Por
Mariano Blejman
Es
una suerte que alguna vez una radio esté dirigida por un tipo de
radio, afirma con bastante sorna el rosarino aporteñado Quique
Pesoa. Es que, explica, en su larga trayectoria radial tuvo como jefes
a tenientes coroneles, administrativos de segundo nivel, políticos
que llegaron tarde a la repartija de otros cargos. Finalmente, se
dio un proceso durante el cual los medios buscaron para sobrevivir empresarios
a los que les daba lo mismo una radio que una fábrica de zapatillas.
En este contexto el conductor trabajará ahora bajo la dirección
de Juan Alberto Badía en lo que queda de la AM de Radio de la Ciudad
(AM 1100) cuya frecuencia anterior era AM 710. La frecuencia perdida fue
privatizada por la administración de Carlos Menem, para finalmente
quedar en manos del empresario Daniel Hadad. La nueva frecuencia es una
de las más incómodas posibles en el dial y, para colmo,
se escucha bastante mal en buena parte de la ciudad, subraya
Pesoa. Como el resto del personal de la emisora, Pesoa pone al mal tiempo
buena cara y así desde el lunes que viene comenzará a conducir
La vereda, de lunes a viernes, de 6 a 9.
¿Cambió su idea de hacer radio en 30 años de
profesión?
Lo que no varié fue el concepto de comunicación. Cuando
yo imagino que hay un tipo recibiéndome en una estación
de nafta abandonada, en un pueblo de la provincia de San Luis, y el tipo
escuchándome allí en soledad, entonces pervive la misma
sensación de comunicación.
¿En algún momento pensó a la radio como un
método de convencimiento?
Eso lo llamaría modificación de situaciones. De allí
que pienso que los medios de comunicación educan siempre, aunque
también son métodos de penetración. Pero los mismos
medios se han olvidado de la responsabilidad educativa, formativa, para
zafar de la responsabilidad de la formación. El medio de comunicación
no debe permitirse decir le damos a la gente lo que la gente quiere,
el medio tiene que tomar a la gente y tirar para arriba. Y no acompañarla
en su descenso. Se ha acostumbrado mucho a decir después
de todo es un entretenimiento. No nos endilguen la tarea política,
pero mientras no hagan nada los otros sectores aumenta nuestra responsabilidad.
La radio te modifica los esquemas de pensamiento.
¿Se puede compensar la lógica comercial con el interés
público?
Yo no vendo publicidad, no tengo una tarjeta publicitaria, ni tengo
sponsors. Sin embargo alguna cosa sucede con mi tarea artística
que todavía soy requerido para algunos trabajos. Seguramente algo
hice para estar 30 años en el medio sin haber conseguido un puto
cliente. Porque creo que, a pesar de lo devaluado, el medio de comunicación
educa.
¿Usted cree que se quiere educar a la gente a través
de la radio?
Lo que quieren es ponerle anteojeras. Prefiero un poco menos de
coherencia, con la duda razonable. No necesito que nadie me cuide. Ya
me cuidaron mucho. Quiero que me eduquen para poder elegir más.
¿Cómo será su programa?
No sé si un programa mío tiene una idea. Yo voy siempre
con mis cosas, con Dorita, que es mi computadora y mi compañera
de laburo. En todo caso van cambiando uno y las circunstancias. Badía
me dijo que quería hacer una radio para los vecinos, lo que no
cambia mi perfil.
¿La radio argentina atrasa?
La radio es uno de esos inventos redondos, que no necesitan demasiada
tecnología. La comparo con la lamparita de Edison que fue inventada
hace 120 años y todavía sigue siendo igual. Tiene hasta
la misma forma, es una ampolleta vacía y un filamento. La parafernalia
tecnológica se puede usar si uno quiere, pero no hace falta.
Que treinta
años no es nada
¿Desde
cuándo hace radio?
Empecé en 1970 en Rosario, LT2 Radio General San Martín,
y estuve hasta 1985. En Buenos Aires, empecé haciendo un programa
de jazz en la vieja Radio Belgrano. Cuando eso se acabó, había
preparado una cinta con un muestrario de lo que había desarrollado
en 15 años en otra parte: entrevistaba músicos, hacía
música con ellos, presentaba a gente. Fui a entrevistarme con
la gente de Radio Continental y me dieron de 10 de la mañana
a las 10 de la noche. Luego pasé por FM de Radio Rivadavia
en Club 103. Luego estuve un año en Radio Municipal, en la
época de Pepe Eliaschev. Me fui luego de los seis meses porque
no me pagaron nunca y Eliaschev no se fue conmigo. Eso me dio un poco
de bronca, porque era el que me había llamado. Al año
siguiente se fue Antonio Carrizo de Rivadavia y me hice cargo de la
tarde por tres años con un ciclo llamado La Oreja. |
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