Por Washington Uranga
La Plaza de Mayo se convirtió anoche en escenario de un acto religioso ecuménico que reunió a fieles de distintas iglesias cristianas, convocados bajo el lema �Jesucristo nos une�, y que quisieron dar un testimonio de unidad con motivo del año jubilar. El �encuentro cristiano 2000� logró juntar a las cabezas de la Iglesia Católica de Buenos Aires, Jorge Bergoglio y los obispos de la diócesis del gran Buenos Aires, a los obispos y jefes de las iglesias Anglicana, Evangélica del Río de la Plata (IERP), Luterana, Ortodoxas, Prebiteriana y Valdense, entre otras. Sin embargo, la participación popular fue escasa si se la compara con otras manifestaciones religiosas, tanto católicas como protestantes, que han alcanzado en los últimos tiempos características de gran masividad.
Los oradores del acto fueron el obispo anglicano David Leake, el arzobispo católico Jorge Bergoglio y el armenio Kissag Mouradian. Bergoglio destacó que el encuentro es un �pasito importante� hacia la unidad de los cristianos y resaltó el valor del gesto, y el obispo armenio hizo también una imploración en favor de la unidad. Leake, en cambio, afirmó que �en nuestra nación defraudada y hoy contagiados sus ciudadanos por un espíritu de pesimismo y cinismo, nosotros como cristianos exhortamos al mundo político, al mundo comercial y secularizado, al mundo que busca soluciones inmediatas, instantáneas y transitorias en el placer, a un cambio y a un arrepentimiento�.
Durante el acto, cada uno de cuyos momentos y manifestaciones estuvo celosamente preparado por una comisión de varias iglesias que presidió el obispo anglicano Leake, se incluyó también un pedido de perdón por los errores de los cristianos, al tiempo que se recordó a los mártires de todas las iglesias. �Sin desconocer nuestras diferencias -.señala un �llamado a la unidad� firmado por todos los participantes-. confesamos en esta celebración nuestra voluntad de seguir caminando juntos como gente de oración y pueblo liberado por el perdón de Dios�. Y agregan que �en medio de un mundo quebrantando, proclamamos la buena noticia de la reconciliación y justicia en Cristo� y �en medio de la exclusión y pérdida de identidad, buscamos sentido y respuestas en la comunión con Dios y con el prójimo�.
Todos expresaron la determinación de profundizar el diálogo y el acercamiento de las iglesias cristianas. Esta voluntad debe leerse en el marco de las dificultades que se plantearon en el camino de preparación del encuentro. Desde que se lanzó la iniciativa hubo que superar, en primer lugar, la resistencia y posterior negativa de la mayoría de las corrientes pentecostales para participar del acto. Luego, hace apenas algo más de un mes, fue la propia Federación Argentina de Iglesias Evangélicas (FAIE), uno de los organismos más representativos del mundo protestante y de las llamadas �iglesias históricas�, quien decidió retirarse de la comisión organizadora a raíz de un documento vaticano denominado �Dominus Iesus�, firmado por el cardenal alemán Jozef Ratzinger y considerado por gran parte de los protestantes un retroceso en el camino de unidad y una falta de consideración hacia las iglesias surgidas de la Reforma. A pesar de que la FAIE no participó oficialmente del encuentro, las iglesias miembros quedaron en libertad de escoger cada una su propio camino.
La IERP y los luteranos decidieron participar, la Iglesia Evangélica Metodista Argentina, que encabeza el obispo Aldo Etchegoyen, optaron por marginarse. Todos hicieron llegar a las autoridades locales de la Iglesia Católica el malestar que causó el documento firmado por Ratzinger.
Una canción interrumpida
Por C.R.
Para los cristianos reunidos en la Plaza de Mayo, la recorrida por el interior de la Catedral de Buenos Aires, como paso previo al acto, tuvo el carácter de un rito en formato de visita guiada. Para muchos fue la primera vez que pisaban el máximo templo católico de la ciudad. Era fácil identificarlos por la cara de asombro.
