Por Martín Granovsky
Desde Barcelona
Era casi la medianoche cuando Fernando de la Rúa cumplió con su dosis diaria de medicamentos para los mercados financieros: �En el país hay confianza�, dijo. Antes de embarcarse en el Tango 01 de regreso a la Argentina, el Presidente afirmó no haber leído las declaraciones de José Luis Machinea sobre conspiraciones contra el Gobierno, su forma usual de no quedar atado a lo que dicen otros, coincida o no. De la Rúa se negó a ponerle una nota a su viaje con esta explicación: �No soy un maestro�.
Sin embargo, en privado los funcionarios y los legisladores que acompañaron al Presidente durante la gira reforzaron su idea de que existe la intención de correr a Machinea utilizando la colocación de títulos.
�Hay tres grandes bancos que están en maniobras �dijo un miembro de la comitiva mientras buscaba colocar su jamón serrano en el pan con tomate mientras intercambiaba noticias sobre la Argentina en el patio de los naranjos del Palacio de la Generalitat, el gobierno de la región catalana.
Y un poderoso empresario indicó, media hora más tarde, las identidades de esos bancos, aunque no quiso pronunciar sus nombres haciéndose cargo de la información. Dos serían de origen norteamericano y otro de base europea, aunque no española, francesa, italiana ni británica.
�Nos quieren correr para ponerlo a Cavallo �interpretó uno de los siete legisladores presentes.
Otro asintió y comentó las últimas posiciones económicas del Partido Socialista Obrero Español, que acaba de proponer un �socialismo libertario�, casi un modo de hablar de liberalismo sin decirlo, según la frase de su secretario general de 40 años, José Luis Rodríguez Zapatero: �Bajar impuestos a los que menos tienen es de izquierdas�.
Los corrillos se formaron antes de una espléndida cena que ofreció a De la Rúa el presidente de la Generalitat, Jordi Pujol, en un palacio del 1380. La Argentina parecía lejana en el patio gótico de piedra clara. A un lado se veían los claustros, iluminados con luces de colores suaves. Detrás de algún arco en forma de ojiva alcanzaba a atisbarse un equipo tecnológico de última generación. Por todo el patio, las eles fuertes del catalán hablado por empresarios y diplomáticos locales. En las plantas superiores, por trabajos de restauración, paños con la imagen de la fachada tal como quedará, al estilo de la que usó Carlos Menem cuando reformó la Casa Rosada pero con trazos tipo boceto. Trajes negros en los hombres, vestidos blancos en las mujeres. Y hacia las nueve, una curiosa música de fondo: el carrillón de la Generalitat tocó el Himno argentino, que así parecía más suave, casi infantil.
Si en Madrid hubo besamanos con el rey, en la burguesa Barcelona Pujol y De la Rúa entraron directamente por la puerta donde se leía, en latín, �La paz del Señor os acompañe�. El carrillón ya callaba. Una orquesta de cuerdas tocó un tango. �Por una cabeza, de un noble potrillo...�, tarareó la mitad de los invitados como en un susurro. Adentro de un gigantesco salón ya estaban las mesas dispuestas para la comida, los platos aún vacíos y las copas también. Sólo había raciones de pan con tomate, una religión que todavía no tiene herejes en Cataluña y champagne para los brindis.
Bajito, retacón y sonriente, Pujol se paró para el discurso. Lucía cómodo, lo cual no es asombroso para un hombre que gobierna la región más poderosa de España desde hace 20 años. No leyó. Improvisó. Fue coloquial, como un abuelo acostumbrado a contar cuentos, en este caso para los chicos de la Argentina, y al revés de los discursos de rigor, en general huecos, no eludió que la historia tiene conflictos. �En momentos difíciles para nuestro país la Argentina fue tierra de acogida�, dijo sobre la huida de refugiados catalanes después de que Francisco Franco terminó ganando en 1939 la Guerra Civil contra los republicanos.
Después hizo una referencia directa a los intereses catalanes en la Argentina. �La gente sigue invirtiendo en la Argentina hoy�, dijo. �No sólo es comercio.� Los funcionarios argentinos se miraron en éxtasis: por la mañana se habían despertado mal, leyendo la tapa del poderoso diario económico Expansión. Decía que �la inestabilidad económica de la Argentina castiga la cotización del BBVA y BSCH�, los gigantes financieros Banco Bilbao Vizcaya Argentina y Banco Santander Central Hispano. El diario citaba análisis de la consultora Merril Lynch y de Beta Capital. El segundo de los informes, el más preocupante, decía: �La presión que puede derivarse de la pérdida de confianza de los inversores internacionales podría provocar finalmente la suspensión de pagos de esta economía� y eso �podría repercutir en una modificación de la actual política de tipo de cambio�.
Pujol, claro, no citó Expansión. Tras su alusión a los intereses directos en la Argentina retomó su imagen de dueño de casa y la reforzó haciendo las explicaciones típicas de quien acaba de mudarse y explica los detalles arquitectónicos a los amigos. No necesitaba planos ni proyecciones. Los techos que forman los arcos góticos a 20 metros del piso mostraban frescos. Uno de ellos, frente a Pujol, el encuentro de Cristóbal Colón con los Reyes Católicos al volver de América. Aquí, al revés de Castilla, el gran personaje no es Isabel sino Fernando, que incorporó la modernidad catalana a la unificación española de 1492.
�Nuestro mundo siempre fue el mundo�, dijo Pujol. �Dominábamos�, contó como si hablara de su abuelo. �Luego vino una gran decadencia que duró algunos siglos�, dijo, y volvió a mencionar el franquismo. Aplausos. Todos de pie. Brindis.
Por suerte, un De la Rúa coloquial le respondió. �Yo podría empezar por las carabelas�, dijo. Todos rieron. No sabían que el martes, en la Real Academia Española, había centrado su discurso en Isabel y las carabelas. Siguió: �Me acuerdo de cuando en un juicio, como joven abogado de un pleito por lesiones, empecé diciendo: Desde los albores de la humanidad.... Entonces el juez me preguntó: Doctor, ¿no podría principiar un poco más acá?�. Risas. Y, desde De la Rúa, un poco de conflictos de los que suele esquivar. Referencias a �los dolores de la Guerra Civil� y a Cataluña como �uno de los lugares donde la República resistió�. Críticas a los subsidios europeos. Un comentario sobre las inversiones. Y brindis antes del sopar amb motiu de la visita a Catalunya, es decir antes de la cena con motivo de la llegada de De la Rúa. Ensalada de otoño con setas confitadas al aceite de trufa. Suquet de rape con langostinos de playa y verduritas. Crema catalana con higos caramelizados.
En cada cambio de platos, los mozos levantaron la vajilla exactamente al mismo tiempo y el sonido de los platos entrechocándose en las bandejas con los cubiertos pareció percusión de música antigua. Pero al final las cuerdas no tocaron música antigua de Jordi Savall. �Barrio, barrio...�, fue el tarareo de los que seguían a De la Rúa escaleras abajo, rumbo al avión, a la Argentina, a Cavallo, a Machinea.
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