Dicen
los señores López
Por Juan José Panno
Dicen los señores López,
desde este lado de las puertitas, que en el lugar de Maradona harían
una fiesta de cumpleaños muy austera y pedirían tres deseos
sobrios y dicen que en el lugar de Maradona adelgazarían, harían
menos declaraciones al periodismo y se olvidarían definitivamente
de la droga y se dedicarían a disfrutar del dinero acumulado en
tantos años de éxito y dicen los señores López
que Maradona no tendría que haber gritado como un desaforado el
gol contra Grecia en Estados Unidos, ni tendría que atentar contra
su vida ni tendría que dirigir a Almagro y ni pensar en seguir
jugando al fútbol ni meterse en política y dicen los señores
López que estuvo mal en dedicarle su libro a Fidel Castro y a Menem
y que sería mejor que rompiera con el cordón que lo une
a Doña Tota y no tendría que andar metiéndole los
cuernos a la Claudia y no tendría que darles bola a las minas que
se le regalan y, a cada cosa que hace o deja de hacer Maradona, dicen
los señores López, siempre de este lado de las puertitas,
lo que hubieran hecho o no hecho ellos.
Pero los señores López, de este lado de las puertitas, nunca
le hicieron un gol a los ingleses gambetéandose hasta a la Reina
Madre y si lo soñaron capaz que en el instante final se les quedaba
con la pelota Shilton. Chito, eso. Mejor que se callen los señores
López, que la última mina que se les regaló fue una
espantosa veterana, mujer del coronel de la compañía donde
hicieron la colimba... qué saben los señores López,
que ni siquiera son los mejores jugadores de metegol del club del barrio
lo que es ser el mejor jugador de fútbol del Mundo... qué
saben los señores López, perfectos desconocidos para el
vecino del departamento de enfrente, lo que pesa ser el tipo más
conocido del Mundo, Papa incluido. El día que al descubrir su presencia
todos canten OeOeeeé... oeoeeeé... oeoeeeé...
López, López, el día que sepan lo que es la
presión de verdad, el día que no los dejen ni caminar por
la calle ahí podrían empezar a criticar los señores
López.
Por ahora, únanse al coro que le canta el feliz cumpleaños
al Diego. Y déjense de joder.
Maradona
no cumple
Por Juan Sasturain
Se sabe que los años
se cuentan una vez pasados: te los reconocen cuando ya los gastaste. Uno
tiene tantos años cuando ya no los tiene, en realidad,
cuando nunca los ha tenido. Lo que demuestra que la vida no nos considera
inquilinos que te lo cobran adelantado sino propietarios,
pero responsables de unas expensas desmesuradas. Lo de la responsabilidad
es un equívoco que quién sabe quién nos inculca pero
que ahí está, ineludible. Como evidencia, ahí está
el raro verbo que se utiliza para indicar el paso puntual de los años:
cumplir. Como si hubiera un compromiso previo, una promesa por la que
uno debiera rendir cuenta cada año. Sin embargo, nada más
lejano a la realidad de la vida. Se podría hablar, acaso, de alcanzar
años (los adeptos al Guinness), de rasguñar años
(los miserables), de descontar años para los que tienen fe
pero nunca de cumplir. Sin embargo, eso es lo que se dice. La palabra
no es alcanzaños ni descontaños ni sumaraños sino
cumpleaños.
En estos días, precisamente, la altura del mes ha coincidido con
el redondeo en décadas cumpleañeras de algunos notables
por conocidos. En saltos de veinte. Se contaron los ochenta de Benedetti,
los sesenta de Pelé, los cuarenta hoy de Maradona.
Y tal vez en la comparación de estos aniversarios, el cómo
se asumen, particular y socialmente esas pilas de años públicos,
haya algo para despuntar. Por ejemplo, es evidente que el personalmente
bueno, políticamente progre y poéticamente accesible Mario
Benedetti es un hombre que cumple entre otras cosas años.
También está claro que el políticamente correcto,
futbolísticamente intachable y económicamente tranquilo
Edson Arantes do Nascimento, cumple sin sobresaltos con todos los requisitos
del bronce y con todos los años que le caigan: es recumplidor.
Falta Maradona. Como siempre, lo del Diez es no ser ni hacer lo que se
supone que debería. Porque Maradona, por definición, no
cumple. No hace nunca lo que se espera de él ni lo que él
espera de sí mismo. Patea los años, los esquiva, amaga por
un lado y sale por otro. Feliz gambetaños, Diego.
Las cuarenta a los cuarenta
Por Daniel Guiñazú
Dice un viejo código
no escrito pero sí respetado que aprendimos desde muy chicos, que
al del cumpleaños no se lo molesta en su día.
Hay que tratar de no contrariarlo, darle todos los gustos, consentirle
los caprichos y disimular cualquier diferencia. Sobre todo si se pasa
la temida barrera de los cuarenta, preludio de crisis inevitables, según
parece, para todos aquellos que nos reconocemos como hombres.
