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EL SOCIOLOGO ATILIO BORON SOBRE EE.UU. Y AMERICA LATINA
�Gane quien gane es igual para nosotros�

Atilio Borón.
�No hacerse ilusiones.�

Por Florencia Grieco

t.gif (862 bytes) �Suponer que las elecciones norteamericanas pueden traer algún cambio a la región es un grado de ingenuidad sumamente grande�, dispara el sociólogo Atilio Borón. Ni el candidato demócrata Al Gore ni el republicano George W. Bush marcan, según su punto de vista, alguna diferencia para el futuro de las relaciones con América latina porque lo que está en juego ahora es otra cosa: �Quién maneja el imperio�. 
�¿Qué puede esperar Latinoamérica de estas elecciones en que el voto hispano pesa tanto?
�Nada. En la política norteamericana el papel de América latina ha sido sumamente marginal y no hay ningún indicio que permita pensar que ahora las cosas van a ser diferentes. En el fondo no va a haber ningún cambio porque lo que se decide en las elecciones de Estados Unidos es cuál va a ser el elenco de dirigentes que se hará cargo de la administración del imperio, para decirlo con un lenguaje un poco sesentista. No hay ninguna razón para hacerse la menor ilusión de que con el triunfo de Al Gore ni con el ascenso de Nader las cosas puedan cambiar para nosotros. De hecho, los lineamientos fundamentales de la política norteamericana hacia América latina no surgen del proceso democrático sino de la acción de los lobbies de las grandes empresas que tienen interés en la región.
�¿No ve ninguna diferencia, por mínima que sea, entre Gore y Bush en este sentido? 
�Ninguna. No hay absolutamente ninguna razón para esperar que ninguno de ellos pueda traer algún beneficio para Argentina y la región porque la política norteamericana no se hace pensando en qué país se beneficia. Siempre recuerdo una frase de John Adams de que Estados Unidos no tiene amigos permanentes, tiene intereses permanentes. Y es el respeto hacia esos intereses lo que guía la conducta de los gobiernos norteamericanos. 
Lo que se decía en la época de Menem de que una política de alineamiento automático con los Estados Unidos iba a traducirse en beneficios tangibles para el pueblo argentino demostró ser una patraña sin ningún fundamento. Esto ya no es materia de discusión sino de comprobación empírica. Argentina adoptó las relaciones carnales con Estados Unidos como principio de política exterior y el alineamiento incondicional hasta transformarnos abiertamente en un Estado cliente. A cambio, Estados Unidos interfirió en tradicionales mercados argentinos del trigo compitiendo deslealmente con nosotros vendiendo trigo subsidiado a Brasil, inició un proceso en contra de la Argentina por supuestas prácticas proteccionistas y pugnó ferozmente por hacer prevalecer los intereses de sus grandes laboratorios en desmedro de la industria farmacéutica argentina. De manera que suponer que va a haber alguien con quien Argentina puede quedar congraciada es un cuento de hadas.
�¿El factor que juega alguien radical como Nader podría marcar algún cambio?
�Yo creo que sería bueno que Nader sacara una buena proporción de votos y que tuviera éxito en romper el bipartidismo norteamericano. Pero hay que entender que ese sistema es un producto de una larga tradición y de un juego de relaciones de fuerza que hace muy difícil que los sucesivos intentos de ruptura tengan buen resultado. Lo de Nader sería bueno porque sería equivalente a la aparición de un partido con ideas más de avanzada. De todas maneras, tampoco habría que hacerse demasiadas ilusiones porque, repito, las elecciones deciden quién administra el imperio, y nada más. 
�¿No hay entonces ninguna relevancia para la región sobre quién gane el martes?
�Es absolutamente irrelevante. Gane quien gane dará exactamente igual. Lo que la Argentina tiene que hacer es tratar de definir cuáles son sus intereses nacionales y actuar en consecuencia. En función de esto, que el ganador sea Gore o Bush es totalmente irrelevante.

