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MARIANO GRONDONA EXPLICA EL NUEVO CAMBIO 
DE FORMATO DE �HORA CLAVE�
�El escándalo del Senado repolitizó todo�

La etapa con Luis Cella elevó los números, pero terminó en un encontronazo del que no fue ajeno el tema del pago a ciertos invitados. El conductor no cree que el cambio sea sólo una cuestión de productores.


El conductor afirma que ya antes de la partida de Cella, el programa estaba volviendo a su formato clásico.
�El desafío del programa hoy es encontrar un camino entre la identidad y la repercusión�, define.

Grondona cree acertado el tratamiento del tema Shakira/Antonio.
�Tuvo un trato político, nunca lo abordé farandulescamente�, sostiene.

 

Por Julián Gorodischer 

t.gif (862 bytes) Los costos del rating pueden ser altos: Mariano Grondona lo intuyó con el murmullo crítico que empezó a rodear a "Hora Clave". De pronto, el foro político se abría a la fiesta del romance entre Antonio y Shakira, recibía a Moria Casán para dirimir cuestiones personales, dedicaba un capítulo a Maradona. Eran los ecos de la llegada de Luis Cella, el productor de las mejores temporadas de "Hola Susana", a las huestes de un equipo en busca de audiencia. El "espectáculo para pensar" se fue volviendo cada vez más espectáculo y los números subieron. El murmullo, en tanto, se convirtió en un grito. "Primero pensé que era una corriente de mala onda �-admite Grondona en la entrevista con Página/12--, pero después me di cuenta de que era todo lo contrario. A mi programa se le exige más que al resto".
 
El nuevo giro se sintió a comienzos de octubre. Cella abandonó el cargo, y "Hora Clave" regresó a la política. Otra vez, la mesa veterana entre los programas de opinión se poblaba de diputados, aspirantes a funcionarios y... senadores. "El escándalo de los sobres produjo una repolitización en la sociedad", dice Grondona. "Ahora conectan la política con su propio destino personal, vuelven a interesarse". Pero hay un tufillo a "pulseada" ganada por Grondona en la marcha atrás. En el otro bando se intuye un retroceso de los nuevos mandos de Azul TV, gerentes que buscan dos cifras para cada programa y ya no reconocen las bondades de tener prestigio. "La presión por el rating puede extremar el espectáculo, pero si se pasa cierto límite se desnaturaliza el producto", admite el periodista.   

  --¿Cómo repercutió en usted la opinión negativa que se generó por su vuelco a temas de mayor impacto?

  --El programa siempre estuvo entre dos límites. Uno sería el estrictamente político. El otro es tratar de ampliarlo a temas más generales. Los dos tienen un peligro: si lo hago político, el público se limita a un círculo de espectadores habituales. Si se pasa el otro límite, el programa pierde identidad. El desafío es encontrar un camino entre la identidad y la repercusión.

  --¿Cree que el nuevo "Hora Clave", otra vez volcado a la política, es posible gracias al alejamiento de Cella?

  --Cella se alejó a principios de octubre y ya hacía varias noches que estábamos tocando fuertemente el tema político. Pero es cierto que Cella tenía un arco de invitaciones más amplio que el tradicional de "Hora Clave". Ahora tengo un nuevo productor general, Gabriel Pandolfo, que viene de la gráfica y es más parecido a mí.

  --En una entrevista con Página/12, Cella señaló que "a la gente ya no le interesa escuchar a los políticos porque no tienen nada nuevo para decir". ¿Acuerda con esta definición?

  --Hasta agosto, es posible que sucediera: había una expectativa benigna sobre el Gobierno y parecía que no ocurría nada. Pero después del escándalo del Senado la corrupción política se convirtió en un problema innegable; la recesión económica se empezó a ver como un rasgo estructural de la Argentina y el liderazgo de De la Rúa se puso en tela de juicio tras la renuncia de Chacho Alvarez. Es un cambio que dramatiza la política.

  --¿Por qué "Hora Clave" llegó a dedicar tanto espacio a una información sentimental como el romance entre Antonio y Shakira?