En
esa línea de razonamiento, lo mejor, entonces, sería alzar
las copas y desearle felicidades al más grande jugador que ha dado
la historia del fútbol argentino. Y a otra cosa. Pero, aun cuando
es obvio el derecho de Diego de hacer lo que plazca con sus días
y con sus noches, quien esto escribe preferiría a otro Maradona
cantando hoy sus cuarenta. Menos cargado de rencores con todo y con casi
todos. Menos caprichoso y autoritario. Menos rodeado de vividores y sidieguistas.
Menos hedonista. Menos enamorado de la tele y de las revistas del corazón.
Menos amigo del poder, de Menem y de Avila por más que se haya
autotitulado como el Diego de la gente y que diga que lo que
le queda de su corazón maltrecho sigue latiendo en su Villa Fiorito
natal.
Si fuera posible elegirle una vida entre las tantas posibles de ser vividas,
a esta altura de su existencia Diego podría ser como Platini y
como Beckenbauer. En cierto punto, mas allá de las diferencias
de origen, sus vidas son comparables. Como él, ellos vinieron de
abajo. Y como él, llegaron a lo más alto. Fueron, son, superestrellas
del fútbol, multicampeones, millonarios, banderas humanas de sus
países, ídolos eternos de sus pueblos. Pero mientras la
fama de Platini fue el motor que impulsó la organización
de la Copa del Mundo de Francia en 1998 y el prestigio de Beckenbauer,
la carta clave y ganadora que jugó Alemania para ser sede del Mundial
2006, la celebridad inmensa de Maradona parece ser su salvoconducto y
su justificativo para seguir haciendo lo que mejor le ha salido en la
vida: transgredir y transgredirse. A los tumbos llega hoy a sus primeros
40. Que los cumpla feliz. Lo necesita.
Todo un futuro
venturoso
Por Gustavo Veiga
Es curioso. Diego Maradona,
el argentino más conocido y reivindicado en el mundo junto al Che
Guevara (ni hace falta aclarar la diferente dimensión de ambos),
busca eso parece su lugar bajo el sol. Y se comprende que
lo haga a los 40, cuando millones de contemporáneos, a su edad
y en peores condiciones, son condenados por la globalización a
ocupar un sitio entre los trastos viejos.
Pero también es curioso que, alguien como Diego, acaso uno de los
pocos seres que basta llamarlos por su nombre de pila para saber de quién
estamos hablando, reciba una oferta de Almagro como si fuera maná
que cae del cielo. ¿Quién no habría de desear un
futuro venturoso para el ídolo después de tanta desdicha?
De buena fe, creemos, todos sus biógrafos, ocasionales opinantes
y hasta algunos de sus detractores. Pero descontados sus amigos que
por algo son sus amigos, deberían dar un paso al costado
los partidarios de las lisonjas. Habría que recordarles un proverbio
danés: La adulación es como la sombra, no nos hace
más grandes ni más pequeños.
Maradona ha sido y todavía es el futbolista más grande de
todos los tiempos nostálgicos de Pelé y Alfredo Di
Stéfano abstenerse, aunque ya no juega. Habla, sí,
mas no juega. Como sostiene Eduardo Galeano en El fútbol
a sol y sombra, ha sido incontrolable su gambeta como
su labia. Necesitó un libro y apenas salió, ya prometió
el segundo para contar cómo transcurrió una buena
parte de su vida. Y hoy enhorabuena hay quienes descubrieron
que necesitaba también un trabajo. Una ocupación si
fuera posible ligada al fútbol, por el alto valor terapéutico
que le transmitiría.
Resulta descabellado suponer que ése haya sido el móvil
principal por el cual el vicepresidente de Almagro, Dardo De Marchi, planeó
su contratación, primero como técnico y después como
manager. Aunque, al fin de cuentas, fue el único dirigente que
se atrevió a ofrecerle lo que más le gusta a Diego desde
que abandonó los cortos y se calzó por primera vez el buzo
de técnico.
Maradona, el desocupado más famoso, consiguió laburo después
de cinco años y medio (el 6 de mayo de 1995 renunció al
cargo de DT en Racing). Ojalá que eso le permita recuperar toda
su salud en el año en que la muerte casi le canta las cuarenta,
a los 40.
El corazón en Villa
Fiorito
Por Diego Bonadeo
Es tanto lo que se ha escrito,
dicho y mostrado de Diego Maradona, que para ser original
son suficientes, entre otras tantas cosas, las sobreesdrújulas
y los pleonasmos de Ernesto Cherquis Bialo, y empecinarse en ser diferente
parece petulante.
