OPINION
Esto significa guerra
Por Claudio Uriarte
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Pese al acuerdo de cese del fuego, convenido anteanoche por Yasser Arafat y Shimon Peres, es el atentado palestino de ayer contra el mercado de Jerusalén y no los frágiles gestos negociadores de dos jefaturas políticas en la cuerda floja lo que indica la dirección futura de los acontecimientos. En realidad se están viviendo sólo las primeras instancias de un conflicto muy largo, que no estará terminado en un mes, ni para Navidad, ni dentro de seis meses. El ejército israelí está preparándose para un conflicto de un año; la Autoridad Palestina está tomando previsiones similares, y las treguas y semicumbres diseñadas por una administración norteamericana agonizante aciertan con el diagnóstico pero se equivocan con la cura: probablemente haga falta mucho más derramamiento de sangre hasta que dos partes exhaustas se sienten de nuevo a negociar seriamente, porque lo que se está viviendo es una guerra de liberación nacional en regla.
Una guerra de liberación nacional se compone de cuatro ingredientes principales: manifestaciones de masas (con niños palestinos tirando piedras contra los soldados israelíes, por ejemplo), propaganda (con la filmación y difusión de los soldados israelíes disparando contra los niños palestinos), episodios de confrontación armada (el movimiento Tanzim y policías palestinos defendiendo a los civiles palestinos del fuego israelí) y terrorismo. Esta última parte de la operación empezó a ocurrir la semana pasada con el ataque de un comando kamikaze contra un soldado israelí (donde la única baja fue del kamikaze) y toma ya una forma más definida con la operación de ayer. Para eso liberó Arafat hace dos semanas a los activistas detenidos de Hamas y Jihad Islámica: para que vayan a suicidarse consumando atentados suicidas �o al menos de alto riesgo� en el corazón del Estado enemigo.
Esa guerra está lanzada, y como todas las guerras es muy fácil subirse a ella, pero considerablemente más difícil bajarse. Sus proyecciones internacionales son dos. Primero, hacia los países árabes de la línea del frente. Los principales amenazados son Jordania, Egipto y Siria, todos los cuales tienen regímenes irrepresentativos en relación al creciente activismo islámico en el interior de sus sociedades. El segundo frente es el terrorismo internacional, que empezó hace dos semanas con el ataque anfibio de Osama bin Laden contra el destructor norteamericano USS Cole en el puerto de Adén, Yemen, y que puede replicarse en cualquier otro blanco blando de la comunidad internacional. Como la Argentina. |
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