Por Eduardo Videla Contra lo que algunos sostienen, hay delincuentes que se forjaron bajo la �mano dura� de los dictadores. Es el caso de Ernesto Lorenzo, alias �Mayor Guzmán�, quien según los archivos del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) se inició en la Triple A, trabajó en el ex Batallón de Inteligencia 601, y llegó a lugarteniente del paramilitar Aníbal Gordon, con quien participó de tareas sucias como el secuestro de Guillermo Patricio Kelly y el robo de obras de arte en un museo de Rosario. Por esos y otros delitos �tenencia de armas de guerra y explosivos, robo de automotores� estuvo detenido. Ahora volvió tras las rejas, esta vez por integrar una banda de narcotraficantes. Lorenzo, que hoy tiene 51 años, conoció a Aníbal Gordon en Rosario. Allí los reclutó el general Otto Paladino, uno de los jefes de la Triple A, durante el gobierno de Isabel Perón. Este civil, que se hacía llamar mayor Guzmán, trabajó en el área de Inteligencia del Comando del II Cuerpo de Ejército, con sede en Rosario, durante la represión ilegal, y después desarrolló tareas de contrainteligencia durante la guerra de Malvinas. Pero el trabajo que lo llevó a la fama fue el secuestro de Kelly, en la agonía de la dictadura militar. El 24 de setiembre de 1983, con Gordon a la cabeza, Lorenzo integró la banda en la que participaban otros paramilitares como Eduardo Ruffo, César Enciso, Marcelo Gordon y Carlos Rizzaro. Kelly fue secuestrado en la esquina porteña de Cabildo y Republiquetas, y trasladado a una vivienda de la ciudad de Rosario, donde fue interrogado por el propio Gordon. �Se le preguntó para qué servicio de inteligencia trabajaba�, explicó luego Lorenzo ante el juez. El interrogatorio fue filmado y el video fue entregado en el Comando del II Cuerpo de Ejército -según admitió el propio Gordon� donde se impartió la orden de dejar en libertad al secuestrado, ante la repercusión social que había cobrado el tema. Por el secuestro de Kelly, Lorenzo fue condenado a seis años de prisión y salió en libertad condicional en 1991. Su jefe, Aníbal Gordon, no pudo cumplir la condena a 16 años: murió en la cárcel. Las andanzas de Lorenzo no terminaron allí. El 29 de octubre de 1995 volvió a ser detenido en el barrio de Belgrano, cuando circulaba en una camioneta con el Retrato de Doña María Teresa Ruiz de Apodaca y Sesma, un cuadro pintado por Goya en el siglo XVIII, valuado en más de 3 millones de dólares. La pieza había sido robada por la banda de Gordon, junto a otras obras de arte, del Museo de Arte Decorativo de Rosario, en noviembre de 1983. Otro agente del ex Batallón 601 involucrado en el robo de cuadros al museo Castagnino de Rosario, en 1987, es Leandro Sánchez Reise. Aunque en su foja de servicio figuran acusaciones mayores, como la de participar en el secuestro extorsivo del empresario Fernando Combal. El ex Batallón 601 de Inteligencia del Ejército no pasó a la historia sólo por su papel en la represión ilegal durante la dictadura: sus agentes, como Sánchez Reisse o Raúl Guglielminetti, participaron en la exportación de la tortura y las ejecuciones clandestinas a toda la región. En Bolivia, promovieron el derrocamiento de un gobierno civil; en Honduras, montaron una escuela para instruir a torturadores, y participaron además de actividades clandestinas en Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Pero los estrategas de la inteligencia militar también pensaron en un futuro donde los gobiernos civiles terminaran con las hipótesis contrainsurgentes y, con esa perspectiva, el ex Batallón de Inteligencia fue también una verdadera escuela del delito: allí se forjó el negocio de los secuestros extorsivos, donde la iniciativa privada tomó el lugar que dejaba el terrorismo de Estado. Después de 1983, el Batallón 601 de Inteligencia se convirtió en la Central de Reunión de Inteligencia Militar, CRIM, que depende de la Jefatura II de Inteligencia del Estado Mayor General del Ejército. Una de sus actividades, según publicó Página/12 en su momento, fue la publicación de un Manual de Informaciones, que incluía artículos sobre droga y métodos del narcotráfico. También editó en 1997 una Guía para padres y educadores, que se distribuyó en forma gratuita en las escuelas de todo el país, con consejos sobre la prevención del consumo de drogas por parte de los estudiantes. La Guía, cuya confección estaba a cargo del teniente coronel (R) José Campanella, estaba sponsoreada, entre otras empresas, por Edcadassa, atribuida entonces a Alfredo Yabrán. La Guía, seguramente, no llegó a las manos del mayor Guzmán, gerente operativo de la banda de narcos desbaratada el sábado, quien fue detenido en su casaquinta de General Rodríguez. Su jefe en la organización era �según el juez Roberto Marquevich� otro ex agente del 601, Julio Alberto Sanguinetti.
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