 

 
Por Rosendo Fraga.
América del Sur pesa muy poco

América del Sur no es un tema relevante en la campaña electoral norteamericana. Actualmente viven en Estados Unidos trece millones de latinoamericanos, cifra que representa más de la mitad de la población extranjera residente en esta nación. Pero la mayoría de ellos son mexicanos, cuya cantidad sextuplica a la nacionalidad que le sigue que es la cubana. Sólo un millón y medio de los latinoamericanos que viven en Estados Unidos son originarios de América del Sur y ello confirma que el fenómeno latino o hispano es fundamentalmente de México, Centroamérica y el Caribe. Es decir que el interés está centrado en la América latina que está al norte del Canal de Panamá.
Ambos candidatos han incorporado a sus plataformas la ratificación del Alca para el 2005, pero el republicano agrega la posibilidad de que la Argentina, Brasil y Chile se incorporen al Nafta. Concretamente, Bush sostuvo que Chile es un firme candidato para integrarse al tratado regional, agregando que Estados Unidos debe considerar �cada uno de los países de la región�, manifestando que es importante �mirar hacia el Mercosur�, refiriéndose en forma específica a la Argentina y Brasil.
Esta propuesta de Bush de relaciones especiales con Brasil, Argentina y Chile y su mayor prioridad en obtener el fast track muestran que da algo más de prioridad a los países del Cono Sur.
En lo que hace a la relación bilateral argentino-norteamericana, históricamente, el peor momento de esta relación fue en la Segunda Guerra Mundial, cuando la Argentina asumió una neutralidad favorable al Eje y cuando en 1945, el embajador norteamericano (Braden) asumió un rol activo en la campaña electoral contra Perón. Durante la guerra de las Malvinas, Estados Unidos tomó partido a favor de Gran Bretaña, pero en ningún momento se interrumpieron las relaciones diplomáticas. Este conflicto acentuó las prevenciones norteamericanas respecto de la Argentina. Estas prevenciones disminuyeron �pero no desaparecieron� durante la Administración Alfonsín, pero fue durante la década de Menem, donde sí realmente estas prevenciones desaparecieron al alinearse la Argentina con Washington. Las �relaciones carnales� fue un término elocuente, pero poco feliz en mi opinión, del ex canciller Di Tella. Pero en Estados Unidos fue percibido favorablemente. La Administración De la Rúa ha atemperado un poco esta posición y la reticencia a apoyar el �Plan Colombia� es una evidencia al respecto.
En cuanto a la política local, mientras el Partido Justicialista (PJ) y en especial ex presidente Menem ven con mayor simpatía un eventual triunfo republicano, en la Alianza predomina en cambio una mayor disposición hacia el triunfo demócrata.
En conclusión, América del Sur no ocupa un lugar relevante en la campaña electoral norteamericana, porque el fenómeno latino comprende más bien a México, América Central y Caribe; a pocos días de las elecciones presidenciales de Estados Unidos, los dos candidatos siguen sin mostrar diferencias substanciales respecto de América latina; el candidato republicano ha mencionado a la Argentina algo más que el demócrata, mientras que el justicialismo ve con algo más de simpatía a Bush y la Alianza a Gore; pero nada sustancial parece cambiar para la Argentina, gane uno u otro candidato.

* Director del Centro de Estudios para una Nueva Mayoría.


Por Torcuato Di Ttella.
¿A quién le importa quién gane?

No soy yo el que se lo pregunta: es el pueblo norteamericano, la mitad del cual no va a votar porque no se le da la gana, o porque no sabe qué diferencia hay entre los dos principales candidatos. Pero el día que esa gente se despierte va a haber algunos gritos y voces destempladas en los Estados Unidos.
No es que esos abstencionistas sean profundos críticos del sistema. Algunos hay, pero la mayoría son simplemente gente de bajo nivel educativo, no sólo los más pobres, y también muchos que viven encerrados en sus pequeños mundos aldeanos o barrios carenciados sin perspectiva nacional. Si alguien los despierta, el resultado puede ser impredecible. Ya en 1992 el independiente Ross Perot sacó el 19 por ciento de los votos. Pero mientras la economía supuestamente próspera (para algunos) siga haciendo estragos entre la población humilde, como lo hace desde hace casi tres décadas, el potencial para el surgimiento de algún innovador de la política, con una mezcla de izquierda y de derecha, seguirá existiendo.
Yo diría que ésta es la última elección del actual sistema bipolar de los Estados Unidos. El Partido Demócrata está sometido a brutales tensiones internas, más que el Republicano. El presidente Clinton pudo imponer sus más importantes medidas de apertura del mercado internacional (el NAFTA con México, y la normalización del comercio con China) contra la oposición cerrada de todo el sindicalismo, y las dos terceras partes de su propio partido en el Congreso. Por lo tanto, tuvo que apoyarse en la bancada republicana, la cual a su vez tiene una minoría que rechaza las indiscriminadas medidas de globalización que muchos fundamentalistas de mercado propician. Este tipo de arte combinatorio, claro está, tiene un precio, materializado por ahora en el pequeño pero significativo caudal de votos que ha abandonado a Gore a favor del ecologista Ralph Nader, y en la gran cantidad de gente que se quedó en casa.
Le auguro al nuevo presidente, cualquiera sea él, un período de turbulencias. Con Gore será más fácil para América latina negociar una relación económica pareja, pero no hay que hacerse ilusiones. Lo que necesitamos, si queremos mejores condiciones en la renegociación de la deuda externa, y el respeto hacia nuestras propias creaciones, como el Mercosur, es saber buscar aliados en el complejo panorama yanqui de grupos de presión, que cruzan a los actuales dos partidos dominantes. Esa realidad es más importante que el nombre de quien ocupe la Casa Blanca.


