Página/12
en Brasil
Por
Darío Pignotti
Desde San Pablo
Desde que en la noche del domingo, frente a la torre de TV Gazeta
algunos miles de petistas celebraban la elección de Marta Suplicy
como intendenta de San Pablo, los comentarios radiales y televisivos repitieron
argumentos tan elogiosos hacia la candidata como venenosos hacia el PT.
El antipetismo sigue calando fuerte en el establishment y sobrevive de
diversas formas en la cultura política media. A lo largo de la
campaña, la derecha insistió sobre esa veta y la puso en
boca del candidato Paulo Maluf: Yo le pregunto, amigo de San Pablo,
¿usted quiere que vuelva el PT y traigan a los Sin Tierra y los
sin techo para que acampen en el parque Ibirapuera?.
Con Marta, en cambio, las cosas son color de rosa. Lula es el pasado,
que debe dejar paso a una cara nueva con ideas modernas, asonsejó
ayer un supuesto televidente durante una mesa de debate. A ella se la
juzga como alguien de ideas avanzadas, sin los esquematismos
que impone la nomenclatura del partido y dispuesta a aceptar las reglas
del juego neoliberal. Están funcionando estrategias en favor de
un divorcio entre alcaldesa y partido. El interrogante es si lograrán
su cometido.
Marta y el PT, de momento, conforman un matrimonio bien avenido. A pesar
del fuerte perfil de la dama, por el partido pasan los nervios vitales
del esquema martista. Rui Falçao, cuadro histórico de la
organización, fue quien coordinó la campaña y seguirá
ejerciendo actividades clave: desde el domingo está a cargo del
equipo de transición. Las sorpresas pueden llegar con el gabinete
al que se convocarían profesionales competentes sin importar su
filiación, algo que Marta ya ha sugerido repetidamente aunque varios
medios han ventilado algunos nombres que ya actuaron en el gabinete de
la anterior intendenta petista, Luiza Erundina. Es el caso del cerebro
económico del staff martista, el ingeniero Amir Khair quien
ya estuvo con Luiza.
En la cartera económica se ven los mayores recelos hacia la futura
administración. La gestión que entrará en funciones
el 1º de enero de 2001 será un laboratorio y una plataforma
de lanzamiento, al mismo tiempo. Lo primero porque el PT deberá
demostrar si es capaz de alcanzar en el gobierno de San Pablo similar
éxito al que tiene en Porto Alegre y tuvo en Brasilia, distritos
muy distintos al que deberá administrar Suplicy. En Porto Alegre
se jactan del Presupuesto Participativo que aplican desde hace tiempo.
Se trata de una forma de control administrativo e intervención
en la cosa pública con la cual el vecino asciende a ciudadano y
el vecindario a polis. Pero ese experimento que funciona bien entre los
gaúchos no es viable entre los paulistanos pues, la cultura
política y las experiencias participativas son muy inferiores aquí,
y aplicarlo va a demandar un proceso gradual, dicen en el directorio
nacional petista. Por eso, las prioridades paulistanas son otras.
Junto con el baño de transparencia en el manejo de los fondos luego
del tole-tole que fueron estos 8 años de malufismo (derivado de
Paulo Maluf, candidato derrotado el domingo), una de las prioridades del
martismo será aplicar el programa de renta mínima
con el que se subsidia a familias indigentes con hijos en edad escolar.
Sea en soledad o con el partido, Marta tendrá que enfrentar una
ciudad difícil. Aníbal Ibarra, de visita en casa de Suplicy
el sábado, oía con asombro los números de San Pablo:
10,5 millones de habitantes y 2 millones de favelados. Frente a los 3
millones de porteños con renta per cápita superior a los
22 mil dólares, San Pablo resulta un expediente mucho más
difícil de resolver. Otros datos puedenhacer pensar que en realidad
San Pablo es definitivamente ingobernable e inhabitable: 5500 homicidios
anuales y kilométricos embotellamientos diarios.
Los arrumacos que en estos días se prodigaron Marta y la socialdemocracia,
que incluyó el voto por Marta del presidente Fernando Henrique
Cardoso, debieran dar sus frutos en forma de fondos frescos o refinanciación
de deuda con los cuales el futuro gobierno espera contar.
El caudal político recogido en estas municipales, que acabó
de implantar al PT en casi todo el territorio brasileño, de Porto
Alegre a Pernambuco, de Goiana a Belem, lo consolidó como una entidad
política fundamental en Brasil donde los partidos suelen ser confederaciones
de caciques regionales sin programa ni objetivos más que el ventajismo
de corto plazo. Con ese activo político los petistas esperan dar
el gran salto, que es como llaman a la conquista de las presidenciales
de octubre del 2002.
Pero todo, o casi todo, dependerá de lo que ocurra en San Pablo
que tanto puede ser plataforma de lanzamiento como un lastre que haga
naufragar aquellas ambiciones. Esa circunstancia deja parte de la suerte
del partido en manos de alguien, como Marta Suplicy, con 17 años
de filiación petista, pero con más currículum como
columnista televisiva que irritó almas pacatas con sus consejos
sobre sexualidad adulta que como miembro de esa colectividad partidaria.
Dicen que el domingo Marta dijo: la que ganó fui yo.
Y eso es mucho decir para el gusto de los petistas de paladar negro.
Pero, aún en sus especulaciones más egoístas Marta
Suplicy sabe que sin la infraestructura que le proporciona el partido
su camino al Planalto puede malograrse.
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