Por
Angel Zafra
Teresa
de Jesús Moreno Maya, Tany, de 49 años, ya cumple
en la prisión de Alcalá-Meco la condena de casi 15 años,
impuesta por la Audiencia Provincial, por matar de un tiro en la cabeza
a su marido, quien le infligía frecuentes malos tratos. La mujer
no está sola: la acompañaron, en su ingreso, centenares
de personas, entre ellas, la totalidad de la corporación municipal
de Rivas-Vaciamadrid (Madrid), donde ella vive. De nada han servido, hasta
ahora, las numerosas peticiones para que se deje en suspenso la condena
de esta mujer. Diputadas de todos los grupos parlamentarios demandaron
al ministro de Justicia, Angel Acebes, el indulto por las especiales
circunstancias que concurren en el caso.
Los cuatro hijos que vivían hasta la semana pasada con esta mujer
gitana seguirán residiendo en Rivas, con ayuda del Ayuntamiento
y bajo la tutela de la Comunidad. Después de cuatro años
en libertad y 18 meses en prisión preventiva, Tany
ingresó en la cárcel de Alcalá-Meco para cumplir
una condena de 14 años, 8 meses y un día de reclusión
por el homicidio de Vicente Molina Maya, ocurrido en la infravivienda
que ambos compartían en la localidad de Mejorada del Campo, en
abril de 1995.
La mujer deberá pasar al menos dos meses entre rejas, mientras
la Junta de Tratamiento del penal resuelve su clasificación penitenciaria.
Si este equipo considera que se le puede conceder un régimen abierto,
formulará la correspondiente propuesta a la Dirección General
de Instituciones Penitenciarias. Mientras tanto, todo apunta a que el
Consejo de Ministros tardará varios meses en estudiar su petición
de indulto.
El caso de Teresa de Jesús Moreno ha despertado un cúmulo
de apoyos políticos, sociales y vecinales. Incluso el defensor
del pueblo, Enrique Múgica, solicitó al director general
de Instituciones Penitenciarias, Angel Yuste, que se le conceda de inmediato
el régimen abierto. Mientras, el plan diseñado entre el
Ayuntamiento y el gobierno regional para atender a cuatro de sus ocho
hijos Pedro, Carmen, Tamara y Eusebio propone que estos chicos
sigan viviendo en su actual domicilio de Rivas, con la tutela de la Comunidad.
Los otros hijos, Carmen, de 17 años; Eusebio, de 14, y Tamara,
de 12, quedarán bajo la custodia de su hermano mayor, Pedro, de
18 años, aunque su madre seguirá ostentando la patria potestad,
aun estando en prisión. La consejera Martínez se comprometió
a que, en caso de que los jueces se opongan a esta fórmula, sea
la propia Tany la que designe en qué persona delegaría la
patria potestad. Además, la corporación de Rivas ha creado
una comisión de seguimiento del caso. El Ayuntamiento siempre se
ha opuesto a que los hijos de Tany sean internados en un centro de acogida
de la Comunidad. Por eso, además de conseguir al mayor de los hermanos
Molina Maya un trabajo de jardinero, abonará los 307 dólares
del alquiler de la vivienda donde residen y los incluirá en el
programa de ayuda a domicilio para que un auxiliar doméstico les
haga las compras, la comida y les limpie la casa.
El plan está concebido para que los chicos conserven el ambiente
que han tenido en los últimos cuatro años y no sientan ningún
desarraigo de sus compañeros de colegio, amigos y vecinos.
El propio Ayuntamiento de Rivas-Vaciamadrid inició la campaña
en pro del indulto de esta mujer, porque considera que su rehabilitación
es total y no hay riesgo de que vuelva a delinquir, además de recordar
que sufre graves secuelas por los años de abusos y amenazas,
físicas y psicológicas, de su marido. Este murió
de un tiro en la cabeza que, según su esposa, se produjo fortuitamente
cuando se disparó la pistola que él empuñaba durante
un forcejeo entre ambos. Pero los jueces no creyeron esta versión
y consideraron que fue ella quien apretó el gatillo. En los últimos
días, la pequeña Tamara, de 12 años, durmió
abrazada a su madre. Eusebio, de 14, llora por cualquier motivo. A Carmen,
de 17, la más introvertida, que ha necesitado incluso el apoyo
de un psicólogo, cada vez le resulta más difícil
hablar. Y Pedro, a sus 18 años, se ha convertido sin darse cuenta
en el cabeza de familia.
No me importaría quitarme la vida, porque vivir no me interesa.
Si sigo aquí es sólo por mis hijos, confiesa Tany
a todo aquel que logra acercarse a ella. Me llevan matando desde
los 14 años, cuando me obligaron a casarme con un hombre que no
quería. Luego vino Vicente y el calvario. Ahora que había
logrado tener una casa y a mis hijos juntos...
Pedro actúa de portavoz familiar: No queremos perder a nuestra
madre otra vez. Siempre hemos estado solos. Hemos pasado por reformatorios,
instituciones de la Comunidad, hasta que mi madre, hace cuatro años,
logró reunirnos. Y agrega: Cuando veía a mi
padre pegar a mi madre, para mí era algo normal. Venía a
casa cuando quería algo y si no se lo daba, le pegaba. Luego, con
el tiempo he descubierto que lo normal en las parejas es que estas cosas
no pasen.
De El País de Madrid, especial para Página/12.
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