Por Carlos Escude.
Nos conviene que gane Bush

Los dos candidatos tienen plataformas de política exterior muy similares y en lo que se refiere a América latina, más similares aún. Si nos atenemos a esas plataformas, no hay ninguna diferencia entre los candidatos en materia de política exterior. Ambos están comprometidos con el libre comercio y, por consiguiente, con el proyecto de una Asociación de Libre Comercio para las Américas. Pero sus posibilidades de conseguir el fast track �la autorización del Congreso para negociar por la vía rápida paquetes enteros� son diferentes entre uno y otro candidato. El candidato republicano tiene más posibilidades de conseguir la aprobación del Congreso que el candidato demócrata. De cualquier manera, aun para el candidato republicano, la posibilidad de sacar una vía rápida para todo el paquete de países que se supone incluye el Alca (de Alaska a Tierra del Fuego) es prácticamente nula. Es decir, Bush va a tener más posibilidad que Gore de conseguir acuerdos del Congreso para negociar por vía rápida acuerdos de libre comercio con algunos países específicos y, en el mejor de los casos, el Congreso le va a dar vía rápida para comenzar por Chile, y seguir por algún otro país, siempre de a uno por vez. De modo que es absolutamente improbable que el proyecto del Alca se concrete en los plazos que, según sus plataformas electorales, desearían concretarlo ambos candidatos. 
Los demócratas, en el largo plazo, se van a ver presionados por los intereses sindicales que el partido representa. Los intereses sindicales norteamericanos son muy auténticos respecto de los beneficios de los acuerdos de libre comercio para Estados Unidos: creen que esos acuerdos conducen a la exportación de puestos de trabajo y no gustan de ellos. Clinton consiguió una especie de milagro político porque logró armar una coalición entre la elite globalista de Wall Street y los sindicatos antiglobalistas del estado de Michigan. Pero es una especie de milagro político que difícilmente dure mucho tiempo porque los intereses de ambos términos de la ecuación están contrapuestos. Por eso, en el largo plazo, si ganan los demócratas, las tendencias en Estados Unidos van a ser más contrarias a los acuerdos de libre comercio. Además, los beneficios de la globalización para Estados Unidos van a tender a ponerse más en duda que si ganan los republicanos, que son un partido de menor oposición a la globalización porque dentro de la coalición republicana no hay ningún sector importante que esté seriamente en contra del libre comercio y la globalización.
Hay una cuestión más interesante y es que las fuerzas antiglobalistas no están solamente fuera de los Estados Unidos sino también allí. Esto se vio en Seattle y en la convención del Partido Demócrata en Los Angeles, pero además se ve en que los dos candidatos marginales, los que no tienen ninguna chance de ganar -.Pat Buchanan por un lado, y en las antípodas ideológicas Ralph Nader�, son ambos antiglobalistas. Así que es probable que en el mediano plazo se suscite un debate más fuerte en los Estados Unidos respecto de si los tratados de libre comercio realmente los benefician y, naturalmente, este debate va a ser más fuerte si triunfa el Partido Demócrata que si triunfa el Partido Republicano. 

* Especialista en relaciones internacionales.

 

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