![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
Por Roque Casciero![]() ![]() Parte del frío inicial pudo haberse debido a que los temas elegidos para ese segmento eran los hits de su último disco, Llegó Van Van, que, a pesar de haber ganado un Grammy, recién ahora comienza a tener la distribución mundial que se merece. �Permiso que llegó Van Van�, cantó Roberto Hernández, uno de los tres carismáticos vocalistas, en una especie de autohomenaje centrado en el aniversario número treinta al que la banda llegó el año pasado. �La bomba soy yo� (con la voz líder a cargo de Mayito Rivera, el favorito de Diego Maradona) llama la atención a algunos supuestos �expertos� en salsa y �El negro está cocinando� (Pedro Calvo salió con gorro de chef) pone un poco de picardía con su letra con doble sentido. En plena interpretación, Calvo hizo subir al escenario a una mulata im-pre-sio-nan-te que se movió con esa sensualidad y ritmo que sólo una cubana puede tener. Los cantantes se llevan buena parte de la atención, porque están al frente en el reducido escenario, son muy simpáticos y cuentan con buenas voces. Pero detrás hay una banda que sabe hacer música bailable de gran calidad, con ritmos complejos y calientes en los que se entrelazan la batería del prodigioso Samuel Formell (hijo de Juan) con el güiro y las tumbadoras, y melodías tan pegadizas como difíciles, en las que se destaca especialmente el pianista César Pedroso. Pupi �así le dicen todos� mueve los dedos sobre las teclas sin siquiera detenerse a mirarlas, como si la música no emanara del instrumento sino de su propio cuerpo. Los trombones y la flauta también hacen sus aportes para mantener al público moviendo la cintura y los pies. La mezcla de ritmos que Juan Formell patentó con Los Van Van (que describe el irresistible hit �Esto te pone la cabeza mala�) suena impecable en los discos, pero adquiere especial relevancia y calor cuando tiene al público moviéndose enfrente. El contrabajista habla de salsa dura o timba para referirse al estilo de su combo, en el que todo debe poder bailarse, ya sea un ruego religioso como �Ay Dios, ampárame� o una canción de amor como �Mi chocolate�. Por eso resultaron inútiles las mesas y las sillas en La Trastienda: nadie puede quedarse sentado cuando suenan Los Van Van. Encima, a la música del grupo se le suman los tragos con ron, las mulatas y la transpiración de tanto mover las caderas... Entonces, cuandoel voluminoso e incansable Roberto Hernández �una especie de Shaquille O�Neal� dice �tenemos ritmo y sabrosura, todo lo bueno de Cuba lo traemos nosotros�, no queda más que creerle. Y lanzarse a un baile desenfrenado, como si el Malecón quedara a la vuelta de la esquina.
|