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Por Silvina Szperling![]() La obra de Gustavo Lesgart Por favor, sangra, elaborada en el contexto del X Group de la escuela P.A.R.T.S. que dirige Anne Teresa de Keersmaeker, fue uno de los aciertos de la programación. Lesgart fue uno de los participantes de esa experiencia, en la cual la ciudad de Bruselas becó a un grupo de jóvenes coreógrafos provenientes de distintos rincones del planeta, para que realizaran sus creaciones como cierre de un ciclo de talleres. Amén de las reposiciones de Mabel Dai Chee Chang, Mariana Blutrach, Silvana Cardell, Gabily Anadón, Miguel Robles, Mariana Estévez, Gerardo Litvak y el grupo Extasidados, y del estreno de Hombre en la puerta giratoria, de Silvia Vladimivsky, otro trabajo a destacar es el que presentó Brenda Angie, con un programa conformado por De parte en parte y South, wall and after, generado en el American Dance Festival. Angie continúa así su investigación en la danza aérea. Los seis bailarines de De parte en parte trabajan con los impulsos y rebotes de sus cuerpos en distintas superficies y un trabajo de parejas de tono alto, colgados de arneses y acompañados en vivo por la música de UNDO, un power trío que por momentos canjea guitarra eléctrica por cello. La coreógrafa Susana Szperling estrenó Inflamable, una obra inspirada en el mito de Icaro y en el deseo de trascender al cuerpo. Las transformaciones corporales y la apelación a la tecnología (desde un traje inflable hasta un masajeador capilar, pasando por el uso de un minitramp y proyecciones de video) generaron ciertos �efectos especiales� no exentos de humor, al tiempo que se cuentan los avatares de una pareja con sus ciclotimias, pasiones y ternuras. Alejandro Terán y su cuarteto de cuerdas Nocturna le pusieron sonido a este dueto año 2000, con ecos de los �40. Puesta en abismo, de María José Goldin, se apoya en una puesta en la que conviven ramas con monitores de TV, sillas años �50 con peceras. La inclusión de Olkar Ramírez, un histórico de la danza y el mimo independientes, aportó chispa, presencia escénica y una notable máscara actoral. Roxana Grinstein estrenó Precaria muerte, un trabajo para trece bailarinas que convoca a los fantasmas desde las primeras imágenes. El piso del escenario aparece regado por los cuerpos de once mujeres que yacen casi desnudas mientras otras dos, vestidas de negro, generan un contrapunto en el eje vertical. El uso de tizas que bordean los contornos corporales deja huellas que evocan imágenes de desaparecidos. Con un lenguaje que se nutre en lo visual, esta coreógrafa continúa un camino que recorre aspectos de lo siniestro. Carne argentina, de Mariano Pattin, vistió el escenario del teatro Regio de imágenes modernas, con elementoskitsch y aires de happening en los que se olía un dejo a Kurt Weill. Con recursos que apoyan una idea de fiesta menemista en la utilería (carreteles de hilo en instalación, medias reses crudas que engalanan la mesa familiar) y el vestuario (tapados símil vaca, plumas de vedette, un vestido hecho con... pelucas), Pattin hilvana una maratónica cabalgata en la que no deja nada afuera. Dúos eróticos repetidos al milímetro con una partenaire femenina (la exquisita Viviana Iasparra) y uno masculino (el pirotécnico Román Beltrame), una película porno se erige literalmente en telón de fondo del río revuelto de esta familia en la que unas tías muy argentinas no cesan de opinar y exponerse.
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