Por Maximiliano Montenegro
Hay que pasar el verano. Aunque no lo digan en público, es lo que piensan varios funcionarios en el Ministerio de Economía. Entre enero y marzo se concentran vencimientos del capital de la deuda por 5 mil millones de dólares, que el Gobierno deberá refinanciar pidiendo nuevos créditos. Es un tercio del total de vencimientos de la deuda que habrá que afrontar en el 2001. A eso hay que sumarle unos 2500 millones en concepto de intereses. Si no se pudiera hacer frente a uno solo de esos compromisos, el país sería declarado en �cesación de pagos�. De ahí que el ministro José Luis Machinea negocie en secreto un préstamo extraordinario del Fondo Monetario. No quiere quedar a merced del calor de los �mercados� durante el período estival.
Todos los años, el gobierno argentino paga los intereses de la deuda externa y �patea� el capital, con nuevos préstamos. Ese es uno de los motivos por los que la deuda en lugar de achicarse siempre crece. El año próximo habrá que pagar unos 11.500 millones de dólares en concepto de intereses, mientras que otros 15.000 millones habrá que refinanciarlos.
En realidad, pese al ajuste que aplicó este año y que se mantendrá el próximo, el Gobierno no logra pagar la totalidad de los intereses con el superávit operativo que obtiene después de restarles a los ingresos impositivos los gastos. Por eso, también una parte de los intereses, unos 4100 millones (el déficit fiscal acordado con el FMI), se �pagará� con nuevos créditos.
En resumen, el año venidero el Gobierno deberá pasar la gorra entre los inversores locales y extranjeros por un monto del orden de los 19.000 millones de dólares: 15 mil millones para cumplir con los vencimientos de capital y 4 mil para financiar el déficit fiscal.
Hasta setiembre, el Gobierno contaba con un �colchón� financiero para cumplir con los vencimientos en caso de que nadie estuviera dispuesto a prestarle a una tasa razonable por un lapso de dos meses. Pero las turbulencias del último mes dispararon la tasa de interés, forzando a Machinea a usar buena parte del colchón. De continuar la desconfianza, el Estado argentino empezaría el nuevo año sin colchón. Y entonces, a menos que apareciera un paquete de salvataje especial del Fondo Monetario, en el verano estará más expuesto que nunca al veredicto de los �mercados�.
Pagar la cuota
Los monitores de Bloomberg, tres pantallas planas que dan la impresión al que se sienta delante de estar al mando de un avión, acaparan en estos días la atención de los principales funcionarios del Ministerio de Economía. A través de esos monitores siguen las cotizaciones de los títulos de la deuda argentina y del resto de los mercados �emergentes�. Esa es la base para medir el famoso riesgo país, es decir, cuál es la sobretasa de interés que paga el gobierno argentino para endeudarse, en relación a lo que paga el gobierno norteamericano.
La crisis política de la Alianza, la falta de señales claras de que la economía esté saliendo de la recesión y las dudas sobre Machinea hicieron que a mitad de la semana pasada el riesgo país alcanzara un record para los últimos tres años. El costo del endeudamiento para el gobierno argentino (14 por ciento por un crédito a tres años) se ubicó por encima de lo que pagan países como Perú, Venezuela y Brasil, que no se destacan precisamente por ser modelos de estabilidad. Y llegó a más que duplicar la tasa de interés que le cobran a México, causante del recordado efecto Tequila allá por 1995.
La ecuación es sencilla. Si la tasa de interés sigue tan alta como la semana pasada, la deuda se transforma en una bola de dólares inmanejable. Por cada 1 punto que aumenta la tasa de interés que paga el Gobierno, seincrementan en casi 200 millones de dólares las obligaciones de la deuda que debe honrar anualmente. En el último mes y medio, la tasa subió entre 2 y 3 puntos.
Más importante aún, la tasa aumenta porque los que prestan, más allá de las señales de buena conducta que ofrece Machinea, desconfían de la capacidad de repago del Gobierno. Y tal situación puede detonar un círculo vicioso. Si la tasa sube demasiado, entonces la carga financiera se hará tan pesada que afectará la solvencia del Gobierno, y los que prestan desconfiarán aún más hasta el punto que dejarán de financiarlo.
Por eso es clave el cronograma de vencimientos de la deuda. Según el listado de la Dirección de Administración de la Deuda Pública del Ministerio de Economía, al que accedió Página/12, sólo en el primer trimestre del año vencen 5000 millones de dólares del capital de la deuda, siendo febrero y marzo los dos meses más complicados (ver cuadro). Además, en ese período, el Gobierno deberá pagar otros 2500 millones en concepto de intereses. Después no hay otro trimestre con una carga financiera tan pesada, pero mayo será un mes terriblemente duro, en especial por la cuenta de intereses.
Machinea apuesta a que a lo largo del año la economía tome envión (pronostica un crecimiento del 3,7 por ciento), poniendo en marcha un círculo virtuoso: más recaudación tributaria, menos déficit fiscal, más confianza de los inversores extranjeros en el Gobierno, menos tasas de interés y mayores facilidades para cumplir con la deuda. Pero aún si se cumpliera ese escenario, cosa que los consultores ponen en duda, lo que está claro es que durante el verano no habrá reactivación vigorosa, ni mucho menos. Entonces, el ministro deberá extremar la austeridad fiscal para cerrar las cuentas fiscales, después del pago de intereses, en línea con lo acordado con el FMI. Pero aun así, habrá que pedir prestado por 5 mil millones a los bancos en un mercado que, probablemente, todavía se mantenga desconfiado.
Si Machinea consigue una línea de crédito especial del FMI de entre 7 a 9 mil millones de dólares, ya no dependerá del humor de los mercados en el verano. Y ganará tiempo para esperar, más tranquilo, los frutos de una reactivación salvadora. �Si pasamos el verano, no nos para nadie�, dicen, optimistas, en Economía. La clave, obviamente, está en la primera parte de la frase.
¿Un premio o una cruz?
Machinea quiere que Argentina sea el primer país en conseguir una línea de crédito contingente (LCC) del Fondo. La LCC fue una propuesta original de Roque Fernández, pero que siempre fue resistida en el directorio del organismo por los representantes europeos. La idea es que ese crédito sólo sea desembolsado en caso de una crisis de financiamiento. Así, Argentina podría ser visto como un país que es �premiado� por su buena performance económica con un préstamo que sólo sería utilizado para afrontar una crisis ajena a su responsabilidad. Sin embargo, los europeos lo objetaron con el argumento de que si el país estaba expuesto a una crisis era por sus propias debilidades, y en consecuencia podía ser asistido con los créditos de salvataje tradicionales. El punto es cómo percibe el �mercado� el préstamo que negocia Machinea: si en lugar de un premio lo considera un salvavidas, la desconfianza sobre Argentina podría aumentar. |
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