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Un club de músicos que
fabrican sus propios CD's

Fernando Kabusacki y Santiago Vázquez fundaron el �Club del Disco� 
que busca resolver un doble problema: que los músicos tengan una 
vía de distribución y el público acceda a un material casi secreto.

Kabusacki, veterano de la independencia, es el propulsor de la idea.
�El realizador gana más y la gente paga los discos más baratos�, dice.

Por Cristian Vitale

t.gif (862 bytes) La crisis provoca en los músicos independientes dos efectos: uno es la resignación, el otro la búsqueda de alternativas. En el segundo rubro se incluyen el percusionista Santiago Vázquez y Fernando Kabusacki, guitarrista que suele trabajar con Robert Fripp y Los Gauchos Alemanes. Junto al violinista Sami Abadi y el multiinstrumentista Axel Krygier, acaban de formar el Club del Disco, cuyo objetivo es evitar los intermediarios entre el artista y su público. El método es simple: en cada concierto el público se podrá suscribir para recibir por mail o teléfono información sobre lanzamientos del club y quien compre un CD lo recibirá en su casa. �La idea surgió porque había gente que nos pedía en nuestros recitales que le avisáramos cuándo había otro show�, explica Vázquez. �Entonces pensamos que era una pérdida de energía llevar los discos a una disquería y podíamos establecer un lazo más directo con esa gente�, dice.
El club funcionará como una herramienta de la CDI (Cooperativa de Distribución Independiente), una vía de distribución de producciones editadas fuera del circuito comercial. �La creamos hace dos años, para hacer llegar a la gente discos que no conseguía en ningún lado. La distribución mejoró y ahora estamos con el club para apuntalar el proyecto�, se entusiasma Vázquez, ex músico de Luis Salinas y el Mono Fontana. Hay un trasfondo que también da sentido a la movida. El percusionista explica que �en Argentina hay como una dictadura de las mayorías. Pero las minorías también están compuestas de personas y deberían tener las mismas posibilidades. Este es un espacio que tenemos que cubrir los interesados, los que hacemos música que no es para las masas y la gente que quiere escucharla�.
El precio de los discos del catálogo (que incluye a Abadi, Juan del Barrio, Manuel Miranda, Kabusacki, Gauchos Alemanes, Santos Luminosos, Alejandro Franov, Krygier, Mono Fontana y Fernando Samalea) oscila entre 12 y 14 pesos, en parte porque evita los filtros de disquerías, distribuidoras, sellos y otros intermediarios. �En condiciones normales, los músicos ganan entre el 5 y el 10% por CD. Con este manejo, el realizador se queda con un porcentaje mucho mayor y la gente lo paga más barato�, se entusiasma Kabusacki. �Y garantiza que los discos tengan una salida rápida, lo que les da apoyo a los músicos para seguir creando. El público tendrá incidencia directa en nuestro proceso creador. Me recuerda al caso de Gentle Giant: les pedían discos y ellos decían que no tenían plata. Los fans hicieron una colecta, les mandaron cheques y así lograron grabar. Pasa lo que tiene que pasar, se tocan el principio y el final de la cadena sin burocracia artística.� 
El primer lanzamiento está previsto para mediados de este mes: un disco hasta ahora editado solo en Japón y Estados Unidos, en el que participan, entre otros, Pedro Aznar y Martín Iannacone: �Está grabado en el monasterio de San José de Gándara, donde nos encerramos y grabamos con sólo dos micrófonos, utilizando el sonido natural del templo sin mezclas, agregados ni retoques. Un método que ya casi no se usa. Capta una cosa humana que se pierde en las grabaciones multitracks�, explica Vázquez, productor del disco. En cuanto al criterio de selección del catálogo, Vázquez y Kabusacki coinciden en que los artistas deben ser independientes e inclasificables: �Tenemos una característica común: hacemos música que no puede ser encasillada en ninguna batea, no se orienta a la formación de tribus, sino que está en las brechas del mercado. Elegimos con criterios subjetivos. Hay cosas acústicas, electrónicas, mixtas, avant garde o folklóricas, pero con cierto grado de diferenciación con estilos que ya tienen su lugar y que no es necesario que nosotros cubramos�. Kabusacki apunta que �el argumento usual es que estos discos no interesan, no venden. Pero hay gente que los busca y no los consigue. Hay como un puente roto. No es falta de interés, sino algo en el sistema que no permite que llegue a los oídos del público�, se queja.
��Algo en el sistema� suena abstracto. ¿Qué es exactamente?
�F. K.: Creo que es pereza. Falta de riesgo en las disquerías, que deberían cumplir un papel culturizante. Cuando yo era chico había una disquería en Rosario, Utopía, que era un lugar de investigación: Alberto, el dueño, me hacía escuchar cosas increíbles como Soft Machine o Brian Eno, que fueron muy importantes para mi aprendizaje musical y cultural. Un disquero debe ser un recomendador de música. 
�S. V: Tiene que ver con el valor profundo que tiene cada persona en el mundo, con el �para qué está�. Cada profesión tiene un motivo de ser y alguien que se dedica a vender discos tendría que tener esa motivación profunda, dar a conocer al público cosas valiosas. Las compañías tendrían que dedicarse a promover cosas que resultan valiosas y ganar con ello. Pero no invertir los factores, no poner antes la nafta que el motor. 
�¿Por qué no montaron un sello �completo�?
�La única diferencia con un sello es que no hacemos las producciones, cada músico produce su disco como le parezca. Trabajamos con los discos hechos, no queremos interferir en el trabajo creativo de los músicos. A mí nadie me dice cómo tendrían que ser las tapas. Nuestra idea es hacer que los discos lleguen a buen puerto. Estar entre el sello y la gente. Una disquería virtual ideal.

 

 

 

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