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FIDEL CASTRO DIJO QUE NO LE IMPORTA QUIEN GANA EN LOS EE.UU.
“El martes yo me voy a la playa”

A una semana de las elecciones entre George Bush y Al Gore, el líder cubano también recomendó a su colega de Venezuela, Hugo Chávez, que tuviera cuidado con los atentados. Castro y Chávez hablaron en una teleconferencia donde participó Página/12.

Por Miguel Bonasso

t.gif (862 bytes)  Con un realismo aterrador, basado en su experiencia para sortear con éxito “seiscientas conspiraciones” contra su vida, Fidel Castro explicó a Página/12 por qué ha insistido tanto durante los últimos días en la necesidad de preservar la seguridad personal del presidente venezolano Hugo Chávez. El mandatario cubano dio “cuatro razones” de peso para rogarle a su anfitrión de estos días que ponga freno “a su coraje” y no se exponga, entre otros peligros, a posibles “accidentes” de avión o helicóptero. La cariñosa advertencia se dio en el curso de una maratónica videoconferencia, donde ambos líderes propusieron una Comunidad Latinoamericana de Naciones como alternativa al ALCA que trata de imponer Washington.
Con el pretexto de inaugurar el Centro Internacional de Prensa “Simón Bolívar” de la cancillería venezolana, Fidel y Chávez hablaron con elocuencia, con dureza y con humor de los grandes temas políticos, militares, económicos y sociales que agobian a la región. El comandante Castro trazó un nostálgico relato de sus aventuras “como aprendiz de revolucionario” en los días del Bogotazo y también arriesgó que el Movimiento Bolivariano de Chávez iría más lejos que su propio movimiento. El diálogo buscó generar un hecho político de magnitud y tuvo como contraparte a dieciséis periodistas seleccionados para formular una pregunta por nuca, tanto en Caracas como en otras siete ciudades enlazadas por satélite: Nueva York, Madrid, México, Bogotá, La Habana, Brasilia y Buenos Aires.
Uno de los periodistas elegidos fue el autor de esta nota.
La videoconferencia debía empezar a las 13 hora local, pero el cronista fue citado una hora antes en el estudio de Keytech en Vicente López por el embajador de la (ahora) República “Bolivariana” de Venezuela, Edmundo González Urrutia. En la sala de proyección, ante una mesa de control ubicada frente a la doble pantalla, se sentaron el embajador, uno de sus colaboradores, los dos periodistas argentinos con derecho a pregunta y el encargado de negocios de Cuba, Jorge Rodríguez. A sus espaldas, treinta butacas debían albergar a colegas de la prensa y ciertos invitados especiales, fundamentalmente políticos. Las ausencias fueron mayores que las presencias y entre estas últimas destacó la del diputado frepasista Ramón Torres Molina.
La conferencia empezó con sólo 25 minutos de retraso, lo cual en estos eventos se asemeja a la puntualidad británica. Tras asistir a las tediosas pruebas de audio y cámara, vimos por fin aparecer en pantalla a los dos jefes de estado, vestidos de azul rigurosamente oscuro, secundados por sus respectivos cancilleres, el cubano Felipe Pérez Roque y el venezolano José Vicente Rangel (veterano político y periodista). En el podio del moderador había un hombre con un parche negro en el ojo derecho, que derrochó simpatía, el colega Walter Martínez, un uruguayo afincado hace muchos años en Venezuela, de excelente relación con el presidente Chávez.
Antes de que Martínez abriera oficialmente el diálogo internacional, pudo escucharse como Chávez le explicaba con gran familiaridad a Fidel el mecanismo de la videoconferencia y le pedía que no diera golpes sobre la mesa, para no sobresaltar a uno de esos micrófonos, negros y chatos tan parecidos al avión norteamericano “Stealth” (Furtivo) que se usan en estas lides. Luego, curiosamente, ese clima de entrecasa entre anfitrión y visitante proseguiría inalterable durante las cuatro horas y veinte minutos en que se prolongó una rueda de prensa que originalmente debía durar dos horas.
Abrió Madrid, con una pregunta intrascendente de una periodista de Antena 3 y otra, más atinada, sobre la OPEP, que formuló el periodista Juan Tomás Delgado y le permitió a Chávez rescatar el renovado protagonismo mundialde la organización de países productores de petróleo (OPEP), (ver recuadro).