  --El romance se enfocó en función de sus repercusiones políticas. Los temas permiten varias lecturas: yo nunca lo abordé farandulescamente. Cuando la sociedad se despolitiza, surgen nuevos temas y ése fue uno. Pero siempre me interesó centrarme en el costo político que tuvo que pagar De la Rúa.

  --Sin embargo, la crítica sobre ese vuelco se hizo oír con fuerza.

  --Es el dilema del periodismo en TV: compite con programas que no son periodísticos. Un diario compite con otro diario: en TV compito con un show o un partido de fútbol. Y la competencia es mucho más dura porque lucha contra el zapping. El periodismo televisivo está casi en el límite con otro tipo de evento. Cuando uno da una clase o escribe un artículo, el espectador está concentrado. Un programa entra en la familia y la pantalla necesita llamar la atención.

  --¿Y cuál es el límite al buscar repercusión?

  --Uno tiene que apostar a una audiencia mayor, sin perder la anterior. Se puede, pero con mucho cuidado. Es importante dejar en claro qué objetivo se tiene. "Hora Clave" ha tenido 15 puntos, pero uno no debería pensar que los debería tener. Alcancé impactos espectaculares, pero lo importante es no enamorarse de ellos.

  --¿No fue cauteloso ante la llegada de Cella, un productor no especializado en lo político?

  --Cella tiene una historia que va más allá de Susana Giménez. Tenía tradición periodística y una nostalgia por esa etapa de su vida. Además, yo ya no podía seguir siendo mi propio jefe de producción con dos programas por semana. Era imposible mantener ese ritmo.

  --El nuevo "Hora Clave" da mayor énfasis a la investigación propia. ¿Lo motivó la competencia con el equipo de Jorge Lanata?

  --Entraron nuevos periodistas y hay más input para la investigación. El equipo anterior se limitaba a la producción en TV. Cuando entra Pandolfo, es el ingreso de un jefe de gabinete. Yo tengo una idea y ellos hacen la puesta en escena. En definitiva, esto es teatro, un teatro de la realidad.

  --En "Día D" fueron fuertemente críticos con "Hora Clave". ¿Le interesó escuchar esas voces?

  --Yo tengo una norma que me enseñó Frondizi: nunca agraviar y nunca contestar agravios. Yo no hago periodismo de periodistas: si hablamos unos de otros, perdemos el rumbo. Mi idea es que el periodismo tenga un sentido casi invisible y la vedette sea la realidad.

  --¿La TV lo presionó demasiado?

  --Cuando empecé en el viejo Canal 9, si me entendía con Romay, todo estaba arreglado. El tenía una estrategia: preveía franjas de rating y otras de calidad. Los nuevos gerentes no diferencian: se les pide más rating y ganancia a todos por igual, programa por programa. Esa presión existe. Se transmite una sensación de inestabilidad: todo parece ser transitorio y no se aguanta a ningún producto. Todo se achica y la pelea por los espacios se hace más difícil. Es como todo en el país: estamos pasando tiempos duros.

�Debo admitir que me gusta �Café Fashion��

Una de las imputaciones que se le han hecho a �Hora clave� luego de los cambios de este año es haber borrado la frontera entre la información �seria� y la espectacular o sentimental. �Tener al lado un programa de entretenimientos �se defiende Mariano Grondona� ejerce una presión. A nadie le es ajeno que un programa está sometido a esta competencia.� Otro de los puntos para la polémica: represores y asesinos que han debatido con sus víctimas de igual a igual. En este sentido, Grondona sigue defendiendo la apertura de su ciclo a cualquier entrevistado, sin filtro. �Yo no proscribo a nadie�, dice, �porque viví en un país con enormes proscripciones. Censurar es menospreciar la madurez de la audiencia. Si llevo a Etchecolatz, presumo que la audiencia distingue. Si creo que la van a manipular, tampoco creería en la democracia�. El último descargo: Bernardo Neustadt emprendió su cruzada compulsiva contra la telebasura e incluyó al propio �Hora clave� en la redada. �Hablar de telebasura es un insulto�, responde a su vez Grondona. �Se le está diciendo basura a los que miran. Debo admitir que me gusta �Café Fashion�. Lo veo mucho porque a esa hora estoy para eso. Lo popular no necesariamente es basura.�

 

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