Los jóvenes fueron mayoría y sus manifestaciones, en muchos casos, fueron iguales a las que podrían observarse en una cancha de fútbol o en un recital de rock. �Somos Inmaculada, somos de corazón, somos Inmaculada, Inmaculada Concepción�, cantaron los chicos que llevaban una bandera de la parroquia del mismo nombre. El cántico tuvo el mismo formato que los que se escuchan en los estadios, pero sin insultos.
Desde el palco, la concentración fue calificada de �hito histórico� por los organizadores. Luego de la actuación del Coro Armenio ocupó el estrado un grupo sin el mismo nivel artístico que hizo cantar a los presentes y recitó varios mea culpa. Pidieron perdón, como cristianos, por haber discriminado o perseguido, a lo largo de la historia, a distintas minorías étnicas o religiosas, a las mujeres cristianas por razones de género y también por haber sido �cómplices en casos de corrupción y de injusticia�.
En los momentos previos al comienzo formal del acto se escucharon canciones folklóricas en la voz de Luciano Pereyra, quien hace poco estuvo en el Vaticano participando de los actos por la XV Jornada Mundial de la Juventud, dentro del Jubileo 2000. El disco compacto sonaba sin problemas hasta que llegó �Canción con Todos�, aquél clásico de Armando Tejada Gómez, que fue interrumpido abruptamente cuando terminó la estrofa que dice �libera tu esperanza, con un grito en la voz�. En la fiesta del Vaticano, Pereyra interpretó en vivo �Solo le pido a Dios�, cuya letra es �más fuerte� que la de Tejada Gómez. ¿Fue un error sin intención de censura o los organizadores fueron más papistas que el Papa? |
opinion
Por Juan Abelardo Schvindt * |
El nos une
Es llamativo que, en un mundo aparentemente cada vez más plural, inclusivo y tolerante en lo que tiene que ver con las iniciativas ecuménicas e interreligiosas, un acto tan simple de entender como el que convocó a cristianos católicos, ortodoxos, protestantes y evangélicos en la Plaza de Mayo, haya peligrado en su realización. Especialmente cuando enormes bolsones de miseria humana demandan nuevos signos de restauración frente a un mundo que, amén de fragmentado, cree encontrar su salvación en una globalización que excluye e instala la soberbia de la autosatisfacción. Un acto de claros signos de desprendimiento por parte de todos sus actores es una señal que no puede pasar desapercibida, a pesar de los peligros de todo tipo que hayan amenazado esta iniciativa ecuménica. A nadie escapa que la principal amenaza la constituyó la infeliz declaración �Dominus Iesus� del cardenal Joseph Ratzinger y dada a conocer en el mes de agosto pasado en el Vaticano. Aparte de señalar aquellos aspectos que podríamos suscribir, a la par se afirmaba, la �subsistencia� plena de la iglesia de Cristo en la Iglesia Católica en desmedro �explícitamente establecido� de la plenitud que compartimos quienes nos congregamos en las diferentes restantes tradiciones cristianas: ortodoxa, protestante o evangélica. Si bien sentimos no haber sumado ahora más voluntades que las presentes, queremos remarcar el esfuerzo por la posibilidad de esta celebración. Celebrar en estos tiempos de transición en los más diversos campos del conocimiento e historia humanos la convicción de que �El nos une� no es poca cosa. El acto de Plaza de Mayo intenta restaurar la esperanza de que es posible retomar desandadas sendas donde la justicia, la misericordia y el amor inspirados en este Maestro de Galilea puedan volver a tener sentido. Se trata de jugarse por nuestras convicciones ecuménicas. Ya no se trata de parecerlo. Además, debemos serlo. Aquí los cálculos son secundarios. La urgencia de los tiempos que estamos viviendo lo demanda. Estamos frente a un principio normativo. Es claro entonces. No celebramos la unidad de la iglesia. Proclamamos la unidad en quien nos llama a servir.
* Pastor, secretario general de la Iglesia Evangélica del Río de la Plata. |
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