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Masivo pedido de indulto para una mujer condenada

Políticos y personalidades de Madrid reclaman el indulto de una mujer que hace cinco años mató a su marido, que la maltrataba, y fue condenada a 15 años de prisión por un tribunal español.

Por Angel Zafra

t.gif (862 bytes)  Teresa de Jesús Moreno Maya, “Tany”, de 49 años, ya cumple en la prisión de Alcalá-Meco la condena de casi 15 años, impuesta por la Audiencia Provincial, por matar de un tiro en la cabeza a su marido, quien le infligía frecuentes malos tratos. La mujer no está sola: la acompañaron, en su ingreso, centenares de personas, entre ellas, la totalidad de la corporación municipal de Rivas-Vaciamadrid (Madrid), donde ella vive. De nada han servido, hasta ahora, las numerosas peticiones para que se deje en suspenso la condena de esta mujer. Diputadas de todos los grupos parlamentarios demandaron al ministro de Justicia, Angel Acebes, el indulto por “las especiales circunstancias” que concurren en el caso.
Los cuatro hijos que vivían hasta la semana pasada con esta mujer gitana seguirán residiendo en Rivas, con ayuda del Ayuntamiento y bajo la tutela de la Comunidad. Después de cuatro años en libertad –y 18 meses en prisión preventiva–, “Tany” ingresó en la cárcel de Alcalá-Meco para cumplir una condena de 14 años, 8 meses y un día de reclusión por el homicidio de Vicente Molina Maya, ocurrido en la infravivienda que ambos compartían en la localidad de Mejorada del Campo, en abril de 1995.
La mujer deberá pasar al menos dos meses entre rejas, mientras la Junta de Tratamiento del penal resuelve su clasificación penitenciaria. Si este equipo considera que se le puede conceder un régimen abierto, formulará la correspondiente propuesta a la Dirección General de Instituciones Penitenciarias. Mientras tanto, todo apunta a que el Consejo de Ministros tardará varios meses en estudiar su petición de indulto.
El caso de Teresa de Jesús Moreno ha despertado un cúmulo de apoyos políticos, sociales y vecinales. Incluso el defensor del pueblo, Enrique Múgica, solicitó al director general de Instituciones Penitenciarias, Angel Yuste, que se le conceda de inmediato el régimen abierto. Mientras, el plan diseñado entre el Ayuntamiento y el gobierno regional para atender a cuatro de sus ocho hijos –Pedro, Carmen, Tamara y Eusebio– propone que estos chicos sigan viviendo en su actual domicilio de Rivas, con la tutela de la Comunidad.
Los otros hijos, Carmen, de 17 años; Eusebio, de 14, y Tamara, de 12, quedarán bajo la custodia de su hermano mayor, Pedro, de 18 años, aunque su madre seguirá ostentando la patria potestad, aun estando en prisión. La consejera Martínez se comprometió a que, en caso de que los jueces se opongan a esta fórmula, sea la propia Tany la que designe en qué persona delegaría la patria potestad. Además, la corporación de Rivas ha creado una comisión de seguimiento del caso. El Ayuntamiento siempre se ha opuesto a que los hijos de Tany sean internados en un centro de acogida de la Comunidad. Por eso, además de conseguir al mayor de los hermanos Molina Maya un trabajo de jardinero, abonará los 307 dólares del alquiler de la vivienda donde residen y los incluirá en el programa de ayuda a domicilio para que un auxiliar doméstico les haga las compras, la comida y les limpie la casa.
El plan está concebido para que los chicos conserven el ambiente que han tenido en los últimos cuatro años y no sientan ningún desarraigo de sus compañeros de colegio, amigos y vecinos.
El propio Ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid inició la campaña en pro del indulto de esta mujer, porque considera que su rehabilitación es total y no hay riesgo de que vuelva a delinquir, además de recordar que sufre graves secuelas “por los años de abusos y amenazas, físicas y psicológicas, de su marido”. Este murió de un tiro en la cabeza que, según su esposa, se produjo fortuitamente cuando se disparó la pistola que él empuñaba durante un forcejeo entre ambos. Pero los jueces no creyeron esta versión y consideraron que fue ella quien apretó el gatillo. En los últimos días, la pequeña Tamara, de 12 años, durmió abrazada a su madre. Eusebio, de 14, llora por cualquier motivo. A Carmen, de 17, la más introvertida, que ha necesitado incluso el apoyo de un psicólogo, cada vez le resulta más difícil hablar. Y Pedro, a sus 18 años, se ha convertido sin darse cuenta en el cabeza de familia.
“No me importaría quitarme la vida, porque vivir no me interesa. Si sigo aquí es sólo por mis hijos”, confiesa Tany a todo aquel que logra acercarse a ella. “Me llevan matando desde los 14 años, cuando me obligaron a casarme con un hombre que no quería. Luego vino Vicente y el calvario. Ahora que había logrado tener una casa y a mis hijos juntos...”
Pedro actúa de portavoz familiar: “No queremos perder a nuestra madre otra vez. Siempre hemos estado solos. Hemos pasado por reformatorios, instituciones de la Comunidad, hasta que mi madre, hace cuatro años, logró reunirnos”. Y agrega: “Cuando veía a mi padre pegar a mi madre, para mí era algo normal. Venía a casa cuando quería algo y si no se lo daba, le pegaba. Luego, con el tiempo he descubierto que lo normal en las parejas es que estas cosas no pasen”.
De El País de Madrid, especial para Página/12.

 

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