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![]() ¿De quién fue la culpa de que un evento artístico-económico se transformara en semejante lío? De la organización, que pautó una conferencia de prensa a puertas cerradas y que anunció a las radios un show acústico al aire libre en el mismo lugar y a la misma hora. Ninguna de las dos cosas se cumplieron: Charly García y Nito Mestre tocaron tres temas de modo bastante improvisado �se cortaba el sonido, de por sí bajo y malo� en el segundo piso del local, sólo para prensa e invitados, pero no llegaron a hablar porque sus fans, abajo, comenzaron a pugnar por entrar a ver el recital que les habían prometido. Se suponía que Tower iba a estar abierto toda la noche sólo para vender Sinfonía...: obviamente, eso no ocurrió. Y como sólo se habían fabricado discos para la venta, tampoco tuvieron acceso a ellos los periodistas. Bah, salvo aquellos que aprovecharon la confusión para -según remarcaban ayer en las oficinas de la cadena de disquerías- robárselos sin ningún empacho. La noche había comenzado muy tranquila. La tradicional esquina de Belgrano fue poblándose de adolescentes y de algunos oficinistas que elegían desanudarse la corbata. Mientras cantaban viejas canciones de Sui Generis, otras más recientes de García (en especial �El aguante�) y consignas contra Andrés Calamaro (especie de enemigo público de los fans de Charly), los seguidores del grupo apuraban latas de cerveza o botellas de Fernet con cola. También podían verse malabaristas, chicos con carteles tipo pasacalle y hombres-sandwich con anuncios de la salida del disco. No eran de ningún club de fans ni nada parecido: estaban ahí trabajando, aunque a medida que pasaban los minutos iban perdiendo las esperanzas de cobrar. Por ahí merodeaba, robando cámaras, un doble de García, que hasta se había pintado de blanco un tercio de su bigote. Charly y Nito llegaron a las diez en punto, a bordo de una limusina blanca que también traía a bordo a la conductora Dolores Barreiro, de �El Rayo�. Los músicos, apretujados, llegaron hasta una grúa que los elevó por el aire e intentaron pintar con aerosol el cartelón de tela que anunciaba la vuelta del dúo sobre la puerta del local. Pero los aerosoles no eran de muy buena calidad y no agarraban bien. Antes de amenazar, jocosamente, con incendiar el lienzo, García llegó a dibujar una esvástica invertida en color violeta. Después le gritó a quien manejaba la grúa: �Boludo, quiero bajarme�. Ya en el suelo, Charly se metió dentro del local y pidió un whisky. Estaba de muy buen humor; quiso leer una historia incluida en el arte del disco (tiene el formato de los viejos discos de vinilo), pero se dio cuenta de que el remolino de cámaras era demasiado y dijo: �Bueno, igual ya sé que todos van a decir que este disco es lo más grande que hay�, señaló con doble intención. Y agregó: �Lo digo modestamente�. Enseguida eligió improvisar tres canciones tipo fogón, justo en el momento en que comenzaban los problemas afuera del local. Recién después de que el cantante se fue en la limusina, el público comenzó a desconcentrarse. A la medianoche, en la puerta de la casa de García, varias decenas de fans esperaban poder ver a su ídolo. Tal vez tengan mejor suerte el 9 de diciembre próximo, cuando Sui Generis se presente en el estadio de Boca Juniors como comienzo de su gira 2000, que se anuncia como nacional y latinoamericana.
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