Por
Fabián Lebenglik
La
obra de Eduardo Stupía se vuelve cada vez más incierta e
inquietante a medida que en sus dibujos crece el gesto pictórico.
El segundo componente que gana terreno en su trabajo es el oscurecimiento
de la paleta. La cualidad pictórica y el oscurecimiento, lentamente
y sin pausa vienen tomando su obra, como una enfermedad, desde hace varios
años.
Eduardo Stupía nació en Buenos Aires en 1951, es egresado
de la Escuela Nacional de Bellas Artes Manuel Belgrano. Expone individual
y colectivamente desde 1973. Participó en premios y bienales internacionales
en España, México, India, Santo Domingo y Taiwan. En 1984
ganó el Premio/Beca de dibujo de la Fundación Esso y al
año siguiente el Premio/Beca de dibujo del Museo de Arte Moderno
y el Premio Fundación Arché. El año pasado ganó
el consagratorio Primer Premio del Salón Manuel Belgrano, organizado
por el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Desde hace varios años sus dibujos derivaron en un proceso gradual
de inestabilidad, que desencadenó el abandono progresivo de las
certezas. Y no se trata de que antes hubiera demasiadas certezas, pero
la enfermedad que trae el abandono de los paisajes abstractos tramados
con una estructura filigranada de redes compositivas es una huida
hacia adelante en el proceso de disolución compositiva.
Por supuesto que en su búsqueda Stupía no abandona la totalidad
de sus recursos. De hecho sólo se libera gradualmente de algunos,
aunque de los más visibles. Entre los recursos de fondo continúa
habiendo una secuencialidad de una obra a otra, una suerte de principio
narrativo, que trae como consecuencia el funcionamiento en series. En
la compresión y expansión del gesto, en las fricciones y
remansos visuales, en las tematizaciones y comentarios que generan las
combinaciones, se lee el esbozo de un relato perdido.
A través de este proceso introspectivo de investigación
visual, el dibujante busca naturalizar la razón de su virtuosismo,
llevando el eje compositivo hacia el automatismo del gesto.
De una razón virtuosa se pasa a otra, tortuosa. Como si Stupía
se abandonara a la irracionalidad de los movimientos, las intuiciones
y los materiales. Carbón, gouache, pastel, tinta china, constituyen
la materia que habla a través del artista.
En los movimientos, a veces controlados, a veces descontrolados, se dirime
la nueva lógica dominante, guiada por esa naturalización
del gesto que se libera y se impone alternativamente, en secuencias, curvas,
pinceladas palpitantes, arabescos, matices, tensiones y climas.
La sabiduría artística progresa en el abandono de las certidumbres
hacia una autonomía de la práctica, como si la lógica
quedara en manos de los procesos materiales.
En la obra que se presenta a partir de hoy puede verse una paradoja, algo
así como un descontrol muy trabajado, porque el dibujante se vuelve,
también él, un instrumento del dibujo, una parte material
del proceso. La lentitud de la obra anterior, histórica,
del dibujante, se transforma, cambia de ritmo, ahora se vuelve ansiosa
y veloz. La rapidez de la ejecución se combina con la profundidad
del planteo.
En la nueva obra, cada vez más arriesgada, la relación con
el paisaje es casual y retórica: es la relación que sobrevive
en la genética de sus acciones y en la razón de la materia.
En todo caso se trata de paisajes anómalos y transfigurados, que
se intuyen como una huella perdida. Son paisajes abandonados a su suerte.
(Desde hoy a las 19 en la galería Del Infinito, Avenida Quintana
325, planta baja.)
JUAN
ANDRES VIDELA EN EL CENTRO RECOLETA
Contenidos
y continentes
Por
F. L.
El hombre y la
casa son dos fuertes núcleos temáticos en la obra de Juan
Andrés Videla. Dos núcleos que se expanden simbólicamente
hasta el límite: la casa como idea se amplía hasta abarcar
un entorno mayor, territorial o cósmico; la idea de hombre, a su
vez, crece hasta convertirse en una categoría omnisciente, cuya
imagen llega a contener al universo. En alguna obra se asocia el cuerpo
con el territorio. Por eso el pintor quedó fascinado con el cruce
idiomático y conceptual que se produce con un juego que combina
el significante de dos palabras usadas como título de la exposición:
HO(M)ME; entre homme (hombre, en francés) y home (hogar,
en inglés). Una palabra contiene a la otra, del mismo modo que
en sus cuadros una imagen contiene a la otra. Tanto en el cruce lingüístico
del pintor como en el tratamiento de la imagen, la idea de Hombre contiene
simbólicamente la de Casa. En esta operación lingüística,
estética y cultural se condensa buena parte del sentido de su trabajo.
A esta conjunción de conceptos se agrega la acción de nombrar,
que resulta también una clave en el proceso creativo del pintor.
