Ya es una rutina establecida. ETA mata a un político, un militar o un juez, y el gobierno nacional le responde convocando a concentraciones silenciosas cada vez más multitudinarias lideradas personalmente por el jefe de Gobierno José María Aznar. La regla se cumplió ayer cuando Aznar ocupó la primera línea en el velorio del juez de la Corte Suprema José Francisco Querol Lombardero y su chofer �asesinados anteayer por la explosión de un coche-bomba en Madrid, que además mató al guardaespaldas e hirió a 65 personas�, oficiado por el arzobispo de Madrid en el Salón de los Pasos Perdidos del máximo tribunal, un lugar usado en �ocasiones excepcionales�. En la capital española, unas 250.000 personas marcharon hasta la Puerta del Sol con la misma consigna que convocó a cientos el lunes, inmediatamente después del crimen múltiple: �Por la libertad, contra el terrorismo. ETA no�. Las principales condenas internacionales al �execrable� atentado salieron de la Unión Europea y del Vaticano. La organización de los funerales del juez Lombardero y su chofer volvió a dejar a la vista que Madrid está decidido a responder oficialmente a cada crimen etarra. Ayer quedó claro no sólo por la presencia de Aznar y el ministro del Interior, Jaime Mayor Oreja, sino por la ceremonia misma: los féretros cubiertos por la bandera española, las palabras del arzobispo madrileño Antonio María Rouco Varela y el lugar del velorio eran elementos de una reacción claramente política, que se repite ante cada asesinato desde que el jefe del Gobierno español hizo de la cuestión vasca -básicamente la relación �cómplice� del Partido Nacionalista Vasco (PNV) con ETA� uno de los pilares de su gobierno. �No hay ninguna idea, ningún programa o teoría política que valga una sola vida de una víctima del terrorismo�, expresó monseñor Rouco ante ambos féretros. Aznar marchó luego en silencio junto a un cuarto de millón de españoles acompañado por decenas de representantes del poder nacional contra el que ETA sigue disparando y bombardeando. Los manifestantes marcharon por la calle de Alcalá desde la plaza de Cibeles hasta la Puerta del Sol, donde el secretario de la Asociación de Víctimas del Terrorismo, Luis Delgado (cuyo hijo murió en un atentado de ETA en 1988) leyó un comunicado contra el terrorismo etarra. Paralelamente, los choferes de micros de la empresa municipal de transporte de Madrid hicieron un paro simbólico de cinco minutos en memoria de las tres víctimas del atentado y en apoyo a su compañero, el chofer que quedó en estado de coma después de que su ómnibus se cruzara en el camino del coche-bomba. Concentraciones similares tuvieron lugar en Zaragoza, Barcelona y Granada (donde era velada la tercera víctima, el guardaespaldas de Lombardero). En el País Vasco, el presidente del PNV, Xabier Arzalluz, disparó (figurativamente) contra Aznar por �eludir su responsabilidad� en el problema del terrorismo y �endosarla a los demás, especialmente a los nacionalistas vascos, a la Izquierda Unida o a las Madres de Plaza de Mayo�. Arzalluz �que nunca dio una señal de ruptura con ETA ni mucho menos� hizo una confusa calificación del atentado como �indiscriminado� porque �al que apretó el botón no le detuvo la consideración de que pasaba un autobús lleno de ciudadanos al lado de su objetivo�. Mientras la policía nacional explicaba que aún �no hay datos concretos� sobre los autores materiales del atentado, uno de los pocos etarras obligados a hablar ante la Justicia dejó en claro que ETA está siempre lista para disparar (literalmente) contra representantes nacionales. Harriet Iragui Gurrutxaga �miembro del comando Andalucía y acusado de haber asesinado al médico militar Antonio Muñoz Cariñanos el 16 de octubre en Sevilla� puso a ETA como garante de su persona al amenazar al juez de la Audiencia Nacional que lo interrogaba, Guillermo Ruiz Polanco: �Tenéis una gran responsabilidad. También sois un objetivo�. Cuando el fiscal del caso presentó inmediatamente una querella por �amenazas terroristas�, Iragui no dudó en aclararle que él también es un �blanco�.
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