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La magia de una ópera desconocida
con un elenco de primeras figuras

Plácido Domingo, Carlos Alvarez y Jane Henschel graban por
 primera vez �Merlín�,una de las mejores obras de Isaac Albéniz.

Isaac Albéniz escribió �Merlín� bajo el impacto que le causó el �Siegfried� de Wagner.
Plácido Domingo y Carlos Alvarez realizan una interpretación magnífica de esta ópera maldita.

Por Diego Fischerman

t.gif (862 bytes) Una ópera wagneriana con giros españoles y cantada en inglés. O, si se prefiere, la obra de un catalán, fundador de la Associació Wagneriana, que fue compuesta entre 1897 y 1902, estrenada en 1950 en una función auspiciada por el Club de Fútbol Junior de Barcelona y nunca más ejecutada. O una de las mejores óperas de comienzos del siglo XX surgidas a partir de Wagner pero capaces de derivar hacia otros lenguajes (algo así como una Pelleas et Mélisande española), perdida y ahora reencontrada gracias a la reconstrucción a partir de manuscritos y borradores realizada por José de Eusebio quien, además, es el director de la primera edición discográfica. Merlín, de Isaac Albéniz, grabada en vivo en el Auditorio Nacional de Madrid entre el 22 y el 29 de julio del año pasado, encuentra, con la cómplice interpretación del Coro Nacional de España, el Coro de la Comunidad de Madrid y la Orquesta Sinfónica de esa ciudad, junto a las voces de Plácido Domingo y Carlos Alvarez, el lugar que se merece dentro del repertorio.
Estructurada en tres actos y concebida como primera parte de una trilogía dedicada al Rey Arturo, Merlín es una obra atípica en más de un sentido. Más allá de la curiosidad del idioma elegido para el libreto y de las circunstancias de su estreno (bastante acortada y con el texto traducido al español) lo notable es cómo, pese a sus influencias (el tipo de orquestación, los arcos melódicos y la concepción del mito como motor dramático vienen de Wagner) y a la prescindencia de cualquier folklorismo explícito, la ópera suena española. Un buen ejemplo es el aria �O fate uncouth!�, de Arthur �soberbiamente interpretada por Plácido Domingo�, donde podría decirse que, a pesar de los esfuerzos de Albéniz por parecerse a Wagner, no puede dejar de ser Albéniz. 
El autor de ese manifiesto sobre el piano posromántico que es Iberia -una obra admirada entre otros por Olivier Messiaen, que la consideraba un punto de partida obligado para mucha de la música del siglo XX� había firmado un contrato con Francis Burdett Money Coutts (un nombre que merecería haber sido inventado) para poner en música su trilogía basada en el ciclo de Arturo. La muerte, en 1909, no le permitió completar el plan y, además, todos sus intentos para estrenar Merlín fueron fracasando uno detrás de otro. Su preludio orquestal llegó a ser tocado varias veces, dirigido por Vincent D�Indy y por Guy Ropartz e incluso una vez el propio Albéniz acompañó al piano una versión completa de la ópera (traducida al francés, sin escena ni orquesta) en la residencia de la familia Tassel, en Bruselas. La velada estaba destinada a convencer a las autoridades del teatro de la Monnaie de programarla en la temporada siguiente, sobre todo a partir del éxito que en esa ciudad habían tenido Pepita Jiménez y San Antonio de la Florida. El proyecto, por supuesto, no llegó a realizarse. En esta primera edición discográfica �publicada por Decca�, además de Domingo como Arthur y Alvarez como Merlín, se destaca Jane Henschel como Morgan le Fay. La dirección de Eusebio es detallista y comprometida y la grabación es de una gran fidelidad.

 

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