Luego, el mexicano Ricardo García Santander de Eco quiso saber si la “conducta independiente” que había adoptado el mandatario venezolano en materia de política exterior podía generar represalias comerciales por parte de Estados Unidos. Chávez hizo hincapié en la propia definición del reportero (“conducta independiente”) para delinear la respuesta. “No estamos en tiempos de imperio”, dijo con astucia, “y sería preocupante que lo natural, que una nación soberana tenga una conducta independiente, sea considerado como algo extraordinario y reprobable”. Recordando la nueva Constitución sancionada por la Constituyente y plebiscitada por el electorado venezolano, Chávez subrayó que la república Bolivariana de Venezuela era “soberana e independiente” y el jefe de estado debía hacer cumplir ese mandato constitucional. Del cual hacía “buen uso” al mantener relaciones con todas las naciones y viajar personalmente a varias de ellas. A Estados Unidos –donde Venezuela es dueña de la corporación Sitco dueña de más de 16 mil estaciones de servicio–, pero también a capitales proscritas por Washington como Teherán, Bagdad, La Habana o Trípoli. En búsqueda –dijo– de “un mundo multipolar”.
“Ahora, fíjate –agregó, subiendo la presión y aludiendo elípticamente a un vocero del presidente Clinton– algunas personalidades dijeron cosas que pudieran reflejar preocupación. Alguien dijo que estaban ‘irritados’ por mis viajes. Imagínate qué falta de respeto tan grande. A lo cual contestamos, porque ya es hora de que los países del llamado Tercer Mundo nos pongamos de pie y exijamos respeto. Entonces rectificaron. Al día siguiente emitieron un comunicado mejor pensado. En el que entienden el liderazgo de Venezuela en la OPEP.”
El presidente venezolano abogó por una actitud nueva en el tercer milenio, que deje atrás los paradigmas negativos del siglo XX: la dominación imperialista, las guerras, la represión, el hambre de las mayorías, la destrucción de los recursos planetarios, el bloqueo de Cuba e Irak, mereciendo un aplauso solitario pero caluroso y calificado: el de su compañero de mesa Fidel Castro, evidentemente gratificado por la vehemencia (y hasta la fuerza literaria) de una oratoria semejante a la suya. El anciano líder miró al joven presidente de un país territorialmente diez veces más grande que el suyo, con una real simpatía que desbordó el protocolo.
Otro periodista mexicano, Javier Alatorre (de Televisión Azteca) quiso saber a continuación si prefería a George Bush o a Al Gore en el salón oval, después de las elecciones del martes 7 de noviembre. Y le contestó el Fidel más histriónico de la tarde. Acercó la barba cana al micrófono chato, guiñó un ojo y pidió cómicamente permiso: “¿Respondo con franqueza, verdad? El martes, como dice el refrán, ni te cases ni te embarques. Yo pienso hacer ese día lo que hace la mayor parte de los norteamericanos: me iré a la playa a descansar. Ninguno de los dos me interesa. En rigor he perdido la cuenta de los que se han sucedido en la Casa Blanca. De los que sólo puedo citar uno que fue decente y caballeroso, que es James Carter. O tal vez (John F.) Kennedy, que era culto, preparado, inteligente, aunque con muy poca experiencia en materia de política exterior. Me rompo la cabeza y no encuentro ninguno más. De ninguno de estos dos espero más. Las cosas han cambiado pese a ellos. Al comienzo, cuando impusieron el bloqueo había pocos países en contra de esa medida; en el último año, en cambio, hubo 160. Yo no dudo que (Bill) Clinton deseaba rectificar esa política genocida del bloqueo pero lo impidió una minoría mafiosa que logró imponer su política mediante enmiendas y ahora los dos caballeritos que aspiran a la presidencia de Estados Unidos y cuya inexperiencia política es visible, han dicho que van a incrementar el bloqueo contra Cuba”. Con respecto a México y a su nuevo presidente electo, el panista Vicente Fox, Fidel fue cauto Recordó que habían hablado durante siete horas en una reciente madrugada y, a pesar de su añeja relación con los gobiernos priistas, le deseó buena suerte al recién llegado.