Como la mitomanía es uno de los ingredientes del fútbol-memoria,
es bien sabido que muchos más que los que cabían por entonces
en la cancha de River dicen haber visto en la década del 40
aquel famoso gol de Vicente de la Mata a Sebastián Sirni en el
River-Independiente de la época. En el mismo sentido, quien esto
escribe pretende que sea empecinadamente verídica la posibilidad
de que el relato del primer gol de Maradona para la televisión
en un preliminar de Primera, por el viejo Canal 7 y a principios de la
década del 70, jugando para los Cebollitas, sea de su autoría.
Yo decidí haber relatado ese primer gol de Diego para la tele,
aun sin estar seguro de que así haya sido, pero sucede que es casi
imposible la desmentida. Son las travesuras del fútbol-memoria.
Más de veinte años después, durante el Mundial de
1994, este mismo mitómano que se autoatribuye aquel relato tuvo
para sí, como muchos otros argentinos, aquella angustia de la enfermera
vestida de parca acompañando a Diego al lapidario antidoping de
la efedrina.
Mientras el Norte ordenaba que Maradona quedaba afuera de la Copa del
Mundo, remedando el Norte a Benedetti-Serrat con su
gesta invasora y su saña opulenta, aquí abajo, en
el Sur, pasábamos de la perplejidad a la desolación y de
la angustia a la bronca.
Pero la saña opulenta se vino para aquí, para
abajo, junto con los cables, los satélites, las noticias, las imágenes
y las declaraciones. Y los serviciales comunicadores de los regímenes
de turno asomaban sus narices desde los pestilentes albañales para
reflexionar respecto de la posibilidad de que Maradona hubiera dejado
su cerebro en Villa Fiorito, olvidando que ellos mismos entregaron sus
partes pudendas a algún batallón de inteligencia. El cerebro
de Maradona, solamente Diego sabe dónde está. Pero el corazón,
eso que en parte le robó la puta merca, sigue estando acá.
Abajo, en el Sur. En Villa Fiorito.
Cuatro
décadas de títulos
1978
- Goleador del Metropolitano, con Argentinos. Convirtió 22
goles.
1979
- Campeón Mundial juvenil con la Selección
Argentina, en Japón.
- Goleador del Metropolitano, con Argentinos. Convirtió 14
goles.
- Goleador del Nacional, con Argentinos. Convirtió 14 goles.
- Balón de Oro al mejor futbolista del Centro de Periodistas
Acreditados en AFA (CEPA).
- Olimpia de Plata al mejor futbolista argentino, del Círculo
de Periodistas
Deportivos (CPD).
- Olimpia de Oro al mejor deportista argentino, del CPD.
- Mejor futbolista de América, según encuesta del
diario El Mundo de Caracas.
1980
- Goleador del Metropolitano, con Argentinos.
Convirtió 25 goles.
- Goleador del Nacional, con Argentinos. Convirtió 14 goles.
- Olimpia de Plata al mejor futbolista argentino, del CPD.
- Balón de Oro al mejor futbolista, del CEPA.
- Mejor futbolista de América, según encuesta del
diario El Mundo de Caracas.
1981
- Campeón del Metropolitano, con Boca.
- Olimpia de Plata al mejor futbolista argentino, del CPD.
- Balón de Oro al mejor futbolista, del CEPA.
1986
- Campeón Mundial, con la Selección Argentina,
en México.
- Balón de Oro al mejor jugador del Mundial, según
la FIFA.
vBalón de Oro al mejor futbolista de Europa, según
France Football.
- Olimpia de Plata al mejor futbolista argentino, del CPD.
- Olimpia de Oro al mejor deportista argentino, del CPD.
- Mejor futbolista de América, según encuesta del
diario El Mundo de Caracas.
- Onze de Oro, al mejor futbolista del mundo, según Onze.
1987
- Campeón de Liga de Italia, serie A,
Scudetto 86/87, con el Napoli.
- Goleador de la Liga de Italia, Serie A, con el Napoli. Convirtió
15 goles.
- Campeón de la Copa de Italia, con el Napoli.
- Onze de Oro, al mejor futbolista del mundo, según Onze.
1988
- Campeón de la Copa UEFA 87/88 con el
Napoli.
- Goleador de la Copa de Italia, con el Napoli. Convirtió
6 goles.
1989
- Mejor futbolista de América, según
encuesta del diario El Mundo de Caracas.
1990
- Campeón de Liga de Italia, serie A,
Scudetto 89/90, con el Napoli.
- Subcampeón Mundial, con la Selección Argentina,
en Italia.
- Mejor futbolista de América, según encuesta del
diario El Mundo de Caracas.
1992
- Mejor futbolista de América, según
encuesta del diario El Mundo de Caracas.
1993
- Ganador de la Copa Artemio Franchi, con la
Selección Argentina, entre los campeones de América
y de Europa.
1996
- Balón de Oro especial por su trayectoria,
de la revista France Football.
1999
- Olimpia de Platino al deportista argentino
del Siglo XX, según el CPD.
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