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Bailar puede ser
la mejor terapia

El primer show de Los Van Van fue una fiesta de baile, ron y excelencia musical aplicada a la danza. Hoy y mañana volverán a la carga.

El grupo estará este fin de semana y el próximo en La Trastienda.
En sus dos visitas anteriores llenaron el lugar la friolera de 20 veces.

Por Roque Casciero

t.gif (862 bytes) En la Argentina, hace rato que Los Van Van dejaron de ser un grupo conocido por unos pocos entendidos en la música caribeña. Con sus dos visitas anteriores (en las que llenaron en total ¡veinte veces! La Trastienda), los quince músicos cubanos liderados por el legendario contrabajista Juan Formell cimentaron su prestigio con la polenta, el ritmo imbatible y la calidad de sus canciones. En su primer concierto porteño de 2000 volvieron a hacer gala de esas virtudes. Y el mejor termómetro de que Los Van Van ya juegan de locales en Buenos Aires fue la respuesta del público, que al principio se mostraba indeciso respecto de largarse a bailar y que terminó a los saltos arriba de las sillas, cada uno con su vaso de Cuba Libre (ron, cola y limón en maravillosa combinación) en la mano.
Parte del frío inicial pudo haberse debido a que los temas elegidos para ese segmento eran los hits de su último disco, Llegó Van Van, que, a pesar de haber ganado un Grammy, recién ahora comienza a tener la distribución mundial que se merece. �Permiso que llegó Van Van�, cantó Roberto Hernández, uno de los tres carismáticos vocalistas, en una especie de autohomenaje centrado en el aniversario número treinta al que la banda llegó el año pasado. �La bomba soy yo� (con la voz líder a cargo de Mayito Rivera, el favorito de Diego Maradona) llama la atención a algunos supuestos �expertos� en salsa y �El negro está cocinando� (Pedro Calvo salió con gorro de chef) pone un poco de picardía con su letra con doble sentido. En plena interpretación, Calvo hizo subir al escenario a una mulata im-pre-sio-nan-te que se movió con esa sensualidad y ritmo que sólo una cubana puede tener.
Los cantantes se llevan buena parte de la atención, porque están al frente en el reducido escenario, son muy simpáticos y cuentan con buenas voces. Pero detrás hay una banda que sabe hacer música bailable de gran calidad, con ritmos complejos y calientes en los que se entrelazan la batería del prodigioso Samuel Formell (hijo de Juan) con el güiro y las tumbadoras, y melodías tan pegadizas como difíciles, en las que se destaca especialmente el pianista César Pedroso. Pupi �así le dicen todos� mueve los dedos sobre las teclas sin siquiera detenerse a mirarlas, como si la música no emanara del instrumento sino de su propio cuerpo. Los trombones y la flauta también hacen sus aportes para mantener al público moviendo la cintura y los pies.
La mezcla de ritmos que Juan Formell patentó con Los Van Van (que describe el irresistible hit �Esto te pone la cabeza mala�) suena impecable en los discos, pero adquiere especial relevancia y calor cuando tiene al público moviéndose enfrente. El contrabajista habla de salsa dura o timba para referirse al estilo de su combo, en el que todo debe poder bailarse, ya sea un ruego religioso como �Ay Dios, ampárame� o una canción de amor como �Mi chocolate�. Por eso resultaron inútiles las mesas y las sillas en La Trastienda: nadie puede quedarse sentado cuando suenan Los Van Van. Encima, a la música del grupo se le suman los tragos con ron, las mulatas y la transpiración de tanto mover las caderas... Entonces, cuandoel voluminoso e incansable Roberto Hernández �una especie de Shaquille O�Neal� dice �tenemos ritmo y sabrosura, todo lo bueno de Cuba lo traemos nosotros�, no queda más que creerle. Y lanzarse a un baile desenfrenado, como si el Malecón quedara a la vuelta de la esquina.

 

 

 

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