Por Julián Gorodischer
Los costos del rating pueden ser altos:
Mariano Grondona lo intuyó con el murmullo crítico que empezó a rodear
a "Hora Clave". De pronto, el foro político se abría a la
fiesta del romance entre Antonio y Shakira, recibía a Moria Casán para
dirimir cuestiones personales, dedicaba un capítulo a Maradona. Eran los
ecos de la llegada de Luis Cella, el productor de las mejores temporadas
de "Hola Susana", a las huestes de un equipo en busca de
audiencia. El "espectáculo para pensar" se fue volviendo cada
vez más espectáculo y los números subieron. El murmullo, en tanto, se
convirtió en un grito. "Primero pensé que era una corriente de mala
onda �-admite Grondona en la entrevista con Página/12--, pero
después me di cuenta de que era todo lo contrario. A mi programa se le
exige más que al resto". --¿Cómo repercutió en
usted la opinión negativa que se generó por su vuelco a temas de mayor
impacto?
--El programa siempre estuvo entre dos límites. Uno sería el
estrictamente político. El otro es tratar de ampliarlo a temas más
generales. Los dos tienen un peligro: si lo hago político, el público se
limita a un círculo de espectadores habituales. Si se pasa el otro límite,
el programa pierde identidad. El desafío es encontrar un camino entre la
identidad y la repercusión. --¿Cree que el nuevo
"Hora Clave", otra vez volcado a la política, es posible
gracias al alejamiento de Cella?
--Cella se alejó a principios de octubre y ya hacía varias noches
que estábamos tocando fuertemente el tema político. Pero es cierto que
Cella tenía un arco de invitaciones más amplio que el tradicional de
"Hora Clave". Ahora tengo un nuevo productor general, Gabriel
Pandolfo, que viene de la gráfica y es más parecido a mí. --En una entrevista con Página/12,
Cella señaló que "a la gente ya no le interesa escuchar a los políticos
porque no tienen nada nuevo para decir". ¿Acuerda con esta definición?
--Hasta agosto, es posible que sucediera: había una expectativa
benigna sobre el Gobierno y parecía que no ocurría nada. Pero después
del escándalo del Senado la corrupción política se convirtió en un
problema innegable; la recesión económica se empezó a ver como un rasgo
estructural de la Argentina y el liderazgo de De la Rúa se puso en tela
de juicio tras la renuncia de Chacho Alvarez. Es un cambio que dramatiza
la política. --¿Por qué "Hora
Clave" llegó a dedicar tanto espacio a una información sentimental
como el romance entre Antonio y Shakira?
--El romance se enfocó en función de sus repercusiones políticas.
Los temas permiten varias lecturas: yo nunca lo abordé farandulescamente.
Cuando la sociedad se despolitiza, surgen nuevos temas y ése fue uno.
Pero siempre me interesó centrarme en el costo político que tuvo que
pagar De la Rúa.
--Sin embargo, la crítica sobre ese vuelco se hizo oír con
fuerza.
--Es el dilema del periodismo en TV: compite con programas que no
son periodísticos. Un diario compite con otro diario: en TV compito con
un show o un partido de fútbol. Y la competencia es mucho más dura
porque lucha contra el zapping. El periodismo televisivo está casi en el
límite con otro tipo de evento. Cuando uno da una clase o escribe un artículo,
el espectador está concentrado. Un programa entra en la familia y la
pantalla necesita llamar la atención. --¿Y cuál es el límite
al buscar repercusión?
--Uno tiene que apostar a una audiencia mayor, sin perder la
anterior. Se puede, pero con mucho cuidado. Es importante dejar en claro
qué objetivo se tiene. "Hora Clave" ha tenido 15 puntos, pero
uno no debería pensar que los debería tener. Alcancé impactos
espectaculares, pero lo importante es no enamorarse de ellos. --¿No fue cauteloso ante
la llegada de Cella, un productor no especializado en lo político?
--Cella tiene una historia que va más allá de Susana Giménez.
Tenía tradición periodística y una nostalgia por esa etapa de su vida.
Además, yo ya no podía seguir siendo mi propio jefe de producción con
dos programas por semana. Era imposible mantener ese ritmo. --El nuevo "Hora
Clave" da mayor énfasis a la investigación propia. ¿Lo motivó la
competencia con el equipo de Jorge Lanata?
--Entraron nuevos periodistas y hay más input para la
investigación. El equipo anterior se limitaba a la producción en TV.
Cuando entra Pandolfo, es el ingreso de un jefe de gabinete. Yo tengo una
idea y ellos hacen la puesta en escena. En definitiva, esto es teatro, un
teatro de la realidad. --En "Día D"
fueron fuertemente críticos con "Hora Clave". ¿Le interesó
escuchar esas voces?
--Yo tengo una norma que me enseñó Frondizi: nunca agraviar y
nunca contestar agravios. Yo no hago periodismo de periodistas: si
hablamos unos de otros, perdemos el rumbo. Mi idea es que el periodismo
tenga un sentido casi invisible y la vedette sea la realidad. --¿La TV lo presionó
demasiado? --Cuando empecé en el viejo Canal 9, si me entendía con Romay, todo estaba arreglado. El tenía una estrategia: preveía franjas de rating y otras de calidad. Los nuevos gerentes no diferencian: se les pide más rating y ganancia a todos por igual, programa por programa. Esa presión existe. Se transmite una sensación de inestabilidad: todo parece ser transitorio y no se aguanta a ningún producto. Todo se achica y la pelea por los espacios se hace más difícil. Es como todo en el país: estamos pasando tiempos duros.
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