Por
J. A. Rodríguez
y J. Frances
Desde Madrid *
El
magistrado de la Corte Suprema José Francisco Querol Lombardero
era un hombre de costumbres. Ayer, como cada mañana, se despidió
de Pepita, ahora su viuda, y bajó en ascensor de su casa, en el
piso 12º B, del número 65 de la calle de Torrelaguna, a eso
de las nueve de la mañana. Su conductor habitual, Armando Medina,
estaba en ese momento apurando un café con porras en el bar Valencita,
situado en la avenida de Badajoz, mientras el escolta Jesús García
Escudero, agente del Cuerpo Nacional de Policía, charlaba tranquilamente
sobre la inminente llegada de las heladas a Madrid con el conserje del
bloque en el que vivía el magistrado.
Querol Lombardero, que el 30 de noviembre cumplía 70 años
e iba a jubilarse, se cruzó con su conserje, Fernando Sanz, quien
le saludó con un simple ¡don José! y un
movimiento de mano. El magistrado de la Sala V de lo Militar del Tribunal
Supremo fue un momento al quiosco de la puerta de su casa. Hizo
lo de todas las mañanas: compró un ABC y un paquete de Ducados
y se marchó, relataba, aún impresionado, el quiosquero,
Angel del las Sías.
Magistrado, escolta y chofer subieron en el coche oficial, un Renault
Mégane verde matrícula PME-1443-A, y enfilaron hacia el
cruce de la calle de Torrelaguna con la avenida de Badajoz, a pesar de
que esa dirección está prohibida salvo para autobuses y
taxis. De hecho, la policía local había parado en algunas
ocasiones al magistrado por ir contravía, pero les había
dejado seguir después de que se identificaran. El coche torció
hacia la derecha, obligado por una señal de tráfico, rumbo
al cercanísimo Sanatorio de la M-30 de Madrid.
Los terroristas ya le estaban esperando con el mando a distancia que activaba
el explosivo en las manos. El coche bomba, cargado con unos 30 kilos de
dinamita, estaba perfectamente aparcado prácticamente en la esquina
de la avenida de Badajoz. La explosión del Renault 9 que contenía
el artefacto robado el 17 de agosto en el barrio madrileño
de Fuencarral le dio de lleno al coche oficial, que saltó
por los aires convertido en una bola de fuego, sobrevoló un autobús
de la línea 53 de la Empresa Municipal de Transportes (EMT) y cayó
sobre su techo docenas de metros más lejos, al otro lado de la
calle, pegado a un Centro de Atención a la Infancia del Ayuntamiento
de Madrid.
La explosión alcanzó de lleno la parte delantera del autobús
que, al mismo tiempo, sirvió de parapeto para casi una decena de
personas que pasaban en ese momento por la calle. El conductor del transporte
público, Jesús Sánchez Martínez, quedó
gravemente herido, con severísimas lesiones craneales.
La parte delantera del autobús empezó a arder, mientras
la decena de personas que lo ocupaban saltaban por las ventanas.
La explosión mató en el acto al magistrado, su chofer y
su escolta, que quedaron totalmente carbonizados. Un total de 66 personas
sufrieron heridas, aunque las más graves eran el conductor del
autobús y una niña de ocho años que sufría
una fractura abierta en una pierna. Más de 400 viviendas sufrieron
daños de importancia, aunque el bloque con más destrozos
fue el situado justo bajo el coche bomba: una torre de 14 pisos. Tarde
o temprano pagarán sus crímenes, afirmó el
rey Juan Carlos I de España. Nadie va a conseguir por la
fuerza de la violencia ningún tipo de objetivo, afirmó
por su parte el presidente del Gobierno español, José María
Aznar, quien añadió que las víctimas murieron por
trabajar al servicio de la libertad. Desde Valencia, donde
inauguró una conferencia que discute la descentralización
en Europa, el jefe del Partido Unionisa del Ulster condenó el atentado
y dijo que la actividad de ETA es inútil, porque ya
se vio en Irlanda del Norte durante 30 años que cuando
llegael momento de solucionar las cosas, las actitudes violentas no solucionan
nada.
Al poco tiempo del atentado, cientos de personas, encabezadas por el ministro
de Economía, Rodrigo Rato, se reunieron en la céntrica Plaza
del Sol bajo una pancarta en la que se podía leer Por la
libertad-Contra el terrorismo. ETA no. Otras concentraciones tuvieron
lugar en las capitales vascas de San Sebastián, Bilbao y Vitoria
(norte). Para hoy habrá muchas más marchas en todo el territorio
español, incluida una que encabezará el propio Aznar en
la capital española. El nuevo ataque de ETA, que eleva a 19 el
número de víctimas mortales causadas por esta organización
desde enero, sobreviene apenas ocho días después del último
asesinato perpetrado por los activistas vascos contra el funcionario de
prisiones Máximo Casado Carrera en Vitoria, la capital del País
Vasco.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
COMO
LA CUESTION VASCA LE REBOTA AL SOCIALISMO
Los
dientes apretados de Aznar
Luis
R. Aizpeolea
Desde Madrid *
El presidente del gobierno, José María Aznar, ha hecho del
desalojo del Partido Nacionalista Vasco (PNV) del Ejecutivo vasco y de
la cohesión territorial de España el eje de su discurso.
Ambos retos, convertidos en referente básico de su estrategia antes,
incluso, de las elecciones el 12 de marzo, los utiliza también
ahora para poner a prueba al PSOE. Aznar hizo de la cuestión
vasca un objetivo estratégico de su gobierno cuando ETA declaró
su tregua en setiembre de 1998. Tras su ruptura, 14 meses después,
mantuvo el objetivo, pero alteró el contenido: el PNV, y con él
el lehendakari (presidente autónomo vasco) Juan José Ibarretxe,
son cómplices de ETA por servir de caldo de cultivo a la banda
por haber firmado el Pacto de Lizarra con EH.
Desde entonces, desde diciembre de 1999, todas las intervenciones de Aznar
sobre política nacional inciden sistemáticamente en este
punto.
Los últimos movimientos de Ibarretxe, desmarcándose del
Pacto de Lizarra (firmado por los nacionalistas), señalando a ETA
como único responsable del terrorismo frente a la equidistancia
anterior, y reconociendo el error de mezclar el proyecto del PNV con la
normalización de Euskadi no afectan para nada a Aznar, en contraste
con el PSOE. Los socialistas animan a Ibarretxe a seguir por esta vía
porque fortalece la unidad democrática frente a ETA, sin que suponga
alterar su estrategia vasca, coincidente con el PP: Ibarretxe debe adelantar
las elecciones porque está en minoría y pactó un
programa con el brazo político de ETA tras un acuerdo secreto y
previo a los comicios.
Esa dualidad no existe para Aznar. No distingue entre gobierno vasco y
PNV, entre el nuevo papel de Ibarretxe y el del presidente del PNV, Xabier
Arzalluz, que dice que el Pacto de Lizarra está acabado y que no
renuncia al soberanismo. O sea, las dos cosas a la vez. La Moncloa está
convencida de que el PNV volverá al frente nacionalista si ETA
declara otra tregua. Es más. La única garantía de
que exista un gobierno vasco eficaz en la lucha contra ETA y de que el
PNV olvide sus sueños soberanistas es su desalojo del poder, según
el número dos del Ejecutivo, Mariano Rajoy. Una mayoría
del PSOE piensa lo contrario: que su desalojo radicalizará a los
peneuvistas.
Esta posición inflexible con el PNV devuelve, además, sus
señas de identidad al Partido Popular (PP) de Aznar en su visión
de los nacionalismos, confusa en la anterior legislatura por su forzado
pacto con el partido catalán gobernante Convèrgencia i Unió
(CiU) y con el PNV al no disponer de mayoría absoluta. Aznar dijo
lo que piensa del nacionalismo cuando, hace un mes, comparó la
Serbia de Milosevic con la Euskadi de Arzalluz sin atender al pasado democrático
del PNV.
No es baladí que uno de los sueños de Aznar sea acabar su
mandato con la derrota histórica del nacionalismo en su campo.
La Moncloa (sede del gobierno) tiene en cuenta, además, que una
de las claves de su mayoría absoluta radica en su firmeza con los
nacionalismos, en contraste con el PSOE, que marca la diferencia entre
la ETA y el PNV y que teme que la confrontación entre el PP y el
nacionalismo democrático polarice la política vasca y ahonde
su fractura social.
El gobierno cuenta con que el PSOE está más próximo
al PNV que el PP por sus históricas relaciones con los nacionalistas,
con quienes ha gobernado varias legislaturas, y se dispone a probarles.
El gobierno está colocando al PSOE, ante las elecciones vascas,
en un dilema en el que gana siempre. Gana si el PSOE se une al PP con
un gobierno alternativo al PNV. Pero también si el PSOE gobierna
con el PNV, por muchas declaraciones bienintencionadas de los nacionalistas,
porque, según cree, los socialistas lo pagarán en las urnas
en toda España. También trata de probar al PSOE en el segundo
eje de su estrategia: la cohesión territorial de España.
Lo ha facilitado la mayoría absoluta del que obtuvo en las elecciones
del 12 de marzo, que le ha liberado de las ataduras nacionalistas. El
gobierno juega con dos cartas. Trata con distancia a su aliado nacionalista
más próximo, Convèrgencia i Unió. Su presidente,
Jordi Pujol, tras entrevistarse con Aznar, al que ha adelantado su apoyo
presupuestario, no ha logrado garantías del presidente sobre su
reclamación clave: un modelo de financiación autonómica
suficiente y duradero.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
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