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Cena de gala con música cubana 
de la ONG de los ricos y famosos

De la Rúa pasó fugazmente, para la foto, pero Aníbal Ibarra se quedó. Era la cena anual de COAS, la ONG de doble apellido que reúne a los poderosos. Menem, esperado, pegó el faltazo.
Ibarra con Daisy Krieger Vasena de Chopitea, presidenta de COAS, y otras damas.
Asistieron Olivera, Ostuni y Lombardo. Hubo un conjunto cubano que tocaba temas de Chayanne.
Por Romina Calderaro

t.gif (862 bytes) A esta altura ya se sabe: al presidente Fernando de la Rúa no le entusiasman demasiado las fiestas y cuando no puede evitarlas, apenas cumple con su presencia. Por ejemplo, el miércoles llegó al hotel Hilton a las ocho y media de la noche y se fue a las nueve. En el ratito que estuvo, saludó a Daisy Krieger Vasena de Chopitea, presidenta de COAS, y a algunas de las voluntarias de esa ONG, que inauguró con una cena de gala la Feria de las Naciones Nº 23. El que sí se quedó a cenar fue el jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra, centro de todas las miradas. Ibarra se sentó en la mesa principal junto al flamante presidente del Banco Nación, Enrique Olivera, y entre dos damas: Ernestina Herrera de Noble, directora de Clarín, y la presidenta de COAS. Se sacó fotos con todo el mundo, sonrió y se quedó hasta pasada la medianoche. Ibarra sólo no se animó a una cosa: una mulata cubana intentó arrastrarlo a la pista de baile y él alegó un dolor en la pierna.
La gente de COAS, una organización no gubernamental que se encarga de juntar fondos para los hospitales públicos de la ciudad, prometió que estarían en la fiesta el ex presidente Carlos Menem y su novia Cecilia Bolocco. Pero Menem pasó la noche en La Rioja y los fotógrafos se quedaron con las ganas de retratar a una de las parejas del momento. El Presidente asistió, pero su paso fue fugaz y se limitó al cocktail previo a la cena. Lo mismo había hecho hace unas semanas en la cena anual de Fundaleu, donde se fue antes de terminar el primer plato. �A nosotras nos convendría que el Presidente se quedara un poco más de tiempo en estos eventos�, se lamentaba en el baño del Hilton una de las voluntarias de COAS, mientras repasaba su maquillaje. 
Hubo, sin embargo, representantes del Gobierno sentados a la mesa principal: el ministro de Salud, Héctor Lombardo; el vocero presidencial, Ricardo Ostuni; y el flamante director del Banco Nación, Enrique Olivera. El ex ministro de Defensa, Jorge Domínguez �infaltable en este tipo de reuniones�, la legisladora cavallista Martha Oyhanarte, el presidente de Boca Juniors, Mauricio Macri; el director del Teatro Colón, Sergio Renán; y Gino Bogani también fueron de la partida. Comieron terrine de foie �Moulin Rouge�, de paté con frambuesas, medallón de lomo con vegetales de la quinta, y de postre dulce sueño en blanco y negro �Chez Máxime�, una mousse de chocolate con frutas secas. Los nombres de los platos decían más que los platos en sí y hasta hubo algún invitado que protestó porque �la comida podría ser un poco mejor teniendo en cuenta lo que pagamos�. 
Sentarse a la mesa tuvo precios variados. La entrada más barata costaba 150 pesos, la más cara 5 mil. Además, se vendieron rifas de cien pesos cada una. El leitmotiv de la velada fue despedir el siglo XX, y en las pantallas gigantes aparecían constantemente publicidades viejas en blanco y negro. También se mostraron imágenes de antiguos Juegos Olímpicos en los que participó la Argentina mientras, en vivo, un grupo de chicos y chicas de los clubes Gimnasia y Esgrima y Ciudad reproducían los juegos.
En algunas de las mesas se escuchaban recuerdos de Menem. �¿Te acordás? Le decía Da-í-sy, Da-í-sy�, recordaba una señora el particular estilo en que el riojano pronunciaba el nombre de la presidenta de COAS.
Con la medianoche llegó la hora del baile. Un grupo cubano cantaba temas de Chayanne, Gloria Stefan, Carlos Vives y otros cantantes latinos, mientras las bailarinas pasaban por las mesas para sacar a bailar a los comensales. Se pudo ver en la pista a Bogani, a Domínguez y hasta a Olivera, pero no hubo forma de convencer a Ibarra. El jefe de Gobierno se excusó y tiró un beso. Un rato más tarde, Ibarra le explicó a Página/12 que le dolía la pierna y llegó tarde a la cena porque venía del médico: un problemita en un ligamento que lo tiene a mal traer, pero que no le impide jugar al fútbol los sábados y domingos. Pero había otro motivo: �No puedo permitirme salir bailando en las fotos, todavía tengo algún contacto con la realidad�. Ya se había sacado otras: promediaba la noche y se habíadejado retratar rodeado, a diestra y siniestra, por las sonrientes y paquetas voluntarias de COAS.

 

 

 

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