Pero tal vez uno de sus momentos cenitales fue cuando la periodista brasileña Sandra Lefcovich (del Correio), le informó que el PT se había impuesto en 13 de las 16 grandes alcaldías de Brasil. El viejo comandante, con sonrisa zorruna, los felicitó, pero incorporó una curiosa reflexión: “Ojalá que las izquierdas que llegan al poder mantengan en él aquellos principios que les hicieron ganar el corazón de los pueblos”.
Ambos mandatarios pusieron el acento reiteradamente en la necesidad de la integración latinoamericana. Chávez se hizo traer un librito con el nuevo texto constitucional y leyó el artículo 153 que privilegia las relaciones con “Iberoamérica”. Los dos elogiaron la cumbre de presidentes sudamericanos que se realizó recientemente a invitación del brasileño Fernando Henrique Cardoso, calificado como “hermano” por el presidente bolivariano. Que reveló un dato interesante: en los casi dos años que lleva de gestión, el intercambio entre Venezuela y Brasil avanzó mucho más que en los 20 años precedentes. “O nos unimos o nos hundimos”, remató el venezolano, con su facilidad para largar slogans y consignas. El otro periodista brasileño, Carlos Alberto (Beto) de Almeida, aprovechó la pregunta para reiterarle a Chávez la propuesta de crear una gran agencia latinoamericana, como en su momento planearon “el Che Guevara y el general Perón”. Chávez se hizo eco calurosamente.
Los periodistas colombianos, Hamid Asmad (de Caracol TV) y Ernesto Samper (de la revista Cambio), abordaron obviamente la explosiva situación de su país y quisieron conocer los lineamientos de ambos dirigentes para arribar a una posible pacificación.
Fidel recordó cuán añejo era el conflicto, reviviendo al detalle su propia experiencia en el Bogotazo, hace 52 años (ver recuadro). Pero exhibió un curioso optimismo: “creo que el acuerdo está cercano”, “nunca está más oscuro que cuando está por amanecer”, citó. Chávez, por su parte, sugirió realizar un proceso similar al del Grupo de Contadora, en los años ochenta, en el que países de la región –“sin injerencias extrañas”– pudieron lograr acuerdos de paz en Centroamérica.
En Buenos Aires, Oscar Raúl Cardoso, de Clarín, le preguntó a Chávez si no era peligroso afirmar que “la democracia había fracasado” en un continente que estuvo asolado por dictaduras militares. El ex mayor que en 1992 se alzó en armas contra el gobierno de Carlos Andrés Pérez, en busca de una verdadera democracia que pusiera fin al privilegio de una clase política que se había convertido en una verdadera oligarquía (el cogollo), dijo que esa definición estaba referida a la “democracia representativa”. A la establecida en Venezuela al final de los cincuenta, que fue presentada como un modelo por varios países, pero había concluido con el contrasentido de un 80 por ciento de pobres. Rescató, en cambio, la democracia participativa, que estaba en el pensamiento de Lincoln y Bolívar y acababa de ser plebiscitada en su país a través de la reforma constitucional.
A su turno este cronista recordó que en los setenta Fidel había advertido sobre un complot para derrocar al presidente Salvador Allende, durante una visita a Chile y ahora, en gira por Venezuela, alertaba a Chávez y sus seguidores sobre posibles conspiraciones para atentar contra el mandatario bolivariano: si en el primer caso, desgraciadamente, había acertado, en qué elementos de juicio o datos se basaba ahora para encender las luces de alarma.
Fidel dio cuatro razones: “1) He logrado sobrevivir a más de seiscientas conspiraciones para asesinarme 2) Conozco como piensan y como actúan los adversarios y los métodos que usan. 3) Pienso que Venezuela y su brillantepresidente están llamados a jugar un importantísimo papel en América Latina. 4) He visto la influencia creciente de Chávez en América Latina y en el plano internacional y esta clase de líderes no les gustan a nuestros vecinos del Norte. Y tampoco a los adversarios internos, a los que malversaron los recursos y las esperanzas de una verdadera democracia. Y no dudo que tanto sus adversarios externos como internos intentarán eliminarlo”.

Los recuerdos de Fidel

Por M. B.

En su respuesta a los periodistas colombianos, Fidel Castro incorporó un inesperado toque de nostalgia, su recuerdo de hace 52 años, cuando era “un aprendiz de revolucionario” y se sumó al Bogotazo, la gran insurrección popular por el asesinato –aún no aclarado– del gran líder Jorge Eliecer Gaitán.
“Yo no creía lo que leía en los diarios: murieron 50 en tal lado; 60 en tal otro. En Cuba cuando mataban a uno o dos era un escándalo. Yo estaba vinculado a estudiantes gaitanistas y ellos me llevaron a una entrevista con Gaitán poco antes de su asesinato. No se me olvida su cortesía tan colombiana. Su capacidad para decir con elegancia cosas muy duras. Recuerdo que después de la gran marcha del silencio él le advirtió públicamente al presidente de la República: ‘Recuerde, señor presidente, que quienes son capaces de marchar así serían capaces de defender sus derechos de otra manera’. Era un líder de enorme talento, de origen indígena.
Como joven aprendiz de revolucionario yo me enrolé (con los insurgentes del Bogotazo). Hasta participé en la toma de una seccional de policía que no costó nada. Allí obtuve un fusil, una gorra, unas botas. Yo participaba con los estudiantes que me dieron una tarea militar. Debí montar guardia en una colina para avistar los tanques que llegarían a reprimir. Y pensé que podía morir. Había quedado completamente solo. Pero creo que es una de las páginas de las que me enorgullezco. Y no se ha ido de mi memoria el espectáculo que contemplé en aquella guardia: la ciudad completamente en llamas. Un pueblo incendiando y saqueando una ciudad. Había quien se llevaba un refrigerador. Y hasta hubo uno que se llevaba un piano. Cuando la paciencia de los pueblos estalla nadie sabe lo que puede llegar a pasar. Esto es lo que yo siempre digo.”

 

El petróleo de Chávez

Por M. B.

“La OPEP está nuevamente fortalecida”, dijo con satisfacción el presidente Hugo Chávez ante la pregunta de un periodista madrileño acerca de las posibles fluctuaciones en el precio del crudo. Pero aclaró que Venezuela, que ha logrado un renovado liderazgo en la organización de los productores de petróleo, no alienta “subas irresponsables”, ni tampoco caídas verticales como las sufridas hace menos de dos años. “Ya lo he dicho –reiteró Chávez– que pensamos establecer una banda que tenga un piso de 20 dólares por barril y un techo de 28.”
Luego culpó de los precios elevados a los altos impuestos que fijan algunos países consumidores y a las maniobras especulativas de los intermediarios “que ganan mucho más que los países productores”. Recordó asimismo que los países de la OPEP sólo producen el 50 por ciento del petróleo mundial y aunque coordinan con países petroleros –como México– no tienen control sobre los productores que tienen a su cargo el 50 restante.
Ante otra pregunta que aludía a supuestas o reales inquietudes en Wall Street, Chávez explicó que el presupuesto venezolano para el 2001 está programado a partir de un precio de veinte dólares el barril. “Lo cual es absolutamente razonable.”

 

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