Este dato aparece de manera obsesiva en los cuadros: nombres propios,
títulos, nombres comunes, frases, tipografía pegada, proyectadas
o pintada... Hay toda una larga secuencia de letras que son parte constitutiva
de la obra de este artista. Definir y nombrar las cosas del mundo y del
cosmos tiene por finalidad conocerlas, familiarizarse con ellas y, por
supuesto, detenerlas en su cadena de significación anárquica
que tienen las cosas sin nombre. Nombrar es un acto de apropiación.
Aunque la imagen humana tiene una presencia fuerte en casi toda la obra
anterior del artista, en su nueva muestra esta presencia se vuelve al
mismo tiempo tan dominante como imperceptible. El carácter dominante
surge porque el Hombre parece ser el marco referencial más abarcativo
de su poética. Pero esa figura domina la imagen desde una semitransparencia,
con un carácter etéreo: un torso casi imperceptible se vuelve
presencia/ausencia, elocuente y obsesiva. El cuerpo humano está
transitado por toda clase de accidentes. La figura transparente del hombre
que hay detrás de algunos cuadros aparece dolida, reconcentrada,
transida, por el peso del sacrificio.
La única escultura de la muestra un hombre que, gracias a
un mecanismo, gira imperceptiblemente mientras dibuja con un palo un círculo
en la arena del piso refirma la presencia y ausencia humana como
cuestión central.
Hay un costado religioso en cuanto a cierta metafísica de los temas,
con evocaciones misteriosas, quizás arcaicas y remotas por la densidad,
el tratamiento y la carga visual de la materia.
Pero este aspecto es a su vez contrarrestado por un gesto crítico,
de fuerte toma de distancia, ya que todo en su obra está ligado
a un juego.
La idea de juego funciona como contrapeso ideológico, de modo que
toda la profundidad de las obras es pasada por el tamiz de la mirada lúdica.
La vida la pintura es como un juego. Debe someterse a ciertas
reglas transitorias que sólo tienen efecto mientras se juega.
Los juegos son sistemas de creencias provisorios y parciales si se los
compara con la aspiración de completud y permanencia que suponen
las religiones. En estas pinturas los grandes relatos cósmicos
y religiosos están sometidos a las convenciones de los relatos
menores de los juegos de mesa. Es en este punto donde la obra de Juan
Andrés Videla apela a una armónica lucidez. Si su pintura
sólo buscara la densidad de la materia y la profundidad del sentido,
persiguiendo absolutos a toda costa, podría naufragar en las aguas
del kitsch. Sin embargo, la distancia irónicatransforma esa densidad
en una cualidad. (Desde mañana hasta el 19 de noviembre en el Centro
Recoleta, Junín 1930.)
Inauguran
en la semana
- NY NY, fotos de Alejandro
Montes de Oca, Carlos Zaccari y Luis Mikowsky, desde ayer, en el
Instituto Carlos Pellegrini, Ruta 25, Pilar.
- Ernesto Bertani, pinturas, hoy, en Zurbarán, Cerrito 1522.
- Marina Rodríguez Fages, pinturas y tintas, mañana,
en Adriana Budich, Av. Coronel Díaz 1933.
- Maggie Atienza, collages y técnicas mixtas, mañana,
en La Cuadra, Jorge Newbery 1651.
- Marina Zerbarini, mañana, en la Alianza Francesa, Córdoba
946.
- Ricardo Carreira, Ejercicios, y presentación del CD-Rom
Ricardo Carreira, vida y obra, el jueves 2, en el MAMbA, San Juan
350.
- Sole Nasi, Cells, el 2, en New York University, sede Buenos Aires,
Arenales 1658.
- Ofrenda del día de los muertos homenaje al Cuchi
Leguizamón y Cuco Sánchez, el 2, en el
Museo Fernández Blanco, Suipacha 1422, organizado por la
Embajada de México.
- Alfonso Castillo, fotos, el sábado 4, en Arte x Arte, Solar
del Juramento, Vuelta de Obligado 2070.
- 200 x 200, muestra desde el 2 hasta el 7, previa a la fiesta y
sorteo a beneficio del Centro Recoleta, en la que se mostrarán
200 obras de 200 artistas (consagrados y nuevos), para ser sorteadas
por $200 cada una.
Arte
joven de remate
A partir de la convocatoria al Primer Concurso temático
de pintura joven que organizó el Patio Bullrich en Arte BA
2000 se presentaron más de 350 artistas de los cuales fueron
preseleccionados 40. El próximo jueves 2 un jurado elegirá,
entre esos 40 cuadros, tres premios, de $20.000, $10.000 y $5.000,
respectivamente, y los 37 restantes serán subastados a beneficio
del Centro de Estudios de Nutrición Infantil y de la Fundación
Felices Los Niños. Todos los compradores que obtengan una
obra por más de $1000 se llevarán automáticamente
un pasaje ida y vuelta a París. La subasta se llevará
a cabo el lunes 6 de noviembre a las 19, en el hotel Caesar Park.
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