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Por Suzanne Goldenberg * Desde Ramallah En los miserables campos de refugiados y en el caótico tendido urbano de Cisjordania y Gaza, los palestinos se mostraban ayer desafiantes, nada temerosos de los últimos misiles israelíes que escalaron el horrible ciclo de violencia y represalias. En Cisjordania, el lunes a la noche, helicópteros de combate israelíes dispararon misiles a dos sucursales de la organización Al-Fatah del presidente de la OLP Yasser Arafat, uno por cada uno de los dos judíos muertos anteriormente ese mismo día. Estos ataques, llamados de precisión, también hicieron blanco en un hogar vecino en Ramallah, y en una sinagoga de la secta bíblica samaritana en Nablus. El primer ministro israelí, Ehud Barak, dijo que los ataques le demostraban al liderazgo palestino que �el largo brazo del ejército israelí puede ser aún más doloroso�. En medio del ciclo de matanzas, sin embargo, relucía ayer una mínima dosis de esperanza. Se había programado una reunión a medianoche entre Arafat y el último israelí que mantiene alguna confianza en los palestinos, el ex primer ministro y premio Nobel Shimon Peres. Barak también sorprendió a todos ayer cuando en un discurso dijo que había hablado personalmente por teléfono con Arafat la semana pasada. Pero el contenido militarista de su mensaje �que intensificaría las respuestas de Israel a los ataques a sus soldados y civiles� no frenó la violencia. Ayer, en Gaza, tropas israelíes dispararon y mataron a un adolescente palestino y a cinco hombres cerca del cruce de la frontera en Karni en el este, con lo que el número de muertes este mes subió al menos a 155 personas, la gran mayoría palestinas. Se informó que por lo menos 45 palestinos fueron heridos en cinco enfrentamientos distintos. Si los israelíes querían sembrar el pánico y la sumisión con su arsenal de guerra, la furia mezclada con resignación eran las únicas emociones visibles en la calle Sharafa en Ramallah, donde una de las oficinas de AlFatah fue bombardeada. �Los palestinos no van a enterrar a su gente indefinidamente sin que lo israelíes paguen un precio�, dijo Marwan Barghouti, el comandante de las milicias Al-Fatah que han estado al frente de las protestas en Cisjordania. En Washington hoy, el ministro de Relaciones Exteriores de Israel, Shlomo Ben Ami, continuará con los esfuerzos para concertar reuniones por separado entre el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y Arafat y Barak. Pero en Gaza y Cisjordania sólo había resignación para una violencia que no muestra señales de terminar. En el campo de refugiados de Amari, una miserable madriguera de hogares precarios, sacaron la computadora y otros valores de la oficina de Al-Fatah, temiendo otro ataque. En Nablus, Abid Muin, un clérigo samaritano, dijo que nueve de las casas de la secta habían sido dañadas y una sinagoga se incendió cuando cayó el misil. �Está arruinada�, dijo. �¿Pero de qué me sirve enojarme por un edificio cuando todo alrededor están matando gente?� * De The Guardian de Gran Bretaña. Especial para Página/12
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