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Con Marta todo, con el PT nada es la regla del establishment en Brasil

Las elecciones municipales implantaron al izquierdista PT en todo Brasil. Pero el establishment prefiere tratar con Marta Suplicy, victoriosa en San Pablo.

Página/12
en Brasil

Por Darío Pignotti
Desde San Pablo

t.gif (862 bytes)  Desde que en la noche del domingo, frente a la torre de TV Gazeta algunos miles de petistas celebraban la elección de Marta Suplicy como intendenta de San Pablo, los comentarios radiales y televisivos repitieron argumentos tan elogiosos hacia la candidata como venenosos hacia el PT. El antipetismo sigue calando fuerte en el establishment y sobrevive de diversas formas en la cultura política media. A lo largo de la campaña, la derecha insistió sobre esa veta y la puso en boca del candidato Paulo Maluf: “Yo le pregunto, amigo de San Pablo, ¿usted quiere que vuelva el PT y traigan a los Sin Tierra y los sin techo para que acampen en el parque Ibirapuera?”.
Con Marta, en cambio, las cosas son color de rosa. “Lula es el pasado, que debe dejar paso a una cara nueva con ideas modernas”, asonsejó ayer un supuesto televidente durante una mesa de debate. A ella se la juzga como alguien de “ideas avanzadas”, sin los “esquematismos” que impone la nomenclatura del partido y dispuesta a aceptar las reglas del juego neoliberal. Están funcionando estrategias en favor de un divorcio entre alcaldesa y partido. El interrogante es si lograrán su cometido.
Marta y el PT, de momento, conforman un matrimonio bien avenido. A pesar del fuerte perfil de la dama, por el partido pasan los nervios vitales del esquema martista. Rui Falçao, cuadro histórico de la organización, fue quien coordinó la campaña y seguirá ejerciendo actividades clave: desde el domingo está a cargo del equipo de transición. Las sorpresas pueden llegar con el gabinete al que se convocarían profesionales competentes sin importar su filiación, algo que Marta ya ha sugerido repetidamente aunque varios medios han ventilado algunos nombres que ya actuaron en el gabinete de la anterior intendenta petista, Luiza Erundina. Es el caso del cerebro económico del staff martista, el ingeniero Amir Khair –quien ya estuvo con Luiza–.
En la cartera económica se ven los mayores recelos hacia la futura administración. La gestión que entrará en funciones el 1º de enero de 2001 será un laboratorio y una plataforma de lanzamiento, al mismo tiempo. Lo primero porque el PT deberá demostrar si es capaz de alcanzar en el gobierno de San Pablo similar éxito al que tiene en Porto Alegre y tuvo en Brasilia, distritos muy distintos al que deberá administrar Suplicy. En Porto Alegre se jactan del Presupuesto Participativo que aplican desde hace tiempo. Se trata de una forma de control administrativo e intervención en la cosa pública con la cual el vecino asciende a ciudadano y el vecindario a polis. Pero ese experimento que funciona bien entre los gaúchos no es viable entre los paulistanos pues, “la cultura política y las experiencias participativas son muy inferiores aquí, y aplicarlo va a demandar un proceso gradual”, dicen en el directorio nacional petista. Por eso, las prioridades paulistanas son otras.
Junto con el baño de transparencia en el manejo de los fondos luego del tole-tole que fueron estos 8 años de malufismo (derivado de Paulo Maluf, candidato derrotado el domingo), una de las prioridades del martismo será aplicar el programa de “renta mínima” con el que se subsidia a familias indigentes con hijos en edad escolar. Sea en soledad o con el partido, Marta tendrá que enfrentar una ciudad difícil. Aníbal Ibarra, de visita en casa de Suplicy el sábado, oía con asombro los números de San Pablo: 10,5 millones de habitantes y 2 millones de favelados. Frente a los 3 millones de porteños con renta per cápita superior a los 22 mil dólares, San Pablo resulta un expediente mucho más difícil de resolver. Otros datos puedenhacer pensar que en realidad San Pablo es definitivamente ingobernable e inhabitable: 5500 homicidios anuales y kilométricos embotellamientos diarios.
Los arrumacos que en estos días se prodigaron Marta y la socialdemocracia, que incluyó el voto por Marta del presidente Fernando Henrique Cardoso, debieran dar sus frutos en forma de fondos frescos o refinanciación de deuda con los cuales el futuro gobierno espera contar.
El caudal político recogido en estas municipales, que acabó de implantar al PT en casi todo el territorio brasileño, de Porto Alegre a Pernambuco, de Goiana a Belem, lo consolidó como una entidad política fundamental en Brasil donde los partidos suelen ser confederaciones de caciques regionales sin programa ni objetivos más que el ventajismo de corto plazo. Con ese activo político los petistas esperan dar el “gran salto”, que es como llaman a la conquista de las presidenciales de octubre del 2002.
Pero todo, o casi todo, dependerá de lo que ocurra en San Pablo que tanto puede ser plataforma de lanzamiento como un lastre que haga naufragar aquellas ambiciones. Esa circunstancia deja parte de la suerte del partido en manos de alguien, como Marta Suplicy, con 17 años de filiación petista, pero con más currículum como columnista televisiva que irritó almas pacatas con sus consejos sobre sexualidad adulta que como miembro de esa colectividad partidaria.
Dicen que el domingo Marta dijo: “la que ganó fui yo”. Y eso es mucho decir para el gusto de los petistas de paladar negro.
Pero, aún en sus especulaciones más egoístas Marta Suplicy sabe que sin la infraestructura que le proporciona el partido su camino al Planalto puede malograrse.

 

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