.
Inmediatamente después, el presidente Fujimori recibió a los comandantes generales del Ejército, la Marina y la Aviación, al director general de laPolicía, a los ministros de Defensa y del Interior así como a la presidenta del congreso, Martha Hildebrandt. Tampoco se supo lo que allí se trató, pues al culminar la reunión, hora y media después, los militares y el presidente en comitivas se dirigieron hacia el cuartel de la aviación conocido como Las Palmas, en uno de cuyos ambientes están ubicadas las instalaciones del SIN, el feudo de Montesinos cuyo anunciado desmantelamiento comenzó recién la semana pasada.
Es así como para sorpresa de todos, la tarde y la noche de uno de los días más tensos de sus diez años de gobierno, el presidente Fujimori las ocupó en lo que un periodista radial calificó –recurriendo a un término taurino–, como un “paseíllo”. Y es que el mandatario ya en Las Palmas visitó el “bunker” de Montesinos para luego salir hacia el local de las Fuerzas Especiales del Ejército en Chorrillos, visitar allí luego la Escuela Militar, retornar al cuartel de las Fuerzas Especiales y volver nuevamente al SIN. Todo esto bajo la expectativa de que diera una conferencia de prensa en aras de tranquilizar a la población que veía con preocupación el errático deambular presidencial.
La oposición tuvo una jornada de intensos contactos, pero aceptó acudir esta noche a la Mesa de Diálogo auspiciada por la OEA –cuyo secretario general César Gaviria llegará hoy a Lima–. Aun a sabiendas de que en el marco actual le será imposible llegar a un acuerdo en el tema que más le interesa: cómo y cuándo echará a andar el proceso democrático.

Claves
Hace un mes, el video que mostraba al jefe de los espías peruano
Vladimiro Montesinos pagando un soborno a un legislador provocó una crisis que culminó en el anuncio de elecciones adelantadas, esta vez sin la candidatura del actual presidente Alberto Fujimori, quien renunciaba así completar su tercer mandato.
Los militares presentes en la mesa de diálogo que debía pautar la transición exigieron una amnistía que según la oposición equivale a la impunidad.
Tras 28 días en Panamá, que no le concedió asilo político, Montesinos regresó ayer a Perú.
El vicepresidente renunció, mientras Fujimori busca una salida negociada con las FF.AA. que contemple el caso general de la demanda de amnistía y seguramente el específico de Montesinos.

 

 

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