Por Cristian Alarcón A más de siete años de la desaparición de Miguel Bru, Justo José López uno de los policías que lo torturó hasta la muerte �condenado por el crimen a cadena perpetua hace un año y medio� tiene por fin una orden judicial de detención sobre su cabeza. Pero la realidad no está hecha sólo de resoluciones de jueces: ayer a la noche no quedaban rastros de �el Negro� López en La Plata. �No aparece por los lugares habituales�, intentó explicarle ayer a la tarde el jefe de la División Departamental La Plata, comisario Sabasta, a Rosa Bru. �¡Lo dejaron escapar!�, fue el grito desesperado de la madre del estudiante, que después de una larga lucha ve frustrarse, en la demora policial, sus esperanzas de justicia. A última hora el único de los cuatro policías, sobre los que la Sala I de Garantías platense dio orden de aprehensión, que había sido detenido era el ex comisario Luis Ojeda, sobre quien pesa una pena de dos años de cárcel. Desde el 7 de mayo de 1999 que la familia y los amigos de Miguel Bru esperaban una resolución sobre la prisión de estos personajes. López se había visto beneficiado con la ley que indica que una persona no puede estar presa más de tres años sin sentencia firme. Había sido detenido en 1995 y salió en marzo del �98. �Cuando la Sala I lo sentenció a cadena perpetua no solicitó su detención. Su situación había sido definida por la Cámara de Casación Penal y los jueces no podían ratificar lo decidido por un tribunal superior�, le explicó ayer a este diario el fiscal de Casación Carlos Altuve. En agosto de este año Casación confirmó la sentencia de la Sala I. �Pedimos varias veces que ordenaran la captura, y finalmente el tribunal de Casación indicó que eran los mismos jueces los que debían decidir�, dijo. Eso ocurrió el martes. Ayer al mediodía Rosa Bru supo que finalmente la Sala I había decidido firmar la orden de detención del sargento López, el comisario Ojeda, y el oficial Ramón Ceresetto, todos ex policías de la comisaría novena. También al policía Raúl Tidone, condenado en el mismo juicio a cuatro años por torturar durante nueve horas a Roberto Díaz en la comisaría 5ª Se enteró por el llamado de algunos periodistas que la consultaban sobre el tema. �Es peligrosa esta circulación de información�, le dijo a Página/12 a esa misma hora el defensor de la familia Bru, Omar Ozafrain. El paso de las horas le daría la razón. En el momento en que el defensor y Rosa hablaban con este cronista el comisario Sabasta todavía no había ido a buscar a López a su casa. El tribunal había librado la orden de detención el martes a las 16 horas, después de meses de idas y venidas judiciales entre esa sala y la Cámara de Casación bonaerense. �Pero decidieron que iban a hacer una tarea de inteligencia antes de detenerlos y como esas tareas no dieron resultado ayer pidieron una orden de allanamiento para la casa�, explicó Rosa. Miguel Bru desapareció el 17 de agosto de 1993. Ese año había vivido bajo la mira de la patota de calle de la comisaría novena, comandada por el entonces oficial Walter Abrigo y por el temible �Negro� López. Miguel vivía en una casa tomada de la calle 69 junto a un grupo de amigos y allí ensayaba la banda punk en la que cantaba, Chempes 69. El ruido de esas canciones furibundas y los horarios no habituales del grupo fueron poniendo nerviosos a algunos vecinos y a la comisaría 9ª, famosa por su pesada manera de combatir el delito, en una zona caliente de la ciudad que concentraba la prostitución y el juego. Pronto López y Abrigo llegaron en sus autos civiles y con el servicio de calle en pleno a �reventar� la casa. No tenían una orden para hacer el operativo. Ese allanamiento ilegal y abuso de autoridad fue denunciado por Miguel ante una fiscalía. Y su decisión encendió la venganza mafiosa que le prepararían los policías a los que había señalado. Volvieron a allanar su casa, con una orden judicial que suponía que allí estaría la mercadería robada a un kiosco del barrio. Comenzaron a seguirlo, a cruzarle el auto en la calle, a esperarlo en las esquinas. La cara ancha y el pelo entonceslargo de López se fue convirtiendo en una presencia continua en la calle 69. Su Chevy azul también. Casi seis años más tarde, en un juicio oral al que se llegó después de una investigación sinuosa �y de un juicio político al juez Amical Vara por haber protegido a los acusados durante toda la primer etapa del proceso� los policías fueron condenados. El tribunal, la misma Sala I que el martes ordenó la captura, consideró probado que Abrigo y Ojeda torturaron hasta la muerte a Miguel en un cuarto destinado a esos menesteres dentro de la comisaría novena. Las pruebas fueron irrefutables: los testimonios de los presos que vieron la golpiza y las pericias caligráficas que demostraron que Miguel Bru ingresó a la comisaría y su nombre luego fue borrado de esa lista. El policía que hizo ese trabajo es el oficial Ceresetto, a quien ayer sus compañeros de armas tenían ubicado en una villa del Gran La Plata. El también está condenado a dos años. Como Ojeda, si hace buena letra, podría salir en ocho meses de la cárcel. Ayer nadie creía que se fueran a escapar. Como tampoco nadie dudaba que López, con un año y medio de tiempo para pensar en su futuro como prófugo, ya no sería ubicado en las cercanías de su barrio, en el bar de policías que frecuentaba, en los aguantaderos de sus viejos amigos de El Mondongo. �Lo fueron a buscar, dejando pasar mucho tiempo, suponemos que hubo una filtración�, dijo ayer el defensor oficial Ozafrain. ¿Fue porque hicieron tareas de inteligencia? �Eso no existió�, aseguró. ¿Puso la policía una custodia en la puerta del domicilio de López? �Nunca�. ¿Quién es el responsable de la detención? �El tribunal le dio orden directa al jefe de la Departamental, el comisario Sabasta�. La mora en la detención de López, la filtración, la mirada distraída de la policía bonaerense, pasaron ayer al primer plano de una buena noticia.
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