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Atacando al latino George Bush en su propio terreno

El gobernador de Texas está bien ubicado entre los latinos estadounidenses ante las presidenciales del 7. O por lo menos así se supone. Porque Bill Clinton acaba de lanzar un plan de amnistía para indocumentados que aspira a torcer esta ventaja.

Bush quiso dar la imagen de un partido abierto a todos. Pero el 40 por ciento del voto latino al que aspira está en duda.

Por Javier Valenzuela
Desde Washington 

t.gif (862 bytes) Con el telón de fondo de la búsqueda del voto latino para Al Gore y George Bush, Bill Clinton y la mayoría republicana del Congreso se enzarzaron esta semana en una batalla sobre una amnistía para cientos de miles de inmigrantes ilegales. Para probar que Gore, los demócratas y él mismo son más generosos, Clinton quiere ampliar la amnistía a más de 800.000 indocumentados procedentes en su mayoría de América latina. Los republicanos reducen esa cifra a la mitad. 
La propuesta de amnistía, contemplada en la ley de Presupuestos que negocian ahora la Casa Blanca y el Capitolio, es una trampa peligrosa para George Bush y su nueva visión de un Partido Republicano abierto a los inmigrantes hispanos. En el momento en que Bush aspira a conquistar un 40 por ciento del voto latino en las elecciones presidenciales del 7 de noviembre, los demócratas del Congreso, apoyados por Clinton, han presentado la llamada Ley de Justicia para los Latinos y los Inmigrantes. Se trata de legalizar la situación de más de 800.000 personas que viven y trabajan en EE.UU. de modo más o menos clandestino. 
La ley contempla tres medidas generosas. La primera permitiría que soliciten residencia permanente entre 400.000 y 500.000 ilegales que llegaron a EE.UU. antes de 1986. La segunda concedería a más de 300.000 refugiados de las guerras y conflictos de Haití, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Guatemala y Liberia el estatuto privilegiado del que disfrutan cubanos y nicaragüenses. La tercera permitiría que, mediante el pago de una multa de 1000 dólares, todos aquellos que están intentando regularizar su situación puedan permanecer en EE.UU., en vez de tener que regresar a sus países de origen. 
Clinton confirmó el martes que vetará las propuestas presupuestarias de la mayoría republicana del Congreso si no incluyen todas y cada una de esas medidas. Esta actitud recibió el aplauso de los líderes hispanos. �Si el Partido Republicano es serio en su intento de cambiar su imagen entre la comunidad latina, no debería oponer una resistencia tan dura a la amnistía�, señaló Cecilia Muñoz, vicepresidenta de La Raza, el principal grupo hispano de defensa de los derechos civiles. 
Los republicanos no se oponen por completo a la amnistía. Liderados por sus líderes más sensibles en esta materia, el senador John McCain y el congresista Henry Bonilla, hicieron el lunes una contraoferta, que contempla la amnistía tan solo para el primer grupo, los que están en EE.UU. antes de 1986. �Esta contrapropuesta es inaceptable�, respondió Jake Siewert, portavoz de la Casa Blanca. 
Mientras que Gore aprueba la actitud presidencial, el texano Tom DeLay, en nombre de los congresistas republicanos, denuncia que �la amnistía general� defendida por Clinton es �una maniobra politiquera, destinada a comprar votos�. Pero a los conservadores no se les escapa que Clinton ha vuelto a ponerlos en un lío.

 

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