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OPINION

La apoteosis del Mingo

Por James Neilson

Cuánto vale un Mingo? Según el Mercado, que como todos sabemos, suele tener la última palabra sobre estas cosas, hoy día un Mingo vale por lo menos un Machinea, un Fredi Storani o un Alfonsín sumados más cualquier cantidad de punteros radicales y militantes frepasistas. Puesto que Fernando de la Rúa respeta muchísimo al Mercado, ya estaría preguntándose si no se ha acercado la hora de cambiar a todos los mencionados por el héroe que con una sola estocada mató la inflación y que quisiera repetir la hazaña despachando la corrupción, el malhumor y una variedad de otros monstruos igualmente destructivos. Si De la Rúa cede ante la tentación así supuesta desataría un terremoto político comparable con el ocasionado por la llegada al poder de cierto coronel en aquellos días ya lejanos en que los salvadores no eran economistas sino militares.
Quedan cortos los que dicen que la Alianza no resistiría el ingreso de Cavallo al Gobierno. Con toda probabilidad significaría el fin no sólo de la coalición así designada sino también de la UCR, partido cuya inoperancia se haría tan penosamente evidente que a sus jefes les resultaría casi imposible que centenares de miles de afiliados lo abandonaran. ¿Por qué militar en un movimiento que incluso cuando se las arregla para conquistar el poder con la ayuda de una agrupación “mediática” como el Frepaso no sabe aprovecharlo en beneficio de “la gente”? En cuando al Presidente, en adelante su papel sería meramente decorativo. Se trataría de De la Rúa aún en el gobierno. Mingo en el poder, porque de otro modo la presencia del mago no tendría demasiado sentido.
El crecimiento asombroso que ha experimentado últimamente la imagen del cordobés de ojos azules rutilantes no se debe a las actividades recientes de su dueño, el que en verdad ha hecho muy poco salvo proponer un par de medidas que acaso servirán para estimular las inversiones, sino a la falta de capacidad de los demás. En opinión de muchos, el Mingo encarna lo que el país necesita para levantarse y ponerse a correr a un ritmo respetable: imaginación, audacia y confianza más el conocimiento íntimo de cómo funciona el mundo actual. En la Alianza abundan los imaginativos nada realistas y los realistas poco imaginativos o audaces, pero nadie, con la posible y de todas maneras parcial excepción del autoexiliado Carlos “Chacho” Alvarez, parece poseer todas las cualidades precisas para gobernar con éxito. Puede que tampoco las posee el Mingo, pero el que tantos hayan querido creer lo contrario nos dice mucho sobre las carencias del resto de la clase política nacional.


 

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