Por
Suzanne Goldenberg *
Desde Jerusalén
Ariel Sharon, el halcón del partido derechista israelí
Likud, se reunió otra vez con el premier israelí Ehud Barak
para tratar de cosechar el máximo rédito político
del caos de sangre y violencia que él mismo comenzó. De
la entrevista no salió el tan mentado gobierno de emergencia nacional
que propicia Barak, pero ambos volverán a encontrarse mañana,
según un portavoz del Likud. Sharon dejó en claro ayer que
espera un alto precio por su apoyo, ya que pidió poder de veto
sobre las decisiones de seguridad y una garantía de que Israel
no volverá a la mesa de negociaciones con los palestinos. Se registraron
choques tanto en Cisjordania como en la Franja de Gaza. Hubo un muerto
y varios heridos, más dos personas que murieron por heridas recibidas
en jornadas anteriores. El gobierno israelí decidió reabrir
el aeropuerto palestino de Gaza, que durante el día estuvo cerrado.
La policía palestina detuvo a un palestino sospechoso de colaborar
con Israel al haber disparado anteayer sobre el asentamiento judío
de Gilo mientras un jefe militar israelí, con cámaras de
televisión, se encontraba allí.
Las conversaciones entre Barak y Sharon vienen desarrollándose
hace unos días pero ayer adquirieron carácter oficial. El
poco apoyo que tiene Barak en el Knesset (Parlamento israelí) que
pronto reabrirá sus puertas lo llevó también a ofrecer
el gobierno al partido ultraortodoxo Shas, que ya le provocó en
el pasado más de un dolor de cabeza. El Shas rechazó la
oferta pero se comprometió a apoyar a un eventual gobierno de emergencia
desde fuera. Mientras tanto, la violencia en las calles de Cisjordania
y Gaza no se detiene. Ya van 26 días de violencia y 130 muertos
desde que Ariel Sharon visitara la Explanada de las Mezquitas y Haram
el Sharif y desatara el actual proceso. Después de los hechos de
anteayer en Gilo, asentamiento judío en las afueras de Jerusalén,
el ejército israelí bloqueó la localidad palestina
de Beit Jalá, desde donde habrían salido los disparos sobre
Gilo. También hubo tiroteos en Hebrón, y 36 palestinos resultaron
heridos en un cruce en la Franja de Gaza.
En medio de la violencia, Shalom Silvan, uno de los líderes del
Likud, dijo que Sharon había exigido reaseguros de que Barak en
dos o tres meses desde ahora, no volvería a los ofrecimientos
que hizo en Camp David en julio. Sharon tampoco desea ser un socio silencioso
en esta coalición. Si Barak quiere el apoyo de su partido, tendrá
que respetar la línea del Likud, que se opone firmemente a los
ideales de cambiar tierra por paz, que han guiado las negociaciones.
Los diarios israelíes informaron que Sharon estaba exigiendo el
puesto de vicepremier, con poder para vetar sobre las decisiones de seguridad.
Estamos buscando una sociedad que esté en una base igualitaria
entre el Likud y el Partido Laborista de Barak, dijo Meir Shitreet,
miembro del Likud en el Knesset. Sin embargo, esas exigencias son inaceptables
para el Partido Laborista de Barak, que reaccionó con desconcierto
a la decisión del premier de aceptar a un hombre tan odiado por
los palestinos. Resulta claro que Sharon y Barak están ansiosos
por hacer un trato lo antes posible. El primer ministro, que tiene las
lealtades de solo una cuarta parte del Knesset, está desesperado
por mantenerse en el poder. Dentro de su partido, Sharon está bajo
la presión del ex premier Benjamin Netanyahu. La solución
puede encontrarse primero declarando un gobierno de emergencia, en el
que Likud simplemente ayude a apuntalar a Barak durante un término
relativamente corto de tres o cuatro semanas. El próximo paso sería
un verdadero gobierno de unidad nacional, en el que Likud pudiera dictar
los términos. Con la violencia en Cisjordania y Gaza ahora virtualmente
en la Jerusalén Occidental judía, las posiciones se están
endureciendo. Aunque los palestinos sostienen que la participación
de Sharon en el gobierno significaría el abandono de Israel de
las negociaciones, el gobierno permanece inmutable. Realmente no
creo que aArafat le importe quién está en el gobierno israelí,
dijo Yitzhak Herzog, el secretario del gabinete.
En otro orden de cosas, Estados Unidos puso en estado de alerta a sus
fuerzas en el Golfo Pérsico por motivos específicos
que no describió.
De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère
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