Por Julio Nudler
Descubrir las �rentas ocultas� y sacarles el jugo. Esta es la nueva idea de la que se enamoró Domingo Cavallo y que, sin demasiada articulación, propagó desde el hotel Hilton el martes pasado. Así cree haber hallado un nuevo motor para su discurso, olvidándose temporariamente de su anterior propuesta de bajar impuestos ya porque la encrucijada fiscal no da margen para ninguna temeridad. Precisamente en el caso de Impositiva, la renta oculta, provocada por la ineficiencia del organismo, anida en la evasión tributaria y previsional. En general, la propuesta del cordobés plantea tres diferencias importantes respecto de la política de José Luis Machinea. Una consiste en el aprovechamiento de las aludidas rentas ocultas, que implica un criterio distinto para algunas privatizaciones y debe generar anzuelos para los capitales. Dos, el despliegue de un horizonte más extenso ante quienes tomen hoy decisiones de inversión. Tres, la igualación de incentivos entre el mercado interno y la exportación, como nuevo rasgo de la política de apertura comercial. Este programa, que para los cavallistas es más sólido y de mayor proyección hacia el futuro que el anunciado por Machinea, tendría más chances de lograr del FMI y Estados Unidos el apoyo financiero que se necesita para sortear los enormes escollos del año próximo. Además de ser sólo coyuntural, el paquete lanzado el lunes último por Economía llegó casi 11 meses tarde, según ven los mediterráneos: Machinea debió anunciarlo el 10 de diciembre de 1999.
Cavallo piensa que si hay desánimo inversor en la Argentina porque los capitales no encuentran oportunidades de negocio, lo que se impone es crear nuevas ocasiones de lucro en aquellas áreas donde hay rentas ocultas, vírgenes, sea por una pobre administración estatal o privada, o por malas reglas de juego. Aunque causó más impacto, el de privatizar la recaudación de impuestos es sólo uno de los ejemplos que maneja. Cavallo citó también el caso de las rutas y el del espectro radioeléctrico. En éste, hasta ahora el Comfer asigna a dedo las bandas de frecuencia. Pero el espectro podría explotarse con la lógica de un mercado, vendiendo las licencias, ya que las rentas generadas le corresponden al Estado. Otro caso es el de las rutas aerocomerciales. Pero hay muchos más, grandes o pequeños. Uno es el de los registros automotores: en vez de adjudicarlos arbitrariamente, como favores políticos o regalos para parientes y acomodados, deberían licitarse, dentro de un mercado que permita salir y entrar. En realidad, Cavallo está impulsando una revisión crítica de todo el procedimiento de las concesiones en la Argentina. Si la privatización de la DGI resalta tanto es, en todo caso, por ser la única capaz de acercar una suma de dinero de tal magnitud que ayude a pasar la difícil transición del 2001.
Héctor Rodríguez, titular de la AFIP (DGI más Aduana), retrucó que el organismo ya privatizó varias tareas, pero los cavallistas replican que están tercerizadas sin incentivos. Se han cedido a concesionarios por falta de personal o limitaciones tecnológicas, pero el prestador privado no obtiene un beneficio concreto si contribuye a que se reduzca la evasión. En el caso de los peajes, aunque se los asignó por licitación, no hay mecanismos de salida, ya que los concesionarios no emiten acciones que puedan transarse en la Bolsa. Debería añadirse entonces una cláusula que prevea la recompra de la concesión en cualquier momento y su inmediata reventa en el mercado si el órgano estatal correspondiente juzgara deficiente el desempeño del operador.
En un sentido más amplio, todas las concesiones deberían ser transferibles y tener un valor de mercado, que dependerá de las condiciones de la economía. Se supone que ello significaría para el adjudicatario un incentivo para evitar que, por falta de inversiones y mantenimiento, el precio de sus acciones caiga por debajo de aquel valor de mercado. En tal caso, correría el peligro de que en cualquier momentole sea recomprada la concesión. Al revés, si atrajese cada vez más tráfico, pasados ciertos límites el adjudicatario quedaría habilitado para transformar su carretera en una autovía o una autopista, que obviamente tendrían un mayor valor de mercado.
Cavallo quiere también dar un horizonte más vasto que el planteado por el paquete de Machinea. En este sentido, promete un 2002 en el que ya no regiría el impuesto provincial a los Ingresos Brutos, y se generalizarían el IVA y Ganancias, con alícuotas menores sobre todo para este último impuesto, respecto del cual vuelve a la idea de gravar las rentas financieras y las ganancias de capital. La intención es que quienes hoy decidan inversiones sepan que la imposición distorsiva no sobrevivirá al 2001. Además, la alícuota bajaría para las nuevas inversiones pero no se reduciría hoy mismo, porque esto beneficiaría a inversiones ya hechas.
Respecto de la apertura, Cavallo retoma la idea de igualar los incentivos entre el mercado interno y la exportación. Según sus economistas, por culpa de haber abandonado ese enfoque la exportación no pudo contrabalancear en 1999 la recesión del mercado interno, dado que la mayoría de las empresas se volvieron Brasil-dependientes. La devaluación del real y la recesión restaron toda chance en ese mercado, pero los productos argentinos no eran capaces de competir en otras plazas. Los cavallistas reivindican el esquema que aplicaron en su momento para los bienes de capital: importación con arancel cero, compensando a los fabricantes locales con un reembolso por sus ventas al mercado interno igual al que reciban por exportar. De esa forma, quien logre competir en el país con los equipos importados estará en condiciones de competir también afuera. Este enfoque llevaría necesariamente a un replanteo del Mercosur, propiciando reglas de juego más parecidas a las chilenas que a las brasileñas.
El shock de reformas estructurales en el que ahora piensa Cavallo consiste en generar oportunidades de negocio en segmentos donde hoy no existe actividad empresaria. Para explicarlo reflota el ejemplo de Segba: allí había una gran empresa estatal que daba pérdidas. Lo que se hizo fue reorganizarla, creando un mercado y gestando dentro de éste empresas con valor intrínseco que podían venderse. De igual modo, Cavallo asegura que dentro de la AFIP hay lugar potencialmente para crear por lo menos una gran empresa que se ocupe de recaudar eficientemente y provea diversos servicios afines. Una forma de generar un imán de inversiones allí donde ahora no hay nada.
Mingo, a la hora señalada
Por J.N.
Domingo Cavallo no saltó a la palestra con su propuesta en una ocasión cualquiera, sino el día en que sus interlocutores de confianza le dieron el parte: �La visión del mercado es que Machinea está muerto�. No es que no lo aprecien y reconozcan su buena disposición. Pero ya hizo lo suyo. Lleva casi un año anunciando medidas, dando pelea, intentándolo todo. Desgastado, ya no moviliza ni convence. El agotamiento de su vida útil se refleja �según las mismas opiniones� en su incapacidad de generar expectativas optimistas. Aunque nadie lo ve a Machinea cayendo mañana, su horizonte se disuelve hacia el verano. Para ellos, ante la Argentina se abren dos opciones. Una, que De la Rúa pegue un fuerte golpe de timón y nombre a alguien con capacidad de lanzar un programa que entusiasme. Si no lo hace, el país chocará con enormes dificultades en el 2001. Quieren ver otra figura. No necesariamente Cavallo. Quizá Ricardo López Murphy, actual ministro de Defensa, aunque nadie está reclamando una brutal poda del gasto público. Eso ya no se estila, y menos para un país cuyo problema madre es que no crece y en el que cada año la inversión es inferior a la del año previo. �Mientras el Estado pague el 15 por ciento para endeudarse, ninguna inversión real será viable�, repiten los administradores de fondos. �Para que les presten al 8 deben mostrar algún cambio importante�, advierten. Algo de esto vislumbraron a mediados de la semana pasada cuando se conoció la reunión de Cavallo con Alfonsín y, casi de inmediato, los despachos favorables de comisión en el Parlamento a proyectos de Economía. El panorama político salía del pantano. Mientras tanto, casas como el JP Morgan y el Swiss Bank recomendaban los bonos argentinos porque habían caído a niveles �ridículos�. Pero la amenaza sigue latente: este veranito de dos jornadas sólo frenó la sangría, que puede recomenzar �advierten� en cualquier